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Lecciones de Historia Económica

Por: Ramiro Ramos Salinas El Día Domingo 11 de Febrero del 2018 a las 16:32

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Dice una adagio que quien no conoce la historia está condenado a cometer los mismos errores. Y esto es cierto. Los hechos pasados nos enseñan lecciones de lo que se debió haber hecho y no lo se hizo y lo que se hizo de una forma errónea que creo problemas en las siguientes generaciones. La historia es pues la madre de las ciencias, porque solo revisando lo sucedido te puedes dar cuenta de aciertos y errores pero sobretodo de como sabiendo los hechos pasados puedes hacer escenarios que te permitan calcular con mayor certeza los hechos futuros.

Revisando nuestra historia reciente de las últimas décadas, en lo que a política económica se refiere, podemos encontrar decisiones verdaderamente acertadas y otras con consecuencias negativas en perjuicio de muchos sectores de la sociedad. Siempre será referencia de muchas generaciones de economistas y administradores públicos que presumen los logros de la economía en el periodo del “Desarrollo Estabilizador” que abarco los años de 1940 a 1970. Época en la que las más importantes variables económicas estaban en indicadores totalmente favorables. El tipo de cambio peso-dólar a 12.50 durante ese largo periodo permitía poder hacer proyecciones económicas de importación y ser atractivos de la inversión extranjera.

Las tasas de interés pasiva y activa, es decir la que nos pagan cuando tenemos una inversión o la que pagamos cuando adquirimos un crédito estuvieron en niveles estables de alrededor del 15% dando certidumbre a la economía y permitiendo que los hogares pudieran cumplir con sus compromisos de hipotecas y además generar ahorros estables de sus inversiones. Por otro lado la inflación que se mide en relación del aumento generalizado de los precios de productos y servicios de un determinado grupo de artículos por un periodo establecido se mantuvo en niveles de un digito.

Estas tres variables estaban sustentadas con el crecimiento económico del 5% anual promedio del PIB es decir de toda la producción de bienes y servicios en un año. Inclusive entre los años de 1940 a 1945 logramos crecer hasta un 7.5% del PIB. Era el mundo ideal de la economía mexicana, esas tres décadas fueron extraordinarias para las familias mexicanas. Entrando a la década de los setentas y ochentas se dieron varios fenómenos que están registrados en la historia económica del país que convulsionaron a la economía de México la cual  tuvo una regresión a niveles casi a la época pos-revolucionaria.

El no haber permitido que existiera una apertura a la economía mundial que ya iniciaba como una tendencia global de abrirse a los mercados internacionales le quito mucho empuje al desarrollo económico del país. Haber permitido que se emitiera más papel moneda sin tomar en cuenta la producción nacional genero el incremento a la inflación de hasta el 100%, es decir una hiperinflación, que es el impuesto más dañino a la economía familiar. No haber aprovechado los ingresos extraordinarios por la venta de barriles de petróleo generados por el descubrimiento de nuevos yacimientos y por el incremento en el precio internacional fue otro de los errores que nos costó una desaceleración de la economía. Y en síntesis haber gastado más de lo que ingresaba en las finanzas públicas dio como resultado crisis económicas.

Estos desordenes macroeconómicos provocaron además el incremento de las tasas de interés en perjuicio de los deudores de la banca, la depreciación del tipo de cambio con respecto al dólar estadounidense del cual hemos dependido durante décadas con respecto a los niveles comerciales que tenemos con ellos. Ante estas consecuencias se le tuvo que dar un giro total a la política del país en primer término permitiendo  el ingreso al GATT por sus siglas en inglés (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y posteriormente firmar un acuerdo comercial con los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá para eliminar barreras arancelarias y no arancelarias han permitido que el comercio de nuestro país con estas dos naciones crezca exponencialmente, solo por darles un dato. En 1993 las ventas al exterior eran de 47,207 millones de dólares y en 2013 llegaron a 348,102 millones de dólares, 7.4 veces más.

Inmediatamente después se pusieron en marcha los “Pactos de Estabilidad y Crecimiento Económico” para detener la espiral inflacionaria, donde el gobierno controlaba de mejor manera la emisión de circulante, el sector obrero se comprometía a incrementar su competitividad y se iniciaba el control de los precios de productos básicos vigilando que no se incrementaran con voracidad y subsidiando algunos de ellos como la gasolina. Estos más de 20 años de desestabilización en la economía hizo que crecieran el número de personas en niveles de pobreza extrema y que se abriera más la brecha de la desigualdad social, e inmediatamente aparecieron los programas sociales desde Solidaridad, Oportunidades hasta Prospera y otros para poder amortiguar el daño patrimonial de millones de familias.

Esta historia que les narro tiene dos caras de la moneda: Una de éxito y otra de desilusión. Ambas han ocurrido en los últimos 60 años. Ahora tenemos una inflación de menos de un digito, un tipo de cambio fluctuante  a la oferta y la demanda, tasas de interés accesibles al crédito y cambios en la estructura legal al país que nos ha permitido crear más de 3 millones de empleos. Hacer crecer nuestra economía en un escenario complicado trajo logros como tener records de inversión extranjera y de turistas en el último año, bajar el número de personas en pobreza extrema entre otros grandes beneficios sociales.

El reto y deseo es que no debemos regresar a aplicar políticas públicas que nos lleven al desastre financiero nacional y por ende al de las familias mexicanas. Aprendamos de nuestra historia y pongamos el país en manos de los expertos en economía y que tienen una carrera limpia en la administración pública con resultados medibles y comprobados.

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