Marte R. Gómez fue polifacético. Se le conoce como político, como mecenas de artistas y no me lo imaginaba como un escritor de gastronomía. Resulta que este miércoles, ahí en la Pinacoteca, en punto de las 11.30 horas, se presentara el libro “Gastronomía Tamaulipeca” donde Marte Gómez Leal, hijo del exgobernador. Con este libro Libertad García Cabriales sigue honrando la memoria del destacado político.
¿Quién no conoce la gastronomía tamaulipeca? O, mejor dicho, ¿Quién no la ha disfrutado? Con motivo de mi afición fotográfica he recorrido, por decir, el altiplano tamaulipeco y me he topado con una extraordinaria variedad de comidas: que van desde gorditas con sabrosos guisos, el cabrito con una gran variedad de presentaciones. Es, siempre, un halago al paladar.
Marte R. Gómez nos ha dado muestras de que le gustaba escribir. Basta observar, sin necesidad de leer, todas las cartas que en su vida escribió. Por lo que, se deduce, le encantaba escribir. Así que, imagino, en cada uno de sus recorridos por los rincones de Tamaulipas, como político, como gobernante, como servidor público, fue haciendo notas y notas, mismas que hoy son parte del libro “Gastronomía Tamaulipeca”.
Paco Ramos, así se expresa en “Saberes y sabores” de Tamaulipas: “Nuestra geografía es rica en expresiones culinarias: gorditas de horno y bocoles de Mante, cabrito enchilado, jaibas rellenas, atole de maíz de teja de Camargo, carne asada a al tampiqueña, gorditas huastecas, enchiladas tamaulipecas, atole de miel de maguey, vino mezcal de tuna, garrocha de lechuguilla, cabrito de gala…”.
Mercedes Varela no se quedo atrás y escribió “De chile, dulce y manteca”. Es un libro que leí el año pasado, cuando se presento. Pensé que eran recetas y nada: son textos con una prosa sencilla, accesible para todos, que son historias o recuerdos que enmarcan las múltiples recetas. Como la historia que enmarca el “Cabrito en salsa”: historia de un matrimonio, de un cabritero.
Es bueno, interesante, y muy significativo que se rescaten las ideas, las recetas, de la gastronomía tamaulipeca. Y es que, la verdad, muchas se van perdiendo. Un día, por ejemplo, en Tula probé un mole en pollo, o pollo en mole, y me supo delicioso. No me quede con la duda y pregunte: resulta que era mole casero, de acuerdo a como lo hacía “mi abuelita”, me dijo la señora Norma. Nada que ver con el mole “Doña María” que se compra en el super. Por cierto, pregunto: quien hace atole de mezquite. Ni sabían de eso.
La comida mexicana tiene fama en el mundo y la tamaulipeca no se diga. Un día vinieron a la universidad unos profesores españoles. Al momento de llevarlos a comer, solo pusieron una objeción o recomendación: que los lleváramos a comer, vaya la redundancia, comida regional… que la comida, dijeron, de los restaurant caros, de franquicia, lo que menos tienen es sabor. Así que un día, fuimos a las gorditas de Doña Tota; otro, al Jalisco, a La especial y hasta a “Las viandas”, a La Tía.
En lo personal, me gustan algunos platillos, como: los huevos tirados (revueltos con frijoles refritos); masita guisada con chorizo; las chochas con huevito… un día en Tula tuve un incidente desagradable: pruebe las enchiladas huastecas y no me resistí; se preparan con huevo con chile verde y luego la tortilla se baña con salsa verde. No me quedaron ganas de volver a probarlas.
Tamaulipas tiene una riqueza gastronómica que, como bien explica Paco Ramos, se da por zonas o regiones. Puede ser el mismo platillo, pero con una preparación diferente, que le da un sabor único, diferente y sabroso. Así que, si tiene chance, amigo (a) lector (a) vaya este miércoles, a la Pinacoteca y escuche la presentación del libro “Gastronomía Tamaulipeca”. La cita es a las 11:30 horas.
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