Hace días platicaba con un maestro de la facultad de derecho sobre el estudio de las ciencias políticas, y me comentaba que prácticamente las licenciaturas y programas de posgrado que ofrecen la carrera de política o administración pública, se podría decir que son muy contemporáneas y más en México. Sin embargo, hace siglos que la política se ha venido utilizando, políticos que sin estudios en la materia han logrado escalar altos peldaños en la escalera gubernamental y en varios casos dirigido Estados completos.
Tal es el caso de Joseph Fouche, un personaje que prefirió estar en las sombras que recibir las luces de la fama y en esas mismas sombras desarrolló un envidiable olfato para interceptar las corrientes políticas. Un francés que ha quedado olvidado en los espejos de la historia universal, un político que no está plasmado en la mayoría de los libros, pero sus decisiones y su influencia fue de gran importancia en los movimientos franceses de revolución y en el imperio napoleónico. Un operador que hizo de su pragmatismo un dogma.
Fouche nació en cuna humilde en un pequeño pueblo. Al crecer ingresó al seminario ya que era la única opción para un joven como él de seguir ilustrándose sobre las ciencias.
La aparición de Fouche en la política sucedió al estallar la Revolución Francesa en 1789 y se instaló la Asamblea Nacional para acordar los acuerdos y las políticas que se implementarían en Francia. Fouche pertenecía al grupo de los girondinos, un grupo que era mayoría, además de ser una colectividad de ideología moderada. Al comenzar a perder la mayoría el partido girondino, principalmente cuando Robespierre entra a la asamblea, Fouche hace uso de su excelente olfato y pasa de un extremo al otro, transformándose de monarca moderado a ser un jacobino de los más radicales.
Joseph Fouche logró conseguir la presidencia del partido jacobino y después formo parte de los principales orquestadores del golpe de Estado que acabo con el gobierno “democrático” de Robespierre.
Al entrar el directorio (penúltima forma de la república francesa), éste tuvo como principal objetivo encarcelar y perseguir a Fouche por su colaboración en el gobierno robesperriano.
Pasaron tres años en donde él, vivió un tiempo muy difícil, hasta que se gana la confianza de Barras(principal líder del gobierno), y al cual ayudo a terminar con una conspiración, motivo que lo llevo como premio a ser el Ministro de la Policía.
Fouche logró estructurar una amplia y extensa red de espionaje a lo largo y ancho de Francia, para investigar los secretos de los políticos, de esta manera tenía a más de diez en sus manos, y muchos temían que el ministro de la policía diera a conocer todo al público.
Gracias a la red que constituyó pudo darse cuenta de las intenciones de Napoleón Bonaparte por conseguir un golpe de Estado. Fouche puso toda su experiencia y equipo a disposición del próximo emperador y de esta manera gano repetir el puesto de Ministro de Policía.
Más adelante en la historia, Napoleón fue derrotado en la batalla de Waterloo, Fouche ya había previsto eso y comenzó a coquetear con Luis XVIII, le propuso conseguir el trono del monarca, siempre y cuando él le respetará un cargo de ministro. Al final, Luis XVIII aceptó y Fouche hizo su trabajo, restaurando la monarquía en Francia.
Fouche en los últimos años de su vida vivió en el exilio, convertido en uno de los hombres más ricos de Francia y con una tranquilidad que muchos en su época envidaban.
Joseph Fouche fue un experto en el transfuguismo gubernamental, ideológico y partidario, ha sido el vivo ejemplo de los postulados maquiavélicos.
La política mexicana, cuenta con varios Fouches que al igual que él, pasan administraciones, trienios, sexenios y ahí siguen, no se van, son prácticamente dueños de importantes cargos de gobierno. Tal vez utilicen la doctrina fouche o tal vez y tengan su propia doctrina, esa que les garantiza su permanencia política, sin importar quien llegue al poder.
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