Los profesionales del escándalo --ésos fanfarrones que se distinguen por su locuacidad y habilidad trepadora--, ya contaminaron todos los ámbitos de la vida social...
Por: Juan Sánchez-Mendoza13/10/2010 | Actualizada a las 22:59h
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De ciencia, la política se convierte en
espectáculo Diputados albicelestes no proponen, pero sí
gritan PRD acusa saqueo en ayuntamiento de Reynosa Jiménez Riestra avienta piedra y esconde la mano Los profesionales del
escándalo --ésos fanfarrones que se distinguen por su locuacidad y habilidad
trepadora--, ya contaminaron todos los ámbitos de la vida social. Otrora el fenómeno era
privativo del mundo de la farándula, pero en la actualidad permea cualquier
actividad, incluyendo la religiosa, militar, económica, laboral y, por
supuesto, la política. Verdaderas “joyas”
ejemplifican lo expuesto, merced al amarillismo con que se conducen algunos
medios de comunicación masiva, tanto electrónicos como impresos, aunque también
se da el caso en el manejo propagandístico. Ante la falta de
reconocimiento por la realización de buenas obras de beneficio colectivo, a
muchos personajes públicos (de todas las corrientes ideológicas) les da por
hacerse los graciosos, lanzar vituperios o decir estupideces a diestra y
siniestra, pues poco les importa contaminar aún más el prostituido ejercicio
político. Lo importante es atraer los
reflectores hacia sus enclenques figuras y tratar de potencializar los
exabruptos, a fin de llamar la atención de los diversos públicos a los que
pretenden impactar. La televisión nos ha mostrado
en vivo uno de los más crudos acontecimientos de corrupción política, cuando
tras “cerrar el negocio” los actores se llenaban los bolsillos con fajos de billetes,
en apariencia producto del tráfico de influencias. Ello fue trasmitido con el
estilo propio de los programas espectaculares. El mismo medio ha dado cause a
otras expresiones menos terribles pero igual de dañinas en la pérdida de
asombro, hasta provocar que el auditorio se torne indolente cuando se entera de
este tipo de escándalos. Felipe Calderón Hinojosa,
Andrés Manuel López Obrador, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quesada,
Marcelo Ebrard Casaubón, Juan Sandoval Íñiguez, Elba Esther Gordillo Morales,
Manuel de Jesús Espino Barrientos, Enrique Peña Nieto y Jesús Ortega Martínez
son, junto con Julio César Godoy Toscano, Jorge Emilio González Martínez (alias
“El niño verde”), Jorge Kawachi y Beatriz Paredes Rangel, verdaderas “alhajas”
de la picaresca nacional. Incluso sus “virtudes” los han
convertido en “celebridades” de la pantalla chica, gracias al manejo mediático
que les permite vender lo novedoso y lo raro a los “cazadores” del morbo, que
han encontrado un rico filón en la ocurrencia, el disparate o la puntada de los
políticos. Buscadores de “talentos” Gente de ese talante y
estatura no les pide nada a los comediantes que hacen de su vida un monumento
al relajo y desenfreno, con la intención de jalar la lente y el micrófono hacia
su persona o lograr espacios preferenciales en los medios especializados en el
mundo del espectáculo. Se ha convertido en todo un
arte ser imán de los “head hunter”, pues esos buscadores de “talentos” también persiguen la fama cazando
“especímenes” de la vasta fauna política, que visto está se ha ligado
sentimentalmente con personajes de la farándula. Por otra parte, en todos los
partidos encontramos “show man” que manejan por nota el sentido de la
oportunidad para ganar espacios públicos, contando siempre con la interesada
participación de la prensa. Estos seres --tormentosos,
trepadores y audaces--, son verdaderos “divos” de la actuación, la maniobra
electorera o el chantaje. Ellos logran que lo cotidiano
se vuelva sorprendente; que lo normal se convierta en espectacular; y que lo
serio alcance el éxtasis de la frivolidad. Aquí en cortito tenemos
personajes que dan la impresión de haber salido de las carpas de revista o de
algún “comic”… pero participan en política. Son “grillos” de pacotilla que
litigan en la prensa, violan reglamentos, leyes y acuerdos, y se mofan de la
autoridad; interpelan a sus propios compañeros, reniegan del membrete al que
pertenecen y muchas veces llegan al grito estridente, la maldición e incluso la
agresión. Todo en aras de mantenerse vigentes y, llegado el momento, cobrar su
silencio. ¿A quién? Obvio: al mismo
sistema que los engendró. En la entidad existe una lista
de los profesionales del escándalo. Y aunque no son todos sí
podemos tipificaros como los más sobresalientes en el oficio de ganar espacios
periodísticos por sus ocurrencias. Tenemos a la senadora Lázara
Nelly González Aguilar, quien escandaliza cuando lanza proclamas y denuncias
por la corrupción que se da en los ayuntamientos, pero no ha logrado encarcelar
a ninguno de los supuestos pillos que (sin dar nombres) denuncia en la Cámara
alta. Sin embargo sigue gritando. En la misma tesitura se ubica
a los hermanos Chavira Martínez, Óscar Pérez Inguanzo, los hermanos Verástegui
Ostos, Javier Villarreal Terán, Víctor Manuel de León Orti, Alejandro Jiménez
Riestra, Óscar Luebbert Gutiérrez y otros tantos habladores que siempre están
dispuestos a verter declaraciones fáciles y ramplonas, aun cuando exhiban su
propia megalomanía. Ni qué decir de Ramón Durón
Ruiz, quien acostumbra acercarse a cuanto grupo tiene posibilidades de acceder
al poder. Él tiene muchas leguas recorridas y sabe cuándo aparecer en escena,
en qué lugar provocar, dónde es más productivo que se disparen los “flashazos” y salgan a relucir libretas y
micrófonos. No se puede hacer menos al ex
diputado local Francisco Javier García Cabeza de Vaca ni al dirigente panista
en el estado, Francisco Javier Garza de Coss, quienes tratan de cubrir su
oportunismo político con críticas simplistas y ramplonas. La miseria Casos como los anteriormente
expuestos, es lamentable, denigran y empobrecen la reflexión y el debate. La política, entonces, pasa de
ciencia a ser un espectáculo. Por consiguiente, los asuntos
de interés general se convierten en casos de nota roja y melodramas baratos,
que sólo contribuyen a empobrecer el análisis y la toma de conciencia de los
amplios segmentos poblacionales. Bueno sería, entonces, que los
todos los escandalosos de la geografía tamaulipeca expusieran sus puntos de
vista en los foros adecuados y tocaran las ventanillas pertinentes, sin
necesidad de andar excretando sus miserias. Diputados inflexibles Los diputados locales del
Partido Acción Nacional (PAN), ven mal todo cuanto no satisfaga sus dogmas
extremistas que hacen de ellos seres necios e inflexibles. De ahí que su quehacer
legislativo deje mucho qué desear; y que su conducta, siempre, esté encaminada
a fustigar cuanto ocurre en su entorno, sin importarles excederse en las funciones
que les confiere la propia reglamentación del Congreso. Con ésta su actitud a todas
luces protagónica, el rebaño que pastorea Leonor Sarre Navarro sólo demuestra
que son un grupo carente de disposición al diálogo y a la concertación. Una oposición cerrada, tal y
como definió Jesús Reyes Heroles a los partidos antagónicos al PRI. De ahí que recuerde a esos
napoleones de opereta lo que en vida acuñó el ideólogo veracruzano: “La oposición ni siquiera
cumple el papel elemental que en cualquier régimen político le concierne:
resistir para apoyar. No resiste y, por consiguiente, no apoya. La oposición se
ocupa más de nosotros que de señalar sus objetivos y propósitos. La crítica a
lo ajeno es la razón de su existencia”. Se hace camino al andar *** Grave acusación enfrenta
el presidente municipal de Reynosa, Óscar Luebbert Gutiérrez, por tolerar,
encubrir o solapar el saqueo en el ayuntamiento, según lo dicho por el
dirigente local del PRD, Alfredo Castro Olguín. *** Lo peor del caso es que
hay un grupo de contratistas que con documentos en mano ya elaboran una queja
formal que será entregada en Palacio de Gobierno, en el Congreso local y
también en las cámaras de Diputados (federal) y Senadores. *** En el paquete igual
exhiben los malos manejos administrativos del tesorero Raúl Jiménez Cárdenas,
el contralor Adolfo Guerrero Luna y el coordinador administrativo, Marco
Soberón Ibarra. *** Por cierto, ya que tanto
se persigna y se da golpes de pecho el secretario de Administración ante la
desaparición (robo, para el vulgo) de sillas, mesas, monitores y hasta lápices
de las oficinas públicas, ¿por qué nada hace para meter en cintura a quienes
utilizan vehículos oficiales para uso personal? *** En los colegios de
Victoria, cuando menos, Alejandro Jiménez Riestra podría localizar cualquier
cantidad de automotores, oficiales, que los choferes al servicio del Gobierno
estatal conducen para llevar y recoger a hijos de funcionarios públicos. *** ¿Acaso porque él también
estaría metido en el ajo? Em@il: jusam_gg@hotmail.comgolpeagolpe@prodigy.net.mx
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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