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Egoísmo, daña el espíritu

Por: Benito García Islas El Día Sabado 11 de Noviembre del 2017 a las 17:08

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Reflexión: “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo”. Eclesiastés: 4:4

Sin distinción, de raza o de credos, los humanos somos egoístas por naturaleza, no soportamos el éxito del prójimo en las mismas circunstancias de empleo o profesión, sin que nos corroe la envidia, nacimos con el síndrome del egocentrismo, el más puro narcismo de ser superior.  

Analicémonos, es necesario hacer un examen de conciencia, para depurar el espíritu,  desechemos lo malo, y démosle la oportunidad a Dios, de enmendar nuestros errores,  de pensar que todo lo podemos, tenemos dinero y poder, sin la ayuda de nadie, hemos logrado una posición envidiable, en el círculos social en el que convivimos.

En la vida,  nada es más importante que conocer los propósitos de Dios para nuestra vida, y nada puede compensarte el no conocerlos; ni siquiera el éxito, la riqueza, la fama o los placeres. Sin ton ni son.

La vida es una marcha sin sentido, un movimiento sin dirección y sucesos sin motivos. La vida sin propósito es trivial, insignificante e inútil. No deja de ser un mito eso de que: “Cuanto más tenga, más importante soy”.

Cuanto valemos como personas y cuanto valemos por lo que tenemos no es lo mismo. No se puede determinar cuánto vales por las cosas que posees y Dios dice que ¡las cosas más valiosas en la vida no son los bienes que posees.

Hay un concepto de quienes practican el materialismo, “el de, entre más dinero tienes más seguro estarás. No es así, se pueden perder las riquezas por muchas razones que están fuera de tu control.

Apuntalo por favor, apreciable lector y hermano, la verdadera seguridad se fundamenta sólo en algo que no te pueden quitar: tu relación con Dios. A muchos los guía la necesidad de ser aceptados.

Permiten que las expectativas de sus padres, cónyuges, profesores o amistades controlen sus vidas. Muchos adultos siguen tratando de ganarse la aceptación de una sociedad convenenciera de “cuanto tienes, cuanto vales”, a quienes  les es imposible agradar.

Tristemente aquellos que siguen al mundo por lo general se pierden en él. Pocos o nadie, conoce la clave del éxito, pero, tratar de agradar a todo el mundo, es una de las claves del fracaso.

Ser influenciado por la opinión de los demás te garantiza perder los propósitos de Dios para tu vida. Jesús dijo: “Nadie puede servir a dos señores”. Cualquier otro influjo que guíe tu vida se pierde en un círculo vicioso.

Vivir para dejar un legado terrenal es una meta que revela muy poca visión. El uso más sabio de tu tiempo es que edifiques un legado eterno. No fuiste puesto en la tierra para ser recordado, sino para prepararte para la eternidad.

Llegará el día que estarás ante Dios: Él hará un inventario de tu vida, un examen final antes de que entres en la eternidad. La Biblia dice: “¡todos tendremos que comparecer ante el Tribunal de Dios!...Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí a Dios”.

Afortunadamente Dios desea que todos pasemos este examen; por eso nos ha dado las preguntas con anterioridad. Al leer la Biblia podemos imaginar que Dios nos planteará dos preguntas decisivas:

Primero. ¿Qué hiciste con mi hijo Jesucristo? Dios no cuestionará tu trasfondo religioso ni tu inclinación doctrinal. Lo único que tendrá relevancia será si aceptaste lo que Cristo hizo por ti y si aprendiste amarlo y a confiar en él. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida…Nadie llegó al padre sino por mí”.

Segundo. ¿Qué hiciste con lo que te entregué? ¿Qué hiciste con tu vida, dones, talentos, oportunidades, dinamismo, relaciones y recursos que Dios te dio? ¿Los gastaste en ti mismo o lo usaste para los propósitos para lo que Dios te creó.

A ti querido lector, que no has aceptado a Cristo, entrégate a él, hoy es el día, Dios quiere que vivas una vida plena de bendiciones.

Dios bendiga a mis lectores, ricamente.

Benito García Islas


Nació en Matamoros Tamaulipas en 1938, su preparación académica universitaria, fue breve, su carrera de comunicador, lo aprendió en las redacciones de varios periódicos, ahí aprendió los diferentes géneros del periodismo.
Desde sociales, en aquellos gloriosos tiempos, de directores gruñones y enérgicos,  formaron profesionales del periodismo, con bases firmes y honesto, aún aspirante a reportero, lo enviaba a la fuente policiaca, que no era tan peleada como ahora, por los estrellitas de redacción.
Su carácter de aventurero, lo llevaron a trabajar en la redacción de El Mañana de Reynosa, en Matamoros, en la radio XEAM, en Tampico colaboró con el periódico el Mundo, ya desaparecido.
En Victoria, nuestra capital, llega en 1984, año en que se fundó el periódico La Verdad de Tamaulipas a la plantilla de sus reporteros, después de un año, ingresó al Diario, llegó al  Gráfico, al Expreso  y nuevamente regresó a la Verdad, dos veces más, ahora ocupa el puesto de jefe de corresponsales, en  el mismo periódico La Verdad de Tamaulipas.
En su prolija carrera se ha conducido con objetividad, serio y honesto en su quehacer como columnista y articulista, el respeto de la sociedad para este profesional del periodismo, se lo ha ganado a pulso, la honestidad es legado (la herencia), invaluable que deja a sus hijos y nietos y ahora una bisnieta.

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