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Sección: Editoriales / Opinión Económica

Distribución y desigualdad en México y España

Por: Jorge Lera Mejía 08/06/2015 | Actualizada a las 22:00h
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INTRODUCCIÓN: La distribución del ingreso en México y en España, particularmente, está asociada al régimen de propiedad de una sociedad y de los activos que posean los agentes que participan en el proceso de generación de valor en la empresa.

Los ingresos de los individuos son diferentes según provienen del empleo de la riqueza de los individuos ya sea en forma de renta o beneficios, en el caso de arrendatario y el inversionista, y toma la forma de sueldo o salario para aquellos que venden su fuerza de trabajo.

Finalmente la desigualdad en la distribución de ingreso proviene de la propiedad de los factores de la producción. La desigualdad en las economías subdesarrolladas como la mexicana es mucho más acentuada que la observada en las economías desarrolladas, como el caso de España.

Para reducir la desigualdad y la pobreza se requiere de crear las condiciones para aumentar el empleo para los trabajadores en particular para aquellos de los hogares pobres, y por otra parte, es indispensable establecer programas de protección social y de transferencias monetarias del sector público hacia esos hogares.

Las políticas de estabilización aplicadas en países como México, han ocasionado un menor crecimiento y por tanto la generación de menores empleos, lo cual ha retroalimentado el problema de la pobreza, sobre todo ante la ausencia de políticas públicas de apoyo y protección social.

El reto es evitar que la pobreza se reproduzca bajo un esquema de transmisión intergeneracional (que los hijos de padres pobres tengan una mayor probabilidad de ser pobres cuando lleguen a adultos), mejorando las oportunidades de educación y la certidumbre de un ingreso permanente.

Se trata de revertir el proceso de concentración del ingreso que ha ocurrido en los últimos veinte años en nuestro país, y que se puede observar claramente en la curva de Lorenz y o en el índice de Gini.

Un país como México con una gran desigualdad, donde la mitad de la población presenta algún nivel de pobreza se ubica en la base de la pirámide de Maslow, ya que ni siquiera logra cubrir las necesidades fisiológicas a que hace alusión dicha estratificación de necesidades.

EL IMPUESTO SOBRE LA RENTA (ISR) EN MÉXICO: En comparación con otros países de América Latina, el ISR mexicano tiene una recaudación cercana a la del promedio de los países de la región, que es de 5 por ciento del PIB. Para 2011, México recaudó 5 por ciento, Argentina 5.9, Brasil 7.5, Chile 7.4 y Colombia 5.5 por ciento (Fuente: Carlos Elizondo Mayer-Serra, Progresividad y eficacia del gasto público en México: Precondición para una política recaudatoria efectiva, CIDE, Wilson Center, Marzo 2014).

Sin embargo, en lo que se refiere al ISR, lo obtenido viene sobre todo de los asalariados, que son pagadores cautivos, y de las personas morales. Los trabajadores no asalariados tienen muchos espacios para eludir o evadir el pago de impuestos.

Mientras que se ha calculado que los asalariados tienen una tasa de evasión de ISR de 15 por ciento, según distintos estudios los que tienen ingresos por arrendamiento llegan al 64 por ciento o incluso 70 por ciento, quienes reciben ingresos por actividad empresarial y profesional entre 77 por ciento y 80 por ciento, y por renta empresarial entre 26 por ciento y 33 por ciento.

Según cifras de la Secretaría de Hacienda para el primer trimestre de 2012, 40 por ciento del impuesto lo pagan las personas morales, mientras que el 48 por ciento viene del impuesto retenido a asalariados. Sólo poco menos del 2 por ciento lo pagan las personas físicas no asalariadas, 5 por ciento es aportado por el retenedor, pero no por salarios, como es el caso de los ingresos por participación en Consejos de Administración y 4 por ciento proviene de residentes mexicanos en el extranjero.

Si comparamos a México con otros países fuera de la región, encontramos que el país grava, como proporción de lo recaudado en ISR, más a las empresas y menos a las personas, incluidos sus ingresos como accionistas. Alemania recauda por ISR 11.4 puntos del PIB, las personas morales contribuyen con 15.8 por ciento del total y las físicas con 84.2 por ciento. Estados Unidos recauda 15.1 puntos del PIB por ISR (16.5 por ciento de este total proviene de las personas morales y 83.5 por ciento de las personas físicas) y Canadá, 17.5 puntos del PIB, de los cuales 22.9 por ciento proviene de las personas morales y 75.4 por ciento de las personas físicas (el resto proviene de no residentes).

México, con datos de 2008, recaudó 4.7 de ISR, 42.6 por ciento proveniente de las personas físicas, y 57.4 de las personas morales. Aunque en México no hay datos confiables, lo que estos datos muestran es la disparidad de México comparada con otros países en relación a cuánto del ingreso de las personas físicas proviene de los asalariados y cuánto de los ingresos empresariales de los individuos.

La desigualdad se acentúa debido a que había ingresos de personas físicas que no se gravaban. Si la empresa cotizaba en la Bolsa de Valores, ni los dividendos que pagaban las empresas ni la ganancia de capital que se obtenían cuando el precio de la acción subía por encima del precio de colocación eran, hasta el 2012, sujetos al pago de impuestos. El trato diferencial a las ganancias de capital respecto a las que son producto del trabajo es complicado en todas las jurisdicciones. Sin embargo, en México, cuando la acción cotiza en la Bolsa de Valores, representaba un verdadero paraíso fiscal, salvo cuando se vendía el control de la empresa.

Para lograr mayor equidad se requieren impuestos generales con las menores excepciones posibles y, en el caso del ISR, las menores deducciones y exenciones. Esto implica una suerte de IETU, sin excepciones, la sustitución del ISR a la tasa correcta para recaudar niveles similares de tributación a la renta, y un IVA generalizado a una tasa más baja que la actual, para alcanzar niveles similares a los actuales.

Estas reformas son independientes de la necesidad de generar más ingresos. Los impuestos generalizados deben ser la base de la equidad del sistema, con lo cual la tasa pasaría a ser menor para quienes hoy sí pagan. Una vez logrado ese objetivo, se podría obtener más ingresos subiendo las tasas. La segunda arista de la equidad tributaria es la progresividad de los impuestos, en particular el ISR, ya que el IVA, como se ha señalado, tiende a ser regresivo en términos relativos. Analistas y agencias multilaterales en México sugieren hace años generalizar el IVA.

El gobierno de Peña Nieto (2012-2018), en la reforma tributaria aprobada para el 2014, y con el apoyo del PRD, optó por hacerlo de forma muy parcial: solo llevó el IVA a 16 por ciento a la zona fronteriza y a algunos productos aislados, como mascotas, sus alimentos y chicles. La reforma de 2014 descansa en un aumento de la tasa del ISR, que pasa del 30 para ingresos menores de 500,000 mil pesos (37,550 USD al tipo de cambio promedio del 2013) en el 2012 a 31 por ciento cuando se supere ese umbral y a un impuesto del 32, 34 y 35 por ciento para ingresos anuales a partir de 750,000 (56,325 USD), un millón (75,100 USD) y 3 millones (225,300 USD) respectivamente.

Asimismo, las modificaciones más importantes son: el cobro de ISR a la venta de casas habitación con valor de más 700 mil UDIS (unos 3.5 millones de pesos -262,850 USD-); la eliminación de algunas regímenes de excepción, como los ingresos producto de la Bolsa de Valores, que ahora estarán sujetos a una tasa del 10 por ciento; la contención o eliminación de deducciones y exenciones, limitando por ejemplo al 47 por ciento todo pago de beneficios sociales y prestaciones laborales, que antes se podían deducir al 100 por ciento, o como la limitación a la deducción del 8.5 por ciento del consumo en restaurantes o un límite a las deducciones personales fijada en la cantidad que resulte menor entre el 10 por ciento del ingreso anual total de una persona y el monto equivalente a cuatro salarios mínimos anuales del Distrito Federal (que en enero del 2014 representaba poco más de 96,000 pesos);

La eliminación de la consolidación fiscal y de la deducibilidad inmediata a la inversión; la creación de un gravamen del 10 por ciento a los dividendos que sean distribuidos a los socios (aunque no acumulables a los ingresos totales) y un impuesto a las calorías, tanto de un peso por litro a las bebidas azucaradas, como al llamado alimento chatarra.

CONCLUSIÓN: Es importante indagar en qué forma se puede incrementar el ingreso fiscal, sobre todo a partir de un aumento en la recaudación de los sectores de ingresos más altos. Al estudiar la situación de México en términos de la capacidad que tiene el gobierno para recaudar, nos encontramos por qué en México no se ha podido incrementar la recaudación en más de dos décadas, a pesar de las diversas reformas fiscales que se han implementado y de que a partir del año 2000 un partido político distinto al PRI ganó la Presidencia.

Esto le daba, en principio, una mayor legitimidad para incrementar la recaudación. Por ello se deben conocer las estrategias que ha establecido el  gobierno del presidente Peña Nieto para incrementar los ingresos y hacerlo de forma progresiva, así como las razones de por qué optó por un aumento de la recaudación del Impuesto Sobre la Renta (ISR), lo cual en principio puede ser progresivo, aunque vino acompañado por varios impuestos indirectos claramente regresivos, y sin que cambiara de manera importante la forma en la que se ejerce el gasto público.

La publicación de esta colaboración periodística no refleja la opinión Editorial de esta empresa Editora

Jorge Alfredo Lera Mejía

Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT). Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas. Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.
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