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Sección: Editoriales / Opinión Económica

Por las fronteras de Europa y nuestro México

Por: Jorge Lera Mejía 23/06/2015 | Actualizada a las 08:33h
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Estando de visita en España, en el tramo final de mi estancia de movilidad posdoctoral dentro de la Universidad de Burgos, podemos reunir una serie de experiencias y vivencias, que hemos intentado expresar en diez columnas que he redactado en los últimos 40 días.

Contando con la valiosa oportunidad de poder recorrer durante los últimos quince días, por auto, países como España, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Checoslovaquia, Eslovaquia, Hungría, Austria, Suiza, Eslovenia e Italia, podemos confirmar que la Europa occidental y del este de hoy, rompió todos los esquemas simbióticos del pasado, de antes de los 80´s, cuando persistía el “bloque de hierro”, la “guerra fría” y el “muro de Berlín”.

Lo primero que descubrimos, es qué “ya no existen las fronteras”, como las conocíamos en el pasado en Europa, y como todavía las conocemos en el presente, entre la línea que nos separa a los mexicanos con los norteamericanos. Esto es, al cruzar la línea imaginaria fronteriza, que antes separaba cada país que ahora se une como “Unión Europea”, las fronteras simplemente no existen, ahora solo son resquicios del pasado, y cuando mucho, se mantienen vigilancias de normas fitosanitarias para productos agropecuarios.

A los turistas que no somos miembros de la Unión Europea. Solo se nos registra al llegar a cualquiera de los 35 países miembros de la Unión Europea, de ahí en fuera, cualquiera que ya se encuentra legalmente en esta frontera común europeizante, puede cruzar sin ser molestado y solicitado su pasaporte y menos visados que ya no son utilizados.

Por ello, ahora los europeos, se les conoce como ciudadanos europeos, con pasaporte europeo, y solo se distingue ese pasaporte en su origen, por lo que puede ser español, alemán, italiano, etc. pero todos pueden viajar, trabajar, turistear, y hacer su vida normal, por el hecho de estar registrados como miembros de la comunidad europea.

Este hecho, es lo que nos distingue estrechamente con los logros magros que consiguió México, al signar en 1994 el TLCAN, entre Estados Unidos, Canadá y México, al ser este tratado solo un documento que rige el libre mercado de mercancías y transportes, y no así, de personas y de turistas.

En el caso de Europa, el tratado incluye comercio y personas, por lo que es un auténtico convenio de integración económica, social y cultural; cosa que no podemos afirmar con el citado TLCAN. Por ello, se distingue a los miembros de la comunidad europea, como un grupo de 35 naciones que han logrado integrarse casi totalmente, con algunas de sus limitantes que aún persisten, como es que la moneda común europea, el “Euro”, no es utilizado todavía por países como Inglaterra, Checoslovaquia, Hungría, Suiza, entre otros. Aun así el resto de los 35 países están unificados por el uso del euro como la unidad monetaria vigente.

Por otra parte, leyendo sobre historias de la Europa sin fronteras de hoy, me encuentro con una escritora de temas europeos, Mercedes Monmany, que recién editó su libro sobre esta temática rica y emocionante para los ciudadanos que venimos de otros continentes y no terminamos de admirar y reconocer la riqueza cultural que registra la Europa del pasado, del presente y del futuro.

[…] Mercedes Monmany (Barcelona, 1957) es una europeísta convencida. La crítica literaria de ABC, nacida en el seno de una familia marcada por las fronteras (vivía con sus padres en Barcelona, pero cruzaba con frecuencia a Francia para visitar a su abuela), vivió la singularidad española con el convencimiento de que sólo a través de la cultura podrían construirse los puentes que soportarían la esencia de un futuro común. Ese credo la llevó a profesar un amor disoluto por los temas europeos y las narrativas que, de un modo u otro, han marcado el último siglo en el viejo continente (Fuente: http://www.abc.es/cultura/libros; 7/05/2015).

Con ese ánimo ha ido construyendo un corpus literario que ahora, por primera vez, reúne en un solo volumen de 1459 páginas. Bajo el título «Por las fronteras de Europa» (Galaxia Gutenberg), Monmany dibuja, con la precisión de un bisturí literario (y muy didáctico), el mapa que todo (buen) lector querría llevar consigo. Con un magnífico prólogo de Claudio Magris (Trieste, 1939), la obra atraviesa la narrativa de los países nórdicos, Rusia, la tradición alemana, Gran Bretaña, Holanda, Irlanda, centroeuropa y los Balcanes, Israel, Francia, Turquía, Italia, Brasil, Portugal y hasta el África lusófona.

«Es una guía personal y muy modesta. Hay varios amores reunidos -explica Monmany-. El tema de la frontera impulsa a viajar, a conocer otras literaturas, hacia el encuentro con lo desconocido». En ese sentido, la ensayista defiende que «la construcción de la Unión Europea no se puede hacer sin la cultura, tiene que ser espiritual y cultural. Estamos escuchando continuamente trifulcas de género económico y en los últimos años ha cundido el europesimismo, el euronihilismo de ciudadanos desencantados». Ese escenario de ciudadanos irritados con unos «burócratas, bien pagados, que no se sabe bien qué hacen» sólo puede cambiarse con el viaje espiritual que ofrece la cultura.

De ahí que Monmany confiese que su intención era titular el presente volumen como «Una española viajando por las fronteras de Europa». «Los viajes son físicos, pero también mentales. Coges un libro y te adentras en otras realidades. Somos todos europeos, pero hay particularidades, y es apasionante». En España, en concreto, «se está traduciendo como nunca, hay una gran dinámica en las traducciones y un gran fervor» y eso se debe, en parte, al surgimiento de pequeñas editoriales (Minúscula es una de ellas) y a la labor de grandes editores como el difunto Jaume Vallcorba (1949-2014), responsable del catálogo de Acantilado. «Hemos pasado unos años de una crisis extrema en lo económico, pero los espíritus no han claudicado y han surgido proyectos de todo tipo de divulgar la cultura europea».

La Europa de entonces y la de ahora: Si bien en la Europa de los años 20 y 30 funcionaban los grupos literarios y había movimientos que agitaban las conciencias (1924 fue el año del primer manifiesto surrealista de André Breton, pero también de la publicación de «La montaña mágica» de Thomas Mann y de la muerte de Kafka), Mercedes Monmany considera que «ahora se va más a lo pragmático, cada autor crea por su lado, por separado»  […] (Fin de la cita).

Así a pocos días de mi regreso a México, puedo confirmar que llevo conmigo un cúmulo de vivencias y experiencias ricas en historia y contenido, que espero me permita seguir descifrando las coincidencias y diferencias entre la Europa del presente y la América nuestra que no termina de superar su pasado… Aquella de la doctrina imperialista de “América para los Americanos”.

Frase de despedida luctuosa: estando en estas lejanías, me entero con tristeza de la muerte de mi maestro y amigo, mi Tocayo Don Jorge Rodríguez Treviño. Por ello desde acá expreso mi lamentar para su esposa y querida familia, así como a sus hermanos de fraternidad de la liga de mejores escritores y periodistas, como Lupe Díaz, Beto Guerra, Rafa Díaz Piñeiro, entre muchos más que nos reunía la amistad y aprecio para el gran hombre que fue Don Jorge… ¡Descanse en Paz!

Jorge Alfredo Lera Mejía

Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT). Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas. Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.
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