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AMLO divide peligrosamente al país

Por: Gastón Espinosa Glz. El Día Lunes 21 de Octubre del 2019 a las 15:39

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El gobierno de Enrique Peña Nieto, unió a los mexicanos.

Sí. Peña Nieto logró que los escándalos de la “Casa Blanca”, el asunto “Obredecht”, “los 43 de Ayotzinapa” y otros más, unificaran a los mexicanos…pero en su contra.

Andrés Manuel López Obrador, en cambio, divide peligrosamente al país, con su mesianismo tropical.

En el caso de Peña Nieto, los mexicanos se cansaron de la espiral de actos de corrupción, impunidad e inseguridad que azotaron al país durante su mandato. La ciudadanía se hartó de simulaciones y omisiones.

En el asunto de la “Casa Blanca”, se detalló que la primera dama Angélica Rivera Hurtado era propietaria de una casa valuada en 7 millones de dólares (unos 100 millones de pesos), en una zona muy exclusiva; según la actriz, la casa había sido comprada al empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño del Grupo HIGA, el principal contratista en el gobierno de Peña Nieto.

Luego vino el asunto mundial de corrupción llamad “Odebrecht” que envolvió al presidente Peña Nieto, ya que se presume que su campaña electoral del 2012 fue financiada por la compañía brasileña. Investigaciones de la agrupación “Mexicanos Contra la Corrupción” revelan que Braskem, filial de la firma brasileña, hizo transferencias bancarias por 1.5 MDD entre mayo y junio de 2012, en plena campaña presidencial en México.

Vino el asunto de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que desaparecieron en Iguala, Guerrero. Fue un asunto muy mal manejado por el gobierno de EPN, ya que, por principios de cuentas, el entonces presidente, decidió emprender un viaje a China, que atender el problema.

Asuntos de esta naturaleza provocaron el “malhumor social” que se profundizó en 2017 en varios aspectos de la vida de los mexicanos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), lo que se reflejò en una descomunal tendencia a favor de López Obrador en las urnas.

Lejos de capitalizar ese voto mayoritario, el presidente de México, se ha empecinado en violentar la ley a su antojo, acudir a las consultas ciudadanas cuando el asunto lo tiene ganado de calle y así dejarle en claro (a los conservadores) el respaldo de la gente, como ocurrió con el asunto del aeropuerto de Santa Lucía, el cual ha sido cuestionado por empresarios, ingenieros y expertos en el tema. Asuntos como el tren Maya y las refinerías, son tópicos que van a contracorriente de la lógica, pero que el presidente se empeña en defender, más con ataques verbales que con fundamentos legales. La legión de simpatizantes de AMLO se ha abalanzado para atacar a quienes no piensa como él.

En su “lucha contra la corrupción”, el presidente ha provocado -con su actuar dudoso-, que se le cuestione si tiene intereses personales como lo demuestra el caso de Rosario Robles Berlanga, quien tiempo atrás fuera lideresa de su partido el PRD, y señalada de estar ligada sentimentalmente a Carlos Ahumada, autor material de los video escándalos que mermaron en su momento a López Obrador, quien fungía entonces como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Apenas esta semana, el Presidente sumió a su gobierno en una crisis de credibilidad al decidir que su Guardia Nacional dejara en libertad a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante Joaquín “Chapo” Guzmán. Al menos seis versiones corrieron para defender la decisión de AMLO, que lo evidenció como un gobernante sometido ante la delincuencia.

La prensa mundial no tuvo piedad para señalar que el gobierno actual actuó sumiso, enclenque, servicial, ante la fuerza de la delincuencia. Y lejos de no defender lo indefendible, los grupos “pejistas” han empezado una campaña para defender a su pastor a quien le tildan cualidades humanistas por encima de lo que marca la ley.

La nación está polarizada peligrosamente ante el caudal de yerros de López Obrador. La lógica no va de la mano en este gobierno que perdona a los delincuentes y aterroriza a los infractores de Hacienda.

El país sigue en su viaje al vacío. Odio, encono, trampa, misericordia…Dios y el Diablo se visten de mesías en un país que creyó que cambiaría con “ya sabes quién”.

 

Y EN TAMAULIPAS

¿Se imagina lo que hubiera ocurrido en Tamaulipas, si el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, decidiera actuar de la forma en que lo hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador?

Si el gobernador se hubiera sometido a los caprichos y amenazas de la delincuencia, esto sería un desastre. Aquí, en cambio, se decidió enfrentar a la delincuencia. No es una guerra que se haya ganado, pero Tamaulipas dista mucho de ser la herencia de sangre y terror que nos heredó Eugenio Hernández y el pusilánime de Egidio Torre.

 

Gastón Espinoza
Es egresado de la facultad de Derecho y Relaciones Públicas, donde obtiene el título de Licenciado en Relaciones Públicas por la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Además realizó diplomado en Mercadotécnica.
Desde hace nueve años es autor de “Posdata” que se publica en medios electrónicos de Ciudad Victoria, Tampico y El Mante.
Ha sido director de Comunicación Social en algunos ayuntamientos de la región cañera, así como jefe de prensa de varios candidatos a puestos de elección popular.
Además dirige un negocio dedicado a la edición e impresión de periódicos y revistas en El Mante.

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