Por: Juan Sánchez-Mendoza07/11/2012 | Actualizada a las 22:47h
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El rumor
es un recurso utilizado por quienes suelen propagar versiones con la aviesa
intención de distorsionar la realidad, pues sólo de esta forma los antropófagos
contienen la rabia que les produce no acceder a las posiciones que por méritos
propios les están negadas. Es
también, el rumor, un mecanismo de comunicación que se reproduce con rapidez
entre los grupos formales e informales, llegando incluso a sembrar inquietud y,
en ocasiones, obligando al afectado a desmentirlo públicamente. Por lo
general provoca inestabilidad y viene a llenar el vacío que genera la falta de
información objetiva en torno a un trance o tema. Su
desplazamiento por el tejido social es paulatino --y en ocasiones efectivo--,
por lo que una vez que ha prendido tiene que ser aclarado mediante una
estrategia contundente que lo sitúe en su justa y real dimensión. La
fijación de los rumorólogos consiste en acuñar un mensaje o una serie de
versiones que tengan consistencia y algo de credibilidad –hasta lógica, según
sea el caso--, aunque partan de supuestos y sean contrarios a la verdad, ya que
ellos tratan de ganar la atención de la opinión pública. De manipularla y
hacerla copartícipe de sus intereses oscuros, sin el menor pudor de que en ello
va implícito el engaño, porque es precisamente la hablilla malintencionada su
mejor arma para buscar poder. De ahí
que los servidores públicos, políticos, operadores y profesionales de la
comunicación, tengan que estar alertas ante cualquier expresión que falte a la
veracidad y trate de dañar una imagen pública tergiversando los hechos. Surgido
de mentes perversas, el rumor se convierte en un arma que incluso puede llegar
a afectar un proyecto político y a la persona que lo encabeza. Habitualmente
el rumor no tiene autoría en lo individual, pero se incuba y reproduce entre
los grupos de interés que lo magnifican. Sobre
todo cuando se trata de nulificar a “la presa” y trazar una ruta hacia el logro
de un propósito, normalmente relacionado con el poder. De esta
manera los funcionarios públicos son un excelente caldo de cultivo para que se
propaguen verdades a medias o mentiras completas y fluyan de boca en boca hasta
prender en el conjunto social. Más
cuando los caníbales desempleados van en pos de huesos con carnita pa’ tener
ofrendas qué llevarle a su rey. Eso lo
saben y bien en Palacio. Los “chaqueteros” Sería deshonesto, desde cualquier punto de vista,
que en este proceso electoral cinco de los siete partidos políticos (con
registro oficial) buscaran complementar las fórmulas de candidatos con la
pepena de priistas resentidos, como lo han hecho en justas anteriores para
acceder a los ayuntamientos y estar representados en el Congreso local. Es decir, con los escurrimientos que pudieran
emanar del tricolor, merced a la frustración de quienes fracasen en su
intentona de lograr las nominaciones codiciadas, ya sea por el camino de unidad
o de consulta a la base. Obviamente hablo de los partidos Movimiento
Ciudadano, del Trabajo (PT), de la Revolución Democrática (PRD), Verde
Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal). En el caso de quienes usufructúan efectivamente las
dirigencias de estos membretes y hacia el exterior ya ofertan candidaturas, no
podía esperarse menos. Y no porque bajo su mandato las estructuras de esos
partidos que integran la mentada “chiquillada” han adolecido de trabajo
político y sólo aparecen en la palestra en toda época electoral. Fuera de esa coyuntura se la pasan en la güeva sin
desarrollar ninguna otra actividad digna de tomarse en cuenta –aunque legal y
moralmente estén obligados a mantener presencia constante con las bases que
dicen representar--, hasta la víspera de otro proceso comicial. Incluso, mientras llega el momento de animar la
causa ciudadana con el propósito de capitalizar su participación en las urnas,
los jerarcas y los escasas cuadros de esas organizaciones tampoco intentan
arraigarse en el conglomerado social. Duermen el sueño de los benditos. Y si
acaso realizan alguna gestión de beneficio colectivo, es porque los grupos que
se echaron en sus manos los presionan hasta obligarlos a cumplir algo de lo que
tanto prometieron cuando mendigaban su apoyo. Llamando la atención Algunas organizaciones conocen a la perfección la
movida a realizar durante la época de invernadero político. Acostumbran meter
su cuchara en las discusiones de los temas o problemas en boga y hacer ruido, a
fin de proyectar ante la población una imagen distinta a su verdadero ser. Incluso hasta se muestran como individuos
congruentes, aguerridos y defensores permanentes de las causas que abanderan. Por ello no resulta extraño que esa mentada
“chiquillada” exhiba un marcado oportunismo a la hora de presentar trabajo. Es decir, cuando debe mostrar a propios y extraños
sus destacamentos y divisiones con los que aspiran alcanzar el triunfo
electoral. Sus jefes partidistas configuran planes y
estrategias a partir de la fuerza de sus adversarios, cancelando así la
posibilidad de brillar con luz propia y de ampliar el proyecto que defienden
rumbo a la conquista del poder. Bajo este entendido, tampoco es raro observar cómo
al participar en un proceso electoral los guías partidistas tienden las redes
esperanzados en atrapar peces grandes o pececillos, aunque estos no compartan
su ideología, credo ni modo de hacer política. De cualquier modo el plan a seguir tiene sustento
en la búsqueda de alianzas interpartidistas. En la pepena. En los
escurrimientos o rémoras que deja el partido grande, y, en menor medida, en la
raquítica fuerza de que tanto hacen gala. Cafres
vs. Parapléjicos Sé bien
que en los estacionamientos privados Tránsito municipal no tiene injerencia,
pero en el caso de los centros comerciales, hasta donde entiendo, existe un
convenio para que los agentes viales realicen labores igual que en los
estacionamientos de los inmuebles oficiales. Pero en
los municipios más poblados de Tamaulipas se da el caso de que los uniformados
le temen tanto al influyentismo de los automovilistas que son incapaces de
prohibir a estos utilizar los espacios reservados para los discapacitados. En los
estacionamientos de Soriana, GranD’, Wall Mart, Sam’s Club, los hospitales,
aeropuerto, central camionera y otros espacios destinados al mismo fin, cuando
menos, he observado falta de conciencia ciudadana, pues muchos abusivos conductores
sin ningún impedimento físico –aunque sí mental, es obvio--, ocupan los cajones
pintados de azul y visiblemente rotulados con el emblema de los discapacitados. Afortunadamente
un servidor no padece enfermedad alguna que me lleve a ocupar los espacios que
le comento. Sin embargo al ver la ruindad de quienes por flojera sí lo hacen,
no por estar impedidos físicamente, lo menos que pensé fue en su pobreza moral
y, por supuesto, en las lesiones mentales irreparables que quizá, sin darse
cuenta, padecen desde niños. Em@il:jusam_gg@hotmail.com
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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