JOSÉ MUJICA, el presidente de Uruguay, nos ha sorprendido por su estilo de vida; “ligero de equipaje” dice él, pero su filosofía de vida es mucho más profunda, de la que se desprende una autoridad moral que pocos políticos poseen, por eso llama la atención cuando se refiere al gobierno de ENRIQUE PEÑA, como un “estado fallido”
“…A uno le da una sensación, visto a la distancia, que se trata de un Estado fallido…” ha declarado para referirse al caso Ayotzinapa, y aunque esto le costó haberse retractado, tan pronto conocieron la versión en México, me parece que MUJICA sabe de lo que habla, al igual que otros mandatarios que han preferido guardar silencio en un asunto, que constitucionalmente no les concierne, pero humanamente sí.
En particular, al Presidente PEÑA le preocupó mucho una opinión de alguien como JOSÉ MUJICA, ¿por qué? Porque es un personaje que ha alcanzado una importancia internacional como líder, y cualquier cosa que diga, será tomada con suficiente atención, porque no sólo ha criticado al gobierno de PEÑA; los organismos internacionales han sido el blanco más recurrente en los foros mundiales.
“Los poderes públicos (en México) están perdidos totalmente de control”, ha dicho en otra parte de la entrevista que concedió a la revista Foreign Affairs, y vaya que tiene razón, cuando el Estado de Derecho, desapareció desde el gobierno de FELIPE CALDERÓN.
La crítica del mandatario uruguayo, es tan profunda y doliente, que pareciera que conoce bien el estilo de gobernar en México: “Este tipo de episodio de los estudiantes y cosas por el estilo, no tienen otro camino que la investigación. No es negociable. No se puede colocar esto en el largo capítulo de las consecuencias de la dictadura”
El señalamiento va dirigido también para la sociedad mexicana, cuando se refiere a ese estilo de vida que se ha hecho costumbre en nuestro país: “Se ha establecido como una tácita costumbre social. Seguramente, el corrupto no está mal visto; es un triunfador, un señor espléndido. Por ese lado estamos fritos”
A un hombre como MUJICA podríamos reprocharle quizás, haberse autocorregido, después de asestar una crítica, que el gobierno de México rechazó tan pronto como se enteró de ella, aunque a decir verdad, eran hasta injustas para un país como el nuestro, que apenas en enero de este año, lo había condecorado en Cuba con el Águila Azteca.
Pero el golpe ya está dado; lo que vino después, fue una reacción diplomática que buscó salvar la imagen del Presidente de una exhibida internacional, aunque los chinos ya se nos habían adelantado, sólo que con ellos nos quedamos callados; no hubo argumentos para sugerirles que se retractaran.
Es un corto mensaje, el de MUJICA, en el que describe los principales problemas del gobierno de México: impunidad, injusticia, corrupción, violencia y olvido.
Por supuesto que comparto el señalamiento, pero no aspiro a la caída del Presidente, como tampoco creo que ese sea el propósito del Mandatario de Uruguay, al contrario, en su primer versión apela a la reacción del gobierno en su ética y moral.
Aunque creo que PEÑA NIETO ha empezado a tomar este asunto muy personal, y está haciendo todo para protegerse; cuestión de revisar los últimos discursos, en los cuales hay un tono de molestia y de culpa hacia los demás, pero no hay una intención por reconocer los errores y menos por corregir el rumbo.
Otro rasgo de inseguridad que se aprecia en PEÑA, es la campaña nacional para neutralizar la furia de los mexicanos, como el anuncio del dirigente del PRI, CÉSAR CAMACHO, de cerrar filas en torno al Presidente de México.
O, el video de la señora del Presidente buscando protegerlo, al igual que el discurso del Secretario de la Defensa, SALVADOR CIENFUEGOS, al decir que lo que está pasando en el país “no sólo es culpa del gobierno”, o el mensaje del Secretario de Gobernación, MIGUEL ÁNGE OSORIO, que pide fortalecer la cultura de la legalidad.
El argumento sigue siendo de defensa, pero a estas alturas, la única solución viable para una sociedad que se siente muy lastimada, es el restablecimiento del gobierno que perdió toda la confianza, y cómo no perderla si el Procurador JESÚS MURILLO aceptó haber mentido porque era lo que la gente quería escuchar.
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