El pasado jueves tuve la oportunidad de acudir al ejido Higuerillas, en el municipio de Matamoros, Tamaulipas. Alejado de la urbe fronteriza por más de 50 km, esta población de pescadores es acariciada día con día con una fresca brisa y el olor a mar que invita a prolongar la estancia, aun cuando se carece de infraestructura para recibir a los contados visitantes que se acercan a ese litoral.

Estuvimos ahí con un grupo de señoras que solicitaron a través del Programa Prospera de la Sedesol Federal, una granja para producción de carne de pollo. Su conocimiento sobre el tema me permite asegurar que tienen una alta probabilidad de éxito, sumado esto al precio que alcanza el kilo de pollo por esas latitudes, el cual supera los 60 pesos por kilo, brindándoles a las beneficiarias un interesante margen de utilidad. Ahí cerca, en el ejido Isla Mano de León se entregaran próximamente paquetes para producción de huevo, ocurriendo aquí un aspecto extraño: la gente prefiere consumir el huevo blanco antes que el huevo rojo, desconociendo que el valor nutricional es el mismo y que la diferencia en color se da únicamente por la raza productora de huevo.

Estas comunidades basan su economía en la pesca, así como en la extracción de sal, actividad milenaria. Caso curioso, en estas entidades, la mayoría de la gente que observe, era gente delgada, sin el problema de obesidad mórbida que se presenta ya en la mayoría de la población; Quizá este fenómeno se deba a sus patrones de consumo alimenticio y también a que la lejanía y a veces la falta de un ingreso constante inhiben el consumo de productos chatarra.

Por otro lado, observo un creciente interés en el fomento a la avicultura familiar y de traspatio como una herramienta para abatir o mejorar en lo posible las situaciones de pobreza económica y alimenticia entre la población con alta marginación; Entidades internacionales como la FAO u ONGs como The Hunger Proyect Mexico apuestan a través del empoderamiento de los proyectos de producción por parte de las mujeres, como las herramientas que ayudaran a mejorar sus condiciones de vida y de salud; Sin embargo, algunas dependencias aun se equivocan en sus planteamientos y prefieren entregar animales en una edad en la cual el porcentaje de sobrevivencia es muy bajo si no se tienen los cuidados, la atención y las instalaciones necesarias para llevar a buen término el desarrollo de las aves, echando así por la borda la inversión realizada, sumado al desconocimiento tanto de beneficiarios como de dependencias respecto a edad adecuada para recepción, y la carencia de escrúpulos del proveedor cuyo único fin es obtener una remuneración y ganancia económica sin importarle el posterior desarrollo del proyecto.

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Editorialista en HOYTamaulipas