A principios del siglo pasado se suscitaron inmensas batallas entre distintos grupos políticos por alcanzar el ejecutivo federal y desde ahí lograr la cohesión de ideales y visiones para el México post-revolucionario.
Más adelante en el curso de la historia, un 22 de noviembre de 1929 personas a fines se reunieron en casa de Luis L. Leon, para iniciar el proyecto de organización del Partido Nacional Revolucionario, -Después se convertiría en el PRI- con el objetivo de unificar a las corrientes políticas emanadas del movimiento de la revolución.
Plutarco Elías Calles, El “Jefe Máximo de la Revolución”, era presidente de la República cuando propuso la creación del partido político y en marzo del año 1929 fue el primer líder de la nueva organización.
La visión fundamental fue ser un partido de masas en el que los pensamientos y las necesidades de la población se vieran reflejados en las propuestas de sus estatutos.
Crear sectores populares que encuadraran los distintos perfiles de la sociedad, aceleró la simpatía hacia el interior del Nacional Revolucionario. Se formalizaron los sectores; popular, trabajador y campesino. Una idea que de manera paralela a buenos liderazgos, garantizaron la compaginación y la simpatía al gran partido.
En 1938, nueve años después de su creación se le cambió el nombre a la institución por el de Partido de la Revolución Mexicana y en 1946 tuvo una segunda reorganización y cambio de nombre para evolucionar al Partido Revolucionario Institucional.
En un contexto histórico mundial de la época, se puede formalmente decir que el PRI fue un amparo a la estabilidad social y al fortalecimiento del gobierno por medio de nuevas instituciones, en comparación de los sucesos políticos que pasaron y afectaron a muchos países con gobernantes fascistas y sociedades literalmente azotadas en la inestabilidad.
Hoy, el PRI, enfrenta diferentes inquietudes y problemáticas de la sociedad mexicana. No son las mismas del siglo pasado. Su estructura pareciera ser obsoleta, hacia el interés de los mexicanos.
Sectores, organizaciones y estructuras territoriales caen en la simulación en cuanto a afiliados y ya no son el brazo fuerte del partido, que elección tras elección eran los incondicionales aliados, garantizadores del triunfo.
Al igual que el derecho, la política se debe de ajustar a las condiciones de la actualidad, para de esta manera aglutinar e incluir a los mexicanos.
Luis Donaldo Colosio dentro de sus principales planes a seguir si hubiese resultado electo presidente de México, tenía pensado iniciar de manera urgente la renovación del PRI y cohesionar las distintas fuerzas que en los noventas estaban activas. Quería fusionar al PRD con el PRI y de esta manera revolucionar la forma de hacer política desde el interior. Tal vez ya no hubiese sido un partido, tal vez y el PRI se hubiera convertido en una ONG (Organización No Gubernamental) o en alguna asociación innovadora que sí fuera aceptada por la mayoría de los mexicanos.
De lo que sí estamos seguros es que cada vez más el PRI tiene menos simpatizantes y más detractores, síntomas de una urgente evolución.
Las asociaciones civiles, las colectividades ciudadanas, ONG’s y OSC’S, son en el presente la forma de organizar y direccionar ideales a las políticas públicas, estas asociaciones son en otros países la manera directa de hacer política.
México al igual que los mexicanos día con día están cambiando, redes sociales que movilizan masas de forma viral, jóvenes que cada vez son más y quieren participar. El PRI se encuentra con la obligación de progresar para poder seguir en la jugada. Enrique Peña y Manlio Fabio tienen una gran tarea que podría ser la oxigenación que tanto necesita el partido.
En el pasado ocurrieron dos transformaciones que resultaron con saldos positivos para el partido. Si el PRI quiere seguir siendo el partido con más militantes y lo más importante, seguir ganando elecciones: tiene que evolucionar. La pregunta aquí es, ¿cuándo llegará el cambio?
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