Quiero creer que no; Que no somos una sociedad derrotada por una minoría que nos manipula a través de mensajes, del futbol o de las novelas; a través del buen fin o del escápate de vacaciones, a través de la mercadotecnia, que te dice que está bien adquirir un bien superfluo a meses sin intereses, comprometiendo tu estabilidad económica por algo que quizá no requieres pero que te ha sido vendido como una necesidad para mejorar tu calidad de vida.

En tiempos donde se reconoce que para mantener la estabilidad económica de un país no importa nada más tener una política macroeconómica estable, sino fomentar un sector primario independiente y fuerte, donde el gobierno hace un esfuerzo, quizá falto aun del empuje necesario para crear las condiciones necesarias para fomentar y aumentar las inversiones en el campo, es también el tiempo donde se le debe exigir a esas trasnacionales que lentamente han minado la salud de los mexicanos a través de sus productos chatarra, que regresen algo a cambio del daño que han creado.

Porque se habla de reconstruir el tejido social, pero vemos que ese esfuerzo se concentra en las ciudades, con áreas deportivas, por cierto muchas de ellas desaprovechadas o subutilizadas por la falta de un programa recreacional que involucre a los vecinos, mientras que en las comunidades rurales, donde se presentan casos de desnutrición asociada a obesidad, principalmente en el sector infantil, carecen de espacios, aun y cuando cuentan con los terrenos para desarrollarles una infraestructura deportivo educacional, no concentrándose únicamente en canchas deportivas, sino también en un espacio de convivencia y desarrollo de habilidades, no se diga la necesidad de una biblioteca.

Porque lo vemos a  través de las noticias, la falta de respeto por la propiedad ajena impera; las vacas que fueron sacrificadas al sufrir un vuelco el camión que las transportaba, el saqueo de un camión con pescados y mariscos, pasando inclusive a un lado del cadáver del infortunado chofer, el robo descarado de la carga de un camión que transportaba aguacate Hass  que se comercializaba a través de las redes sociales, y el día de ayer, el mismo suceso, el robo de sorgo en grano, debido a la volcadura del tráiler que lo transportaba; Lo triste de la situación es ver la justificación de la gente al decir que lo necesitaban para los animales, habiendo llegado esta horda de saqueadores a bordo de camionetas pick up armados de palas y costales.

¿Somos una sociedad derrotada, que ante el mal ejemplo de muchas de nuestras autoridades asumimos que no está mal el robo de un producto ajeno, justificándolo con una intangible necesidad? En el ejido donde tengo mi granja, cuando es temporada de limones, todos tienen limón, no importa que nadie tenga arboles del mismo; igual sucede con el que siembra maíz o nopales, ya ni hablar del robo de gallinas o especies menores

Lo mismo sucede con quienes justificándose en los altos costos de los vehículos nacionales, nuevos y usados, transitan en las calles y carreteras nacionales con vehículos de procedencia extranjera, sin permiso de internación, placas vehiculares legales, no los bodrios de cartoncillo y siglas de una asociación espuria e ilegal, sin un seguro que proteja a quienes por desgracia sufran un percance vehicular contra ellos; Lo que hace muchos años nació como una alternativa para la movilización de productos del sector primario, de los campesinos que menos tenían, ilegal pero prohijada por gente cercana al gobierno, hoy es ya normal ver vehículos de lujo circulando por las calles de la ciudad, en gente que no tiene el mas mínimo contacto con la tierra, ni del jardín de su casa

Estamos aún a tiempo de que la inercia, la indolencia y la pasividad no nos conviertan en una sociedad derrotada; Estamos a tiempo de educar a las nuevas generaciones bajo valores de producción, de cultura del esfuerzo, de mejora en la calidad de vida; No nos conformemos de ver a través de la ventana a esas señoras que regentean a niños a los cuales obligan a mendigar, mientras ellas, las señoras, se entretienen con su celular; Estamos a tiempo de establecer las reglas claras del juego, donde una pareja de jóvenes no se dedique a llenarse de niños, al fin que el seguro popular paga la asistencia médica y PROSPERA les otorga dinero mensualmente por cada niño registrado, pero los padres los tienen a las afueras de una Farmacia pidiendo limosna o que se les compre algún producto chatarra. No nos convirtamos en cómplices y no permitamos que esta sociedad sea derrotada por el desgano, la indolencia, la pasividad y la justificación estúpida e irrazonable, amparada en el anonimato. Volvamos a las raíces de la sociedad, una sociedad sustentada en el campo, en las labores agropecuarias, que tenían la obligación y la fortuna de proveer los alimentos necesarios para el crecimiento de una población sana y productiva

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Editorialista en HOYTamaulipas