“No reniego del patriotismo; pero primeramente soy humano. Y cuando ambas cosas son incompatibles, siempre le doy la razón al ser humano”. Herman Hesse.
LOS CLAROSCUROS. 9 gobernadores; 17 Congresos locales; 500 curules federales. 2 mil 159 cargos políticos en total, en disputa en 2015. Erogaciones del presupuesto por el orden de 4 mil 200 millones de pesos para realizar los procesos eleccionarios.
Aquí, cabe correctamente una pregunta que usted podría formularse: “¿Y…?”
Dicen los verdaderos analistas políticos, que existe un divorcio visible entre la clase política y la sociedad. En donde el castigo de la población hacia esa clase, se hace patente en el repudio que ejerce sobre ellos, a través de manifestaciones en redes sociales y el descredito a quienes la componen.
Igual que la pobre votación de una sociedad que se siente ‘divorciada’ de sus representantes.
¡Pues no es cierto! No existe tal divorcio.
¿La razón? Los partidos políticos en México, existen desde el siglo XVIII. Su estructuración y fundamentación, consiste desde sus inicios en el control del espectro gubernamental –y obvio del presupuesto.
Y desde su fundación y hasta el día en que usted y yo nos leemos, jamás ha existido matrimonio tal.
La lucha clasista del país, acaso identifique claramente los apartados sociales que componen la estructura socioeconómica mexicana. A saber: clase pobre –donde existen más-; clase media (llamados ‘criollos’ en tiempos novohispanos), la difuminada minoría que la conforman los ricos y muy aparte de los tres segmentos, la clase política.
En este tenor, considere si alguna vez ha usted topado con esa segunda minoría que sólo acude a los dos primeros segmentos poblacionales, cuando la ley le impone legitimar su estadía al frente de los puestos públicos. Y a la minoría de los ricos, para servirle y servirse…o hasta para casarse.
¿Usted convive con algún regidor, en la manzana de su colonia? No hablamos en tiempos de elecciones, como serán los meses previos a junio próximo.
¿Se ha casado algún familiar suyo con un senador, jefe delegacional o presidente municipal?
Podría resultar cierto, en la mezcla de las dos minorías a las que aquí nos referimos.
El grueso que conformamos más del 85% de la población, sólo sabemos de los políticos en tiempos de ‘legitimación’. No importan colores partidarios. En todos los casos, los apellidos Cárdenas, López Obrador, Bejarano, Robles, Chuayfett, Ávila, Monreal, Ebrard, Ortega, sólo los verá mezclados acaso con otros nombres artísticos o en boletas electorales.
En ningún caso, siendo parte de las masas populares.
De ahí la afirmación tácita, de estar ciertos que jamás ha existido matrimonio tal, que comprometa a la población a seguir con los ojos cerrados a sus líderes políticos.
No existe compromiso que fundamente un apego de la población por aquellos que viven un ‘apartheid’ social. Pues las glorias de sus triunfos electorales, son únicamente saboreadas dentro del mismo mundillo político.
Desprende lo anterior, el morbo que causa saber por parte del 85%, sobre escándalos de índole marital; de cuentas públicas; de dotes patrimoniales, o de cuando ‘caen al torito’ –la cárcel del D.F.- como el caso del ‘niño verde’ o el reciente bochornoso acto del delegado borracho de Iztapalapa, Jesús Valencia.
A 67.29 pesos que corresponde un salario mínimo diario vigente en la zona del Distrito Federal; la correlación del gasto de la elección del año entrante significaría el pago de ¡Ciento setenta y un años de sueldo a cada uno de un grupo mil hombres pobres! Considere que la edad promedio es de 74 años. Le sobran casi cien a cada uno.
Por lo que significa la evolución de las clases y de la política, los que la ejercen deberían atender con otra perspectiva el involucrar realmente a quienes les permiten seguir detentando el control del vasto escenario público.
Dando real aceptación y seguimiento a las demandas ciudadanas. Que no sólo sea el voto lo que los comprometa y los mezcle. Que los intereses sean comunes…hasta que el servicio de salud universal sea el mismo.
Cuando eso suceda…el pueblo seguirá ciegamente a sus gobernantes. Entonces, existirá el matrimonio.
COLOFÓN: "Soy Gobernador, no bombero"... Miguel Alemán, ex socio de Televisa y ex gobernador de Veracruz cuando se quemó el mercado Hidalgo en Veracruz y le preguntaron si ya había ido al lugar del incendio.
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