Ahora que el titular de la SCJN hizo candentes "revelaciones" sobre las supuestas presiones presidenciales para resolver a modo un delicado asunto que llegó a sus oficinas de justicia en tiempo y forma (en el régimen federal de FCH) y ante la gravedad de sus imputaciones más de un observador se pregunta....

¿Por qué su silencio de más de una década; no es oportunismo político ventilar precisamente ahora dicho asunto?

Cómo no somos expertos en jurisprudencia, psicología, antropología o historia de México, pues no intentaremos contestar esa interrogante.

Lo que si podemos es reflexionar sobre el uso de la palabra; del peligro que significa silenciar un asunto de tanta gravedad y luego después de diez años sentirse iluminado y REVELAR LA VERDAD, así sin matices y con mayúsculas.

La palabra, expresada en un momento dado de manera oral o escrita, no puede ser negada después cuando queda constancia material, objetiva y evaluable.

Precisamente ese es el sufrir del político mexicano cuando niega algún evento o expresión pasada y los malvados periodistas se lo recuerdan con gozo: o exponen el escrito o la voz registrada del declarante por lo que quedan desnudos.

Vamos a ejemplificar esa desnudez con algunos ejemplos más recientes; el gobernador de Tamaulipas FJGCV quisiera que no hubiera registro de sus expresiones de campaña en el año 2016 pues sus principales banderas de proselitismo fueron...

"De que se van, se van", o también..."soplan vientos de cambio" o quizá..."ni me doblo ni me vendo". Obviamente los mensajes eran para que el ciudadano tamaulipeco visualizara un "decrépito" PRI gobernando y atraer el voto a su favor; seis años después el PRI fue requerido para coaligase con su entonces verdugo electoral y aspirar así con seriedad a vencer a MORENA el cinco de junio entrante. Un claro ejemplo de cómo el uso de la palabra nos desnuda.

El señor presidente en casi cuatro años de ejercicio constitucional nos ha dado muestras sobradas de la desnudez de la palabra tomando como referencia sus promesas de campaña en el año 2018: "el ejército volverá a sus cuarteles", " la gasolina no subirá de precio", "no soy rencoroso, pero no olvido" entre decenas más de afirmaciones proselitistas que el tiempo ha desmentido.

Si bien hemos llegado a un cinismo que es ejemplo mundial, nos referimos a la clase política en el gobierno o aspirando a ser gobierno, cuando con evidencias mostramos la desnudez de la palabra poca defensa tiene el político profesional.

En consecuencia, podemos concluir que, sobre todo ahora que iniciarán las campañas constitucionales en Tamaulipas, los candidatos y sus promotores deberían ser muy cuidadosos en el uso de sus banderas de proselitismo político-electoral; sus palabras quedan registradas y corren el riesgo de ser desnudados cuando objetivamente, en el futuro, incumplan sus compromisos, promesas, acuerdos o tratos con el elector.

Se entiende que con el entusiasmo lógico de un candidato a gobernador es fácil caer en la tentación de prometer algo a sabiendas de que no podrán cumplirlo; pero recuerden que la opinión pública es capaz de desnudarlos; lo que no es agradable hasta para el más cónico de los actores.

Evaristo Benítez Castro

Nació en Llera Tamaulipas el 26 de junio de 1948. Estudió una licenciatura en la UAT, donde fue catedrático de 1972 a 1980.

Fundador de la revista de la UAT, llamada EDUCIEN, que se publicó desde el año de 1978 a 1981. Ha escrito su columna Faena en Canal en diferentes momentos desde 1991: La Verdad de Tamaulipas, Noticias del Golfo (ahora El Cinco), El Mercurio, El Diario de Ciudad Victoria y El Expreso, además de diferentes portales.

Consejero Electoral del IETAM en los años 2006-2007; autor de 14 libros del tema político-electoral.