Uno de los retos más complejos a los que se enfrenta un administrador público local, estatal y federal en nuestro país, es a la implementación de estrategias que sirvan para que los ciudadanos se puedan mover con mayor velocidad y seguridad de sus domicilios a sus centros de trabajo o a lugares de esparcimiento y diversión.

Hay muchas razones de esta complejidad pero una de ellas es que en las 10 ciudades más pobladas de México (CDMX, Ecatepec, Tijuana, Puebla, Guadalajara, León, Juárez, Zapopan, Monterrey y Nezahualcóyotl), se concentran más del 22% de la población que se distribuye en más de 2,500 municipios.

Esta alta concentración en urbes urbanas y una alta dispersión en pequeñas comunidades de menos de 20,000 habitantes han provocado grandes problemas en la movilidad urbana. El 40% de los municipios, por ejemplo no cuenta con servicios de estaciones de gasolina, teniendo que ir a comunidades cercanas a poner combustible a sus vehículos con los costos altos que ello implica.

En las grandes ciudades, el uso excesivo del transporte privado aunado al mal servicio de transporte público en unidades y cobertura, hace muy difícil que los tiempos de traslados sean eficientes ocasionando una baja en la calidad de vida de los ciudadanos.

En todas las entidades del país, el transporte público depende en su operación, regulación y concesión de los gobiernos de los estados. Prácticamente la única vinculación que existe entre el Gobierno Federal y los estados en este tema, es la posibilidad de parte de los estados de presentar proyectos de infraestructura de transporte público en el Fondo de Infraestructura dependiente del Banco Nacional de Obras para su estudio, análisis y su posterior acuerdo con la Unidad de Inversiones de la Secretaria de Hacienda para poder hacer proyectos de carriles confinados o trenes ligeros u otro tipo de transporte urbano.

Fuera de eso la potestad esta en cada estado sumado a ello que no existe en México un registro nacional de vehículos y solo se lleva el padrón de vehículos con placas en los estados no se cuenta con la certeza del número total de automotores que circulan en el país ilegalmente procedentes de los Estados Unidos de Norteamérica.

Otra vertiente de la  movilidad es la del servicio de taxis y ahora de Uber o Cabify. El primero, el taxi es una tradición en nuestro país, siempre regulado por los estados con tarifas diversas y con modalidades de servicios fijos o de tipo “ruleta”, sin duda muy útiles en centrales de autobuses o aeropuertos, mercados, centros comerciales entre otros puntos de concentración social.

Ahora los usuarios de este tipo de transporte tienen las opciones de Uber o Cabify pero solo en algunas ciudades grandes o medianas del país y aun con problemas de regulación en sus servicios (recordar el asesinato de una jovencita en Puebla por un servicio de Cabify).

Esta competencia ha incentivado la mejora del servicio y su cobertura pero mientras los ciudadanos sigamos empeñados en tener y usar nuestro propio vehículo diariamente difícilmente la velocidad de operación va a mejorar en las ciudades. Como ejemplo de ello están los 120 minutos en promedio que un habitante de la ciudad de México pasa en su vehículo diariamente.

Tenemos ciudades con altos grados de contaminación, con un número muy alto de accidentes de tránsito, la muerte por atropellamiento ha pasado a ocupar los primeros 10 lugares de mortandad en el país, todo lo anterior más la falta de ciudades con ciclovías, banquetas amplias para la seguridad del peatón hacen que el tema de la movilidad urbana sea uno de los mayores retos de este siglo XXI.

Por ello uno de los desafíos de las estructuras de gobierno es poder dar seguridad y rapidez a los ciudadanos en sus trayectos diarios pero esto no va a lograrse si los ciudadanos decidimos utilizar más el transporte público, la bicicleta u organizarnos para que vayamos en grupo en un mismo vehículo al trabajo o a la escuela en lugar de que cada quien lleve su coche propiciando más gasto en lo familiar, más contaminación y más riesgos para todos. Contacto: Facebook: @RamiroRamosSalinas, Twitter: @RamiroRamosSal

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