Por las razones del ajuste presupuestarias, la caída del precio internacional del petróleo, la devaluación constante del peso, el despegue de la inflación y el bajo crecimiento económico esperado al cierre del 2015, estamos viviendo una nueva crisis económica global.
Sus manifestaciones se han ido desdoblando en cámara lenta, ampliando su dimensión y profundizando sus efectos hasta situaciones que tan sólo hace unos meses no imaginábamos.
Algunas reflexiones de las primeras manifestaciones de esta experiencia son: Primera. Los esquemas de alerta no están funcionando, a pesar de que los primeros síntomas empezaron a manifestarse desde el otoño de 2014 con la caída del precio petrolero.
Segunda. En el ámbito financiero, los ajustes de los energéticos están pasando prácticamente inadvertidos. Los organismos internacionales, los bancos centrales, la academia y los estadistas están más concentrados en la deuda externa de Grecia y otros países europeos.
Tercera. La dramática caída de los precios del petróleo, energéticos y de los productos primarios (comodities). Cuarta reflexión. Hasta ahora se sigue subestimando la magnitud de la crisis. Se sigue pensando que es un problema local de México, Venezuela, Brasil, Rusia y Arabia saudita.
La Quinta lección. La respuesta en el centro de poder sigue siendo lenta. Parece que se sigue el principio neoliberal de la no intervención del Estado, la mano invisible del mercado y la desregulación en extremo.
Una poderosa razón de la actitud actual de los grupos y países del poder, es que Estados Unidos como centro de poder y poseedor de la moneda de reserva del mundo históricamente no se ha visto forzado, como la mayoría de los países, al rigor de corregir sus desequilibrios financieros.
De hecho ahora la moneda que está siendo sobrevaluada o revaluada con respecto al resto de las monedas del mundo, es el dólar norteamericano. Por ello Estados Unidos gracias a su moneda de reserva, que garantiza el financiamiento permanente del resto del mundo, ha descubierto el secreto del “déficit constante”
De todo lo anterior podemos hacer las siguientes deducciones en lo tocante al impacto global de la crisis en el empleo y los salarios:
Primera. La crisis financiera sigue ocasionado un fuerte impacto en la economía real en todo el mundo. A los desplomes de las bolsas de valores han seguido las noticias de la reversión o fuerte declinación de las tasas de crecimiento.
Para México, las estimaciones oficiales más optimistas, que hasta hace unas semanas todavía preveían un crecimiento superior al 3.7% para 2015, se han visto rebasadas por nuevas estimaciones de organismos financieros, instituciones internacionales y aún del banco central que lo sitúan en un rango menor al 3% anual del PIB.
El Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica para América Latina pronostican para México una de las tasas más baja de esta región.
La pérdida de empleos se ha constituido en el indicador central para medir la recesión a nivel mundial. La opinión optimista de la reciente crisis del petróleo, fue expresada el pasado mes de febrero, por el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, afirmando que México podrá beneficiarse de los bajos precios del petróleo porque importa gasolinas, refinados y productos derivados de crudo ligero (El Universal. Febrero 23, 2015).
Gurría aseguró que el gobierno mexicano reaccionó con rapidez y oportunidad ante la caída de los precios internacionales del petróleo. "Lo que pasó con el petróleo tomó a todo mundo por sorpresa por la velocidad y la fuerza con la que sucedió, pero uno de los países que ha reaccionado con mayor oportunidad aún sin ser tan dependiente (del petróleo) ha sido México", señaló a Notimex en esta ciudad.
El secretario general de la OCDE felicitó a las autoridades mexicanas por haber tomado "medidas oportunas porque fueron señales muy importantes para el resto del mundo". Afirmó que México podrá beneficiarse de los bajos precios del petróleo, "porque importa gasolinas, importa refinados e importa productos derivados de crudo ligero".
El funcionario dijo que México tiene acuerdos de refinación con otros países como Estados Unidos, así es que, "en general a pesar de ser menos dependiente ha reaccionado rápido, se ha reaccionado con oportunidad".
El pasado 30 de enero el gobierno mexicano anunció un ajuste al presupuesto de 2015 por un monto de 124 mil millones de pesos equivalentes al 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
El ex secretario de Hacienda de México (1998-2000) recordó que en su época "se cayó muy fuerte el precio del petróleo". "Hubo que recortar tres veces el presupuesto y al final quedamos con el mismo déficit que había aprobado el Congreso", mencionó.
Sin embargo, reconoció que el problema de los recortes presupuestarios es que "empieza uno (a recortar) por el lado de la inversión y eso quiere decir que se afecta el crecimiento futuro".
El diplomático mexicano manifestó que el cumplimiento de la ley "es fundamental para atraer a la inversión y para que haya confianza no sólo en los inversionistas extranjeros sino sobre todo y más importante en los propios (inversionistas) nacionales".
Por lo visto en esto de las crisis frecuentes que sufre nuestro país, la historia de la caída del precio del petróleo y su impacto en el crecimiento, el empleo y los salarios todavía no se cierra, más bien, apenas está empezando…
