Pian pianito

LO CLARO. De suma trascendencia, nuestro tema de hoy.

Nacimos como nación soberana, apenas hace 205 años. Con una Carta de convivencia que adquirimos de la Madre Patria –Constitución de Cádiz- y adaptamos a la llamada entonces Nueva España.

Hace 99 años, formamos nuestros propios fundamentos de coexistencia, con la que rige hasta hoy, la verdadera soberanía nacional.

Pero nos es dado pensar que el conocer el contenido de la Constitución Mexicana, es ‘tarea de abogados’. La también llamada ‘Carta Magna’, es el marco jurídico que nos brinda las garantías de libertad y de propiedad del suelo que nos da cobijo. Y nos permite elegir a nuestros gobernantes.

Y no es difícil entenderla. Su contenido abarca esencialmente dos apartados; el primero –dogmático- que se circunscribe a las garantías individuales. Los derechos de cada mexicano (igualdad, libertad, propiedad y seguridad jurídica) y el segundo apartado, que refiere a la ‘parte orgánica’; la conformación del Estado, sus atribuciones y competencias. Así como los castigos a quien desobedezca el cumplimiento de esta Ley Suprema.

Nadie por encima de la Ley.

A compartir éstos alcances en la próxima celebración del primer centenario de promulgada, estuvo el Senador Enrique Burgos con estudiantes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. “La Constitución frente al Centenario” disertó el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales de la LXIII Legislatura del Senado de la República.

No es sólo lectura de consulta de abogados. Ojalá hubiera mayores espacios de difusión cívica en torno al documento maestro.

Muchos mexicanos ofrendaron su vida para brindarnos este marco legal.

LO CLAROSCURO. “Pian pianito”, procede del italiano ‘piano piano lontano’. Despacito, lento… llegas lejos. O algo así.

Y así se mueve la política –o mejor dicho, los políticos- en México.

A suponer, porque se encuentran decidiendo la gobernabilidad de doce estados de la república.

Porque están más preocupados de los embates –entre ellos mismos, por supuesto- de sus complicidades delictivas en todos los partidos; por el pobre desempeño de muchos de sus gobernantes; porque deciden culpar a la economía mundial por el alza cambiaria y la baja rentabilidad del petróleo.

Porque suponen que al pasar las elecciones 2016 ya les quedará tiempo de atender las economías domésticas.

Recién el presidente de Coparmex, Gustavo de Hoyos, hizo un llamado urgente a la clase política; esencialmente a quienes integran las Cámaras de la Unión, a observar con más atención la imperante necesidad de darle mayor dinamismo al desarrollo de la economía.

México no puede esperar a que la política encuentre su cauce y mientras tanto, sigan en el tintero importantes enmiendas que requieren su destrabe. La reglamentación de las zonas económicas especiales; las modificaciones al sistema de pensiones y la Ley de disciplina fiscal a entidades y municipios son apuntes pendientes de desahogo.

Que en su calidad de observadores del presupuesto público, los legisladores cuiden que la presión financiera de los gobiernos locales, no se traslade en forma de incremento en deuda a los contribuyentes; que se vigile con mayor eficacia el gasto público y que éste garantice un mejor fomento a la generación de empleos.

No podremos esperar como país, a que terminen sus querellas políticas para encaminar de nuevo el rumbo de la economía que reclama un mejor esfuerzo. Esfuerzo que deberá ser del ciudadano común. Sin duda. Pero que también les compete.

En palabras claras: ¡que cada quien, haga su trabajo! Nada de ‘pian pianito, al cabo como quiera llega la quincena’.

COLOFON. Eran tiempos del Congreso de Belisario Domínguez. Afuera del recinto, se alcanzaba a escuchar “ladrón, espurio, mal hombre…” y preguntan a un guardia del salón por los agravios “Nada, llaman a Victoriano Huerta, pero primero leen su biografía”. De la cosecha del Claroscuro, en ocasión de los 99 años de la Carta Magna. Con todo respeto…

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