En momento de reflexión y pensando sobre un reciente asesinato de un hombre inocente de raza negra en E.U. así como en lo que nuestra ciudad se ha convertido, de pasar de ciudad bonita, ciudad amable, a la capital del terror, recordé una película que cuando la vi me marco profundamente, Historia Americana X. En esta se muestra un panorama tristemente real sobre el prejuicio, racismo y como el odio y la ignorancia se instauran muchas veces en casa o por falta de la enseñanza de valores en esta misma. Aun cuando no es nueva, pinta un panorama el cual vemos cada día en muchas partes del mundo, la segregación, racismo y conformación de grupos o sectas que después violentan. Es en este contexto que me animé a escribir la reciente columna, para tratar de dilucidar el cómo llegamos hasta este punto atroz en el cual nos encontramos actualmente en Tamaulipas.

Primero que nada es muy triste saber que tenemos un estado tan rico en recursos naturales, con variados ecosistemas, una ubicación estratégica privilegiada para el comercio nacional e internacional pero que simplemente esta convertido en una tierra de disputas cruentas, corrupción, impunidad y abandono. La otrora abundantetierra de la agricultura, ganadería, pesca, comercio, etc. se comienza a ver desolada en muchas partes de su territorio, cual pueblo salvaje del viejo oeste. En esto, lo más cómodo o fácil para muchos es y ha sido echarle toda la culpa a los grupos delictivos existentes y su disputa por el poder, aduciendo que como estado fronterizo es inevitable tener sucesos de dicha índole o simplemente a desalmados ciudadanos que no tienen otra mejor cosa por hacer que delinquir. Y mucho de esto puede ser cierto pero en verdad hay que ver cuál fue el verdadero origen de todo.

Lo del narcotráfico es un problema mundial, hasta las naciones más avanzadas lo padecen, igual a una mucha menor medida pero las adicciones existen en todos lados. El vivir al lado de la nación más poderosa pero a su vez la que mayores estupefacientes consume, en conjunto con nuestra cultura laxa en la aplicación de leyes, vuelve a nuestra patria y Tamaulipas es un perfecto ejemplo de ello, en una tierra en donde florece tales prácticas. Todos sabemos que esto lleva años, solo que antes la prioridad era netamente el tráfico de drogas y armas y no los secuestros, cobros de piso, etc. La corrupción creció y con ello se incrementó el poder de los grupos delictivos y cuando se fusionaron con entes gubernamentales, fue cuando se abrieron las puertas para esta nueva y terrorífica era.

Ahora, hay que poner en real contexto algo, los más grandes responsables de esto son aquellos que por años ostentaron poder y cargos públicos pero que en lugar de servir a la sociedad se sirvieron ellos mismos, creando una desigualdad social aún más marcada y por ende una mayor desesperanza, mientras unos pocos construían ostentosas casas y se daban vida de lujo, miles sufrían los estragos de tanta corrupción e infamia. Falta de servicios eficientes, mala proyección del crecimiento urbano y periférico, sectores ciudadanos de plano olvidados, entre otros tantos factores que alimentaban el desencanto y una falta de mejores condiciones de vida; y si a esto le sumamos la ignorancia que acompaña los bajos niveles educacionales, ¿Pues qué resultados se esperaban? Los perversos del poder apostaban siempre (como hasta ahora desgraciadamente) a seguir con un paternalismo anacrónico en total detrimento de una democracia plural, participativa y ecuánime en cuanto a la repartición de los bienes.

Mientras más “ricos” engrosaban la mal llamada élite social a costa de delinquir, porque muchos así amasaron sus fortunas, robando y esquilmando el erario público, miles de ciudadanos de los sectores más pobres y desprotegidos encontraban cobijo en grupos del crimen organizado. Nunca se condonará a aquel que por decisión propia llegue a afectar al prójimo, robándole, secuestrando, asesinando pero también nunca debimos ni debemos ya de soportar a tanto ratero de cuello blanco que son los que nos han hundido al estado y país en una vorágine de atrocidades, complicidades y descaradas rapacerías, por adjudicarse dinero que era precisamente para generar un desarrollo armónico y sustentable de nuestra sociedad.

Tanta o más culpa tienen todos ellos de este monstruoso presente.

Reflexión

Si camina como pato, grazna como pato, vuela como pato…. es pato, entonces si roba como ratero, se corrompe como hampón y goza de una impunidad deplorable sin someterse a las consecuencias y menos buscar redimirse y/o arrepentirse cual vil descarado…¡entonces él es y será siempre un delincuente!.

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)