Gracias a la presidenta municipal de Metepec, Carolina Monroy de Nemer, presenté la primera novela del colega Alberto Peláez.
Compartí créditos, en el fabuloso Museo del Barro, con la querida maestra Enriqueta Cabrera, titular de nuestro canal 11 del IPN -ejemplo maravilloso de televisión pública, que ha logrado fabulosos estándares de calidad, y que ha sido motivo de galardones a nivel internacional.
Enriqueta es una escritora de gran calado; una analista precisa, y una internacionalista acertada y polémica. ¿Quién no la recuerda dirigiendo el Día, el Nacional y conduciendo Palabra Escrita? ¿Quién no la recuerda como directora del Museo de las Intervenciones?
Frente a un público, muy interesado en conocer al corresponsal de Televisa en Madrid, dije que si la novela es prosa que narra una acción fingida y que tiene como fin causar placer estético a los lectores; entonces mi amigo Alberto Peláez lo logró.
Efectivamente, esta obra literaria describe, a lo largo de sus 206 páginas, lances interesantes, y una combinación de personajes con carácter, pasiones y costumbres distintas.
Alberto nos ofrece un relato complejo en el "Olvido de la Memoria" si lo comparamos con sus notas periodísticas, que son historias contadas en un par de minutos; o bien, resulta rebuscado si lo equiparamos a "Corresponsal en Yugoslavia" o "Bitácora de Guerra" u "Objetivo Saddam"
El "Olvido de la Memoria" es un relato veloz, que nos lleva de la ternura al dolor; y es la historia desde la gestación hasta la muerte.
Qué desgraciado era el alcalde del pueblo: maldito presidente municipal de Mancha Real. Jaén maltrató a Rosario.
Y ese relato que hace Alberto, del abuso, de la corrupción, de lo malvado que pueden ser lo seres humanos, es una denuncia a la ilegalidad, es una crítica a la injusticia de los poderosos.
Es de llamar la atención que la historia se desarrolla en España de la posguerra, pasando por varias latitudes con fenómenos de conflagración, entiéndase guerras, y remata en México.
¿Y que acaso no es la vida de Alberto? Es su vida. El fue a la escuela en Madrid y le hablaron mil y un veces de esos 2 años 8 meses y 15 días de una España republicana y sublevada; del fracaso parcial del Golpe de Estado de julio de 1936; del conflicto entre republicanos y sublevados; de la implantación de la dictadura de Franco.
Sí. Esta novela es un espejo de la vida de Alberto Peláez. No estoy diciendo que su madre sea Rosario ni el Román. Nunca me atrevería a pensar que esos dolores de parto que provocó Román en la entrañas de doña Rosario, los pudiera provocar nuestro personaje de la tele que cruza sus brazos para darle la nota a Loret o López Dóriga. Tampoco el fue abandonado: tenemos evidencia de que los Peláez son una familia unida.
Lo que quiero decir es que el escritor redacta de acuerdo a su experiencia, a su background, a sus vivencias. Y lo que editó "Efecto Violeta" es un pedazo de su vida: España y México pasando por 19 guerras, sin olvidar las que lo han marcado: Balcanes, Afganistán, Somalia, Irak y Ruanda.
Lo que quiero decir es que Alberto hace la novela en torno a dos jóvenes periodistas que hacen un reportaje en Biarritiz. Comunicadores que se meten en sus historias, que lloran, que se conmueven, que vibran, que se desesperan, que hilan informaciones y que se dan cuenta al final que reportean sus propias vidas.
Es fabuloso como Alberto logra "reportear" el pasado hasta encontrar que ese bebé, hoy reportero enjundioso, abandonado en un convento, es él mismo.
Y remata con una fabulosa charla con un anciano, y descubren después de un café ser hermanos. De ahí empieza otra aventura increíble para encontrar a la mama, que se había ido a México. Vienen para acá y dan con la tumba donde descansan sus restos.
Peláez, hace una gran historia, como todas aquellas que al investigarlas o reportearlas, no encajan. Cuando el pasado resulta sencillo, no es atractivo periodísticamente hablando. Cuando todo está revuelto, son atractivas, son apasionantes, son vibrantes y obligan a no morir en el intento de encontrar la verdad.
Usted como lector morirá en el intento de encontrar alegorías a el Parque del Retiro, se habla de Chapultepec. No se habla de Paseo de la Castellana, sino de Reforma. No se habla de Madrid, sino de la megalópolis chilanga.
No habla de la zona se Serrano, sino de Polanco; no se habla de la Gran Vía en el penúltimo capítulo, sino de Mazaryk. No se habla de la fuente de Neptuno, sino del Angel de la Independencia.
Y claro, como la última parte de la novela se desarrolla en México, se repite ese muy común diálogo: "adoro España sin conocerlo. Mi abuelo nos habla muy bien de España, mis raíces están allá. Pronto iré con mi familia. ¿Cuántos españoles no llegaron a México por la Guerra entre hermanos? Aquí encontraron cobijo que les negaron los tiranos."
Y efectivamente, es extraordinario coger -tomar, agarrar, abordar- un avión, y en doce horas estar en otro país donde se habla el mismo idioma. Como lo establece Ernesto en la novela.
En el "Olvido de la Memoria" se habla de nuestro café chiapaneco y veracruzano; no se habla del Paraguas o el Ten con Ten, sino del Taquito; y quien lo iba a imaginar: se habla de la Iglesia de San Juan Bautista en Coyoacán, donde por cierto estaban las cenizas de Pilar que nació en1922 y murió acá, en 1998.
No se habla de la Plaza Mayor, sino de San Jacinto; y obviamente se habla de la virgen de Guadalupe.
Vale la pena recordar que después de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla el llamado boom latinoamericano de la novela con exponentes notables y talentosos, situación que se presenta en los años 60 y alcanza su apogeo en la década de los 70 y principios de los 80.
Entre estos se puede citar a Julio Cortázar y su obra Rayuela (1963); Gabriel García Márquez, colombiano, cuyo libro más conocido es Cien años de Soledad (1967) y de quien el género más destacado es el llamado realismo mágico; Octavio Paz, el mexicano de quien cabe destacar el ensayo El Laberinto de la Soledad, aunque tiene muchas otras obras; Mario Vargas Llosa, peruano, autor de La ciudad y los perros y Pantaleón.
Todos ellos, novelistas. Creadores de historias. Lectores voraces que logran imaginar fabulosas acciones fingidas que ofrecen placer estético.
Y para ser tu primera novela, nada mal amigo. Fabulosa, yo diría.
EN FIN, NO DEJEN DE LEER ESTA NOVELA DE UN NIÑO QUE SE HIZO ANCIANO, Y QUE VINO A ENCONTRAR LOS RESTOS DE SU MADRE, EN NUESTRO QUERIDO MÉXICO.
TU MÉXICO, MI QUERIDO ALBERTO.
*Periodista, editor y radiodifusor
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@GustavoRenteria