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El ruido externo en la entrevista

Por: Ricardo Hernández El Día Lunes 30 de Mayo del 2016 a las 09:41

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Los especialistas en comunicación efectiva consideran al ruido externo como una barrera ambiental de comunicación, son distracciones visuales, interrupciones y ruidos como el timbre, por ejemplo, el teléfono, una persona con tos, ruidos de albañiles trabajando, etc.). Para el caso que nos ocupa, vamos a mencionar dos situaciones en los que se pueden presentar esas barreras de comunicación en una entrevista periodística y cómo hacerle para salir del problema.

Número uno: en un restaurante.  Hay de restaurantes a restaurantes, por supuesto,  me refiero a que no en todos esos lugares llega la gente a armar una algarabía. En el caso de los restaurantes del centro de la ciudad, existe esa posibilidad porque llega gente inesperadamente debido a los eventos culturales, sociales y políticos que se realizan alrededor.

El día que me quedé de ver con un joven abogado  en un restaurante muy cerca del palacio de gobierno,  tan sólo había tres personas conversando en una mesa, eso sí, hablaban en un tono alto de voz. Me senté cerca de ellos y calculé la fuerza de sus palabras hasta donde me encontraba yo, enseguida le eché un poco de matemáticas  para saber a ciencia cierta si esas voces acaso no interferirían en mi entrevista.  

La verdad es que me fueron incómodas, por lo que opté por alejarme hacia el otro extremo del lugar. Ahora esas palabras llegaban débiles hasta  a mí. Al poco rato se presentó el Lic. Soto, Presidente de un importante y reconocido Colegio de Abogados. Me levanté para saludarlo con un abrazo. Antes de sentarse frente a  la mesa redonda, prefirió pedir un té de limón para la tos.

Apenas habíamos iniciado la entrevista cuando fueron entrando grupos reducidos de personas, eran más mujeres que hombres. En cuestión de segundos, el lugar se parecía más a un hospital que otra cosa: el ruido era ensordecedor.

Al principio las grabadoras de reportero las tenía sobre la mesa, muy cerca del abogado, luego tuve que levantar una para acercarla prácticamente a la boca de mi interlocutor. Para no llegar después a  casa y salir con la sorpresa de que no se escuchó nada por culpa del ruido. Afortunadamente siempre tengo la precaución de poner dos grabadoras.

Para esos casos coloco una sobre la mesa, y la otra la levanto para grabar mejor la conversación. No siempre hago eso, por razones obvias; las entrevistas se tienen que hacer en lugares donde no haya mucho ruido. Para el caso de la entrevista con el abogado fue una preocupación en ese momento, porque llegó la gente y comenzó a hablar tan fuerte como si estuvieran presenciando un partido de futbol.

Al llegar a casa revisé el material y por fortuna pude transcribir la entrevista apoyándome de las dos grabadoras.

¿Cuál sería una recomendación para estos casos? Creo que puede haber varias. Número uno.-  investigar primero si no hay eventos públicos por terminar a esa hora, para que no vaya la gente a interrumpir la entrevista con su algarabía. Número dos.- Elegir previamente o con anticipación el lugar adecuado. Número 3.- Por si las dudas, apoyarse de dos grabadoras, con una arriba y la otra abajo.

Hay un punto que es conveniente resaltar para estos casos en que el interlocutor se encuentra enfermo de tos, porque las palabras no salen de su boca con la misma fuerza que lo haría estando sano, por esa razón debemos avisarle que acercaremos la grabadora un poco  más de lo debido, para que se pueda grabar mejor la conversación.

La tos del interlocutor es otra barrera de comunicación, como se menciona al principio de la columna, aparte del ruido ya existente. Las entrevistas no siempre se pueden programar, existen ocasiones en que: o es ese día, o es ese día. Es por ello que debemos tomar precauciones, tenemos que estar preparados para cualquier circunstancia como éstas.

Número dos: otro ejemplo de ruido como barrera de comunicación, es el ventilador. Antes de pasar a este apartado, me gustaría hacer hincapié en la herramienta de trabajo con la que contamos: la grabadora. Cuando adquirimos por primera vez esta herramienta -muy útil para nuestro quehacer diario-, no sabemos cuál es la fidelidad máxima con la que graba el sonido, mucho menos su alcance.

Estamos acostumbrados a grabar en corto, y por lo general, en breves minutos. Para las entrevistas prologadas, es necesario medir su alcance porque debido a eso, podemos interactuar con seguridad. Las primeras veces que grabé una entrevista lo hacía con la grabadora muy cerca de la boca del interlocutor, estando grabando en un lugar cerrado donde no había ruidos y todo se debía a que nunca me había puesto a medir el alcance en la fidelidad del sonido.

Realicé algunas prácticas caseras para darme cuenta de ello. Posteriormente salí a la calle con la confianza depositada en la grabadora. A partir de ahí, el trabajo que fui desempeñando era cada vez mejor. Confío en mis dos grabadoras, en el alcance de ellas.

Ruido externo número dos: el ventilador.

Cuando entré a  la oficina de un candidato por una diputación local, en el interior había un ventilador grande a un lado del escritorio, era un poco más grande de lo normal el cual giraba en ese instante. Una vez iniciada la entrevista tuve la sensación de que mis palabras regresaban a mí por la misma fuerza del viento, por lo que tuve que interrumpir la entrevista para exhortarle  al candidato que el ventilador era una interferencia a nuestra conversación.

El político me dio la autorización para retirar el ventilador y al mismo tiempo lo puse a girar hacia otra parte. ¿Qué hubiera pasado con la entrevista de no haberlo hecho? El sonido causado por ese aparato es capaz de distorsionar las palabras, escuchando unas por otras, pero aún, se puede prestar a confusión lo que en realidad dijo el entrevistado, porque al momento de estar transcribiendo no se alcanza a apreciar bien el sonido y lo más fácil que se nos ocurre es poner una palabra a nuestro criterio “creo que dijo gimnasia”, “oh no, magnesia”.

Pidamos el consentimiento del interlocutor para retirar el ventilador, o por lo menos, poder voltearlo. Es necesario pensar en la importancia de nuestro trabajo, en su valor, en la confianza que los interlocutores nos depositan para desempeñar nuestra labor con integridad y respeto.

Para una comunicación efectiva no hay como considerar esas barreras de comunicación. Por último les dejo unas palabras de Ismael Cala y Camilo Cruz, grandes escritores y conferencistas de la comunicación, que vienen en su libro CALA Y CRUZ, Las dos caras de LA COMUNICACIÓN: “Habla con seguridad. Escucha con propósito. ¡Triunfa en grande!”.  ¡Hasta la próxima!

 Correo electrónico: saritahdz73@hotmail.com

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.

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