La vida hay que vivirla como guerreros, eso es fácil; sin embargo ser un buen guerrero, es un arte y éste hay que completarlo eliminando de cierta forma la importancia personal (el ego)

Y es aquí en donde entran los pinches tiranos. Esos seres que en el momento se vuelven un problema y a los que a la vez, debemos reverencias en agradecimiento por ayudarnos a contrarrestar la importancia personal que tanto nos estorba.

Los llamamos pinches tiranos porque atormentan nuestra existencia, ya sea sólo porque nos caen mal y su sola presencia nos incordia, o porque son personas que de alguna u otra forma nos hacen sufrir, consientes o no de ello.

A los pinches tiranos los puedes encontrar de una forma más explícita en la novela de  Carlos Castañeda: FUEGO INTERNO. En donde nos habla de los diferentes ejemplos de éstos.

Hoy que regresé de mi entrenamiento físico, no pude evitar pensar que el entrenador es un tirano, no en el aspecto maquiavélico, o sí, no lo sé… los entrenamientos a veces son tan duros que lo veo como a la persona más mala del mundo, sin embargo soy consciente de que es su trabajo agotarnos hasta el exceso para que al día siguiente caminemos casi sentados, le reclamaría, pero no deja de ser el capitán del equipo: EL CAPITÁN TIRANO. En su caso, sin el pinche, pero no por eso menos tirano.

Carlos Castañeda nos expone en su novela la importancia de un pinche tirano en nuestras vidas, y la fortuna que es contar con uno.

El autor nos habla de tres categorías de tiranos:

El pinche tirano, el repinche tiranito y el retepinche tiranitito.

Que un pinche tirano amedrente con sus armas, o que un repinche tirano político insulte  con sus mentiras, o que repinchecitos tiranitos incordien todo el día con mentiras y chismes, son algunos valores que debemos agradecerles, porque si no fuera por ellos no valoraríamos la vida, ni la honestidad, ni las ganas de estar en paz.

En todo caso el capitán del gimnasio al que asisto no entra en ninguna de esas categorías, bueno, depende del día, a veces sí. Por lo general, don Antonio Morant Cumple con su misión de tirano al eliminar la importancia personal de cada uno de los que ahí entrenamos, agregando a la rutina ejercicios, bastante incómodos y poco estéticos como el cangrejo u otros que consisten en caminar con las cuatro extremidades, o brincar de manera en la que los espejos reflejen las carnes blandas, ejercicios de fuerza que superan la nuestra y que al día siguiente se hacen presentes con un terrible dolor muscular.

En la columna de hoy, más que resaltar la importancia de los tiranos en la vida y sus diferentes categorías, he querido exponer a otra clase de tiranos, como  mi entrenador, al que menciono reiteradamente y que es capaz de ser un pinche tirano a conciencia de que lo es por el bien de sus víctimas, es decir, es un tirano bueno, y porque a veces me cuesta  agradecerle personalmente que sea el mejor pinche capitán tirano que conozco y que gracias a él y a sus tormentosas rutinas he podido despegar el culo del sofá y poco a poco ir dejando el sedentarismo al que estuve acostumbrada toda mi vida. Gracias porque también cada día soy más activa, fuerte,  flexible y capaz de sacar “el fua” con una patada voladora al mero estilo de Jackie Chan.

En resumen: debemos aprender a  valorar a todos los pinches tiranos que se presentan en nuestras vidas, dar gracias por tener uno que nos ayude a ser mejor en la vida para adquirir el arte de buenos guerreros , pinches, repinches o retepinches, son indespensables, buenos o malos ¡bienvenidos los tiranos!

Yo tengo la fortuna de tener varios  pinches tiranos en mi vida, a los que a regañadientes agradezco en voz baja y  a los que con gusto les escribo: PINCHE CAPITAN TIRANO (forever)

¿Y tú, ya encontraste a tu pinche tirano?

Anahí Rodríguez

Escribe para diferentes medios de comunicación en Tamaulipas y en portales literarios.

Ha participado en cursos de Literatura en Nuevo Laredo y Canarias, España, donde radica actualmente.

Sus columnas tocan temas de actualidad e interés general.