Ya no es noticia ni sorpresa los fallidos resultados de los distintos estudios demoscópicos que se han realizado en recientes ejercicios electorales a nivel global. No han podido respetar siquiera su margen de error, fracasando en las predicciones del BREXIT, el acuerdo por la paz en Colombia y la victoria de Donald Trump en EEUU.

Pareciera que las empresas que tuvieron la oportunidad de implementar metodologías de investigación para medir dichos fenómenos electorales, vaticinaron con base a la lógica que pudiese otorgar las tendencias del comportamiento colectivo fruto del impacto de la globalización en las cuestiones sociales.

En definitiva, los acontecimientos han quebrado paradigmas y resquebrajado victorias sociales y de derechos humanos que se daban por hecho. En consecuencia, ha resurgido la xenofobia, el racismo, la homofobia, la misoginia  y la intolerancia a todo los que pudiera parecer distinto. Asimismo y contradictoriamente, aparece una especie de globalofobia en un país donde su economía tiene por cimientos el libre mercado (EEUU).

Ante un mundo donde el comportamiento social cambia tan rápido como las innovaciones tecnológicas, es necesario actualizar constantemente las técnicas de los estudios políticos/sociales y adherir variables que causan impacto en el procesos cognitivos de los sujetos en escrutinio y que así, nos permitan identificar los canales racionales con los que se toman las decisiones.

Algunos de las equivocaciones son:

1)            Existe un error en su diseño, su contenido y su extensión.

2)            Los cuestionarios no están hechos para diseños cuasi experimentales que incluyan preguntas que estudien variables dependientes e independientes.

3)            Falta de complementación con entrevistas cualitativas.

4)            No utilizan a profundidad los grupos de enfoque, constituidos por distintas categorías de población.

Una vez visto esto, podemos decir que los estudios deben de partir de la concepción de fenómenos complejos, basados en la teoría de la complejidad, en otras palabras, los estudios electorales no pueden estar realizadas como si los hechos que estudiarán fueran simples, por el contrario, deben considerarse como fenómenos donde participan eventos y condiciones múltiples que determinan motivaciones cambiantes.

Es así como el cineasta documentalista y escritor norteamericano Michael Moore pudo vaticinar el triunfo de Donald Trump con asombrosa precisión a través de un análisis de 5 puntos: Estados tradicionalmente demócratas convertidos a republicanos, el miedo de parte de la raza blanca a perder la supremacía, la baja fiabilidad de la candidata demócrata, los votantes deprimidos de Bernie Sanders quienes pierden entusiasmo y  el voto anti sistémico.

Todos estos puntos describen comportamientos políticos sociales complejos que van más allá de unas cuantas preguntas simples como ¿Por quién votará el día de la elección? Tampoco es posible identificarlos con precisión aplicando un cuestionario telefónico, en estos días ¿Quién le da importancia a las llamadas telefónicas corporativas?

Parece que no solamente las clases políticas a nivel mundial pierden credibilidad, éste sentimiento contagia cada vez más a las casas encuestadoras debido a sus pobres resultados. Esto representa un problema mayúsculo, ya que su capacidad para pronosticar resultados es su principal utilidad económica.

Cenizas de la Revolución: También en Tamaulipas pudimos constatar desaciertos en las predicciones de las encuestas para la elección de gobernador, sólo que éstas parecen ser utilizadas como propaganda y no como instrumento para medir la predilección del electorado.

Sandro Cappello

Es Director de Investigación Político Sociales en Consultores y Asociados ESTATAM, con presencia en el noreste de México. Además es docente a nivel Maestría.