2018: Choque de trenes
La contienda a la Presidencia de la República ha arrancado en el proceso de 2016.
Los jugadores más hábiles son Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, que dejaron a Morena y al PAN como los grandes ganadores de la elección pasada, donde los azules quedaron como la primera fuerza política y los morenos como la tercera a nivel nacional.
El "Peje" sabe cuál ha sido su punto flaco en las pasadas dos elecciones: el norte del país. Es cuestión de tiempo que busque candidatos que acerquen votos a su causa y los momios corren a favor de Gustavo Cárdenas, bastante devaluado después de las derrotas consecutivas y de los señalamientos de cercanía con el agónico régimen priísta donde simuló ser oposición durante dos décadas.
Aun así la menguada base social es atractiva para López Obrador, abandonando el enclenque apoyo de la chiquillada de la izquierda tamaulipeca, encabezada por Alejandro Ceniceros, otro opositor simulado cuyo principal objetivo son los recursos públicos.
Y de ahí viene el torpedeo.
Ricardo Anaya, bastante avezado ve una oportunidad de oro con la puerta que se le abrió en 2016. Los resultados catapultaron sus aspiraciones mientras Margarita Zavala inicia lentamente un declive al interior del panismo. El estigma de muerte de su marido, Felipe Calderón, y el suyo propio encarnado en la Guardería ABC cobran facturas de manera transexenal. Esto Anaya lo sabe y juega con sus nuevos aliados a ganar, primero la candidatura, y después la Presidencia de la República. Para eso debe minar liderazgos regionales como el de Gustavo Cárdenas y los negativos del ex panista, clasificados como indecisos, serían adheridos como voto útil al Panismo dentro de los siguientes dos años.
Con ambos frentes abiertos, Anaya descarrilaría a Margarita Zavala y emprendería una marcha a todo vapor buscando de manera frontal -como le gusta- un choque de trenes frente a la locomotora electoral de López Obrador.
Los momios están a favor del queretano y del tabasqueño y no se avizora, fortaleza alguna en el minado tricolor que forcé las elecciones a tercios.
Por lo pronto la estrategia de microregiones ha funcionado, y bien, en ambos feudos.
Jiribilla
El fiel de la balanza bien podría ser, lo que queda, del PRD.
Aníbal Muñiz Silva
Maestría en Tecnologías de la Información.
Editorialista desde 2006
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