Chuchita… ¡bolseada!

LO CLARO. Pertinencia

Hemos escuchado, leído y enaltecido el término. Sobre los asuntos educativos, hemos dicho que las carreras deben ser útiles, pertinentes al desarrollo de sus comunidades; que sean benéficas a la sociedad.

Que las políticas públicas deben ser igualmente, acordes a las necesidades de la población. No ocurrencias.

Del mismo modo, sustentamos la teoría que quienes encabezan los distintos sectores públicos, deben mantener su profesionalización acorde y pertinente al puesto que desarrollan.

El político, debe conocer los aspectos del entramado social y de los fenómenos que le fundamentan. Quien encabece programas de educación, por ende debiera ser el que mejor conoce sus fortalezas y debilidades; un educador.

A Tamaulipas, arriba al sector de salud, un médico a encabezar el sistema que da mayor cobertura en derechohabiencia. El IMSS atiende a un poco más de la mitad poblacional de éste Estado. El doctor Roberto Hernández Báez, toma las riendas del organismo, con la sapiencia humanística de haber sido formado con la instrucción de la ciencia y conocer la calidad y calidez que requiere un paciente y su familia. 

Seguramente imperará la medida en las prácticas gubernamentales. Un ingeniero, a hacerse cargo de asuntos hídricos; un sociólogo en temas de estadísticas y geografía. De tal manera, que los asuntos de administración pública, sean encausados con la cabalidad de preparación al puesto; con pertinencia.

LO CLAROSCURO. Según distintas versiones, “Chuchita” –Jesusa- era empleada doméstica, en el México colonial de 1685.

El término romántico con el que crecimos “A Chuchita la bolsearon” se desprende de que al ser enviada por sus patrones a realizar diligencias, aquella regresaba sin mandado… y sin dinero. Alegando la pobre, un asalto a la bolsa por desconocidos.

Con tanta frecuencia, que un buen día su patrón le llama a cuentas y pronuncia la frase reconocida “no me salgas con que a chuchita la bolsearon”. Al desentramar entonces, que Jesusa era proclive a dilapidar los centavos en bebidas etílicas para su consumo.

A mediados del 2015, se daba entrada ante el Senado de la República, a los resultados previos del análisis mediante el cual, la reforma educativa entraba en funciones. La evaluación docente –explicaba el secretario al frente del ministerio educativo- resultaba bien avenida, con las condicionantes de los estados que ponían resistencias –Oaxaca y Michoacán-; motivo de las presiones obvias al sistema.

El servicio profesional docente y los concursos de oposición, encontraban la aceptación de un sistema educacional que requería el envalentonado esfuerzo gubernativo de hacer frente al anquilosado sector de maestros.

Cerraba su intervención el ministro, con una frase del político por excelencia, Jesús Reyes Heroles “la reforma no puede lograrse con los dogmáticos que siempre quieren tener razón. Ni con los pusilánimes, que dudan aún, de la propia duda”.

Sube entonces la estrado, el Senador Manuel Bartlett, representante del partido PT (en extinción); y que surgiría su propia figura como presidente del PRI nacional; precandidato a presidente de México por las mismas siglas; gobernador de Puebla, Secretario de Gobernación y ¡oh! ¡Secretario de Educación en 1988!

“Es inviable el sistema planteado como reforma educativa; éstas iniciativas –no nuevas- siempre han fracasado. Los maestros no evolucionarán porque es muy complejo el sistema planteado. No se puede exigir un desempeño que no corresponde por el abandono de la educación.

La SEP es incapaz de realizar esta tarea, porque son un millón y medio de maestros a evaluar; no van a poder. Es un error.

“No se puede imponer un sistema que atenta contra los derechos de los maestros y el sistema educativo depende de los maestros y de sus escuelas. Es un galimatías. Es una evaluación en abstracto”. Es parte de las claves que da el hoy Senador, de su experiencia como Secretario y promotor de la educación y ahora… representante de la democracia. ¿En manos de quién estamos? Este demócrata, nos volvió a ‘bolsear’. Igual que con la caída del sistema del ’88.

COLOFON. Según reza la biografía del Senador Manuel Bartlett, en 1958 presentó su tesis profesional “La obligación del Estado de reparar los daños que cause”. Magistral.

Excepto por la falta de una tilde –acento- al final de la oración: “…los daños que causé” sería mejor interpretado.

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