Hagamos un poco de historia, a propósito de lo que está ocurriendo con DONALD TRUMP y su lesivo espíritu anti mexicano.

Su ira irracional contra los mexicanos raya en lo enfermizo; y aparentemente su actitud beligerante le está quitando el sueño a más de dos diplomáticos.

Hoy Donald Trump signó un acuerdo ejecutivo para comenzar las tareas de construcción del muro fronterizo de más de 1, 500 kilómetros.

Y su orden ejecutiva no tiene retroceso; a menos que el Senado y el Congreso estadounidense se niegue a autorizar presupuesto.

La siguiente historia es eso, historia pura.

Ocurrió por el año 1846, cuando Estados Unidos invadió México y fue en aquél año donde se celebraron batallas memorables, como la batalla de Monterrey, la de Churubusco y la de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847.

No fue una guerra sino dos, y ocurrieron en el siglo pasado y antepasado.

En la primera guerra, los irlandeses se unieron a los mexicanos para pelear contra el Ejército de los Estados Unidos; aquella fue una de las varias invasiones que México sufrió y quizá la más importante.

Fue la guerra donde México perdería la mitad de su territorio, entregando Texas, Nuevo México, Arizona y California a los estadounidenses.

Cientos de irlandeses murieron en aquella guerra. Para eso ellos conformaron el llamado Batallón de San Patricio, compuesto por entre 1 mil soldados y 500, aunque no todos eran irlandeses sino también de otras nacionalidades, la mayoría europea.

Incluso en este heroico batallón iban canadienses.

Miles de mexicanos por supuesto iban junto a ellos en pie de guerra.

Al final de la guerra, el ejército estadounidense ordenaría ahorcar a los irlandeses, canadienses, ingleses, alemanes, polacos, franceses e italianos que conformaron el Batallón, a cuyo frente iba el irlandés general John Riley.

Mataron a todos que quedaron vivos.

Todo aquel que formó parte del batallón de San Patricio debía morir como destino manifiesto. Lo cual así ocurrió.

Pero en tanto estaban vivos se les aplicó hierro candente en la cara con la letra “D”, cuyo significado era, desertores.

Un gran porcentaje del batallón de San Patricio había sido –en el pasado- parte de un segmento del ejército estadounidense; pero por maltratos físicos y humillaciones sufridas, desertaron decidiendo aliarse al ejército mexicano.

Los maltratos eran por razones religiosas pues los estadounidenses desconfiaban del irlandés por su apego a la creencia católica y por su cercanía con Roma.

Los estadounidenses ahorcaron a los irlandeses y alemanes en su mayoría, justo el día que alzaron su bandera; abrieron el cadalso justo en el instante en que Estados Unidos izaba su bandera frente al castillo de Chapultepec, bajando la bandera mexicana.

Empero aquella guerra entre México y Estados Unidos no habría de ser la única.

Hubo otra más, aunque parezca increíble.

Alemania intentó infructuosamente unirse al Ejército mexicano para combatir a los estadounidenses en una de las guerras registradas, tras ser invadido nuestro país.

Incluso Alemania prometió a los mexicanos devolverle el cien por ciento del territorio perdido. Lo único que pedían los alemanes era que los dejarán intervenir, peleando contra los estadounidenses como aliados.

Pero el presidente Venustiano Carranza, un oligarca que tenía negocios con empresarios de los Estados Unidos, se opuso.

Prefirió pactar con ellos que aceptar la oferta. Los alemanes estaban dando su vida prácticamente por nada.

Esta fue una historia que quedó registrada para la posteridad. Nadie podrá agregarle ni quitarle una coma.

Pero esa parte oscura de la guerra de México contra los Estados Unidos –ocurrida cerca del año 1918- es historia ignorada; aunque ya no digamos olvidada pues lo que no se sabe, no tiene por qué olvidarse.

Pudo ocurrir (aunque el hubiera no existe) que Texas, Nuevo México y California fuera devuelto a México.

Pero la ineptitud de mexicanos apátridas y malhechores como Venustiano Carranza lo impidió.

En lo demás, la ignorancia nuestra nos impide devolver la copa a países como Alemania e Irlanda, que infructuosamente quisieron aliarse a México en algún punto de su historia.

Y no los dejaron.

Prefirieron sentir la bota opresora de Estados Unidos...

Mejor abordemos otro asunto.

En México existen actualmente unos 1. 5 millones de extranjeros de última generación provenientes de todo el orbe, desde hindúes, australianos, rusos, colombianos, haitianos, argentinos, venezolanos, italianos, alemanes, franceses, marroquíes, austriacos, irlandeses, turcos y en síntesis, de todas las naciones del mundo.

Todos ellos residen y hacen vida normal en México. Muchos llegaron a trabajar y aquí casaron con mexicanas o mexicanos; de ahí fue aumentando en cascada el número de extranjeros.

Otros arribaron al país por problemas de guerra o persecución política en sus países y pidieron asilo político. Asilo que les fue concedido.

Una gran mayoría de estos 1. 5 millones de extranjeros han adoptado la doble nacionalidad, y al tiempo actual siguen llegando más.

Según Inegi cada diez años el número de extranjeros está duplicándose, lo que confirma que es cada día más frecuente el arribo de estos al país...

Mejor abordaremos otro tema local.

Obvio, el tema es de política.

El alcalde Juan Francisco Leal Guerra hace denodados esfuerzos por cumplir y superar sus metas, dejar un mejor Mante que el que recibió.

Es un hombre tesonero y terco en cuanto a objetivos, por lo general meta que se fija, meta que cumple.

Muchos quizá creyeron que hallarían un alcalde longevo cuyas articulaciones comenzarán a fallar con evidencia.

Pero oh sorpresa, el alcalde Leal Guerra le da el veinte y las malas a miles de jovencitos que osan presumir su corteza física.

La fórmula más sabia humanamente comprensible es la que combina inteligencia y fuerza.

Y el alcalde Leal Guerra sabe que si empeño su tiempo, fuerza física y carácter, tiene para cumplir eso y más.

Los jovencitos que se meten a la política por regla general se deslumbran por el brillo del oro.

Y se marean en un ladrillo.

Pero un alcalde cuyos años lo ayudaron a hacerse fuerte, por lo general sólo debera usar dos elementos, saber guiar a sus colaboradores, girando las ordenes correctas.

LEAL GUERRA se ha ido convirtiendo el alcalde líder del sur tamaulipeco.

Ha sabido sacar juventud de su pasado.

Pero el más precioso de sus tesoros es su genialidad y carácter para guiar a un pueblo a obtener mejor desarrollo y progreso.

Nadie sabe qué pasará en 1 año.

Pero de que Leal Guerra está dejando una grata impresión y buen sabor de boca, eso es indiscutible.

Si Leal Guerra sigue apoyándose en un gran estratega de los números como es Juan Isidro López Zavala, contralor municipal, logrará más rápido el objetivo deseado.

Pues López Zavala es garantía de orden, disciplina y buena administración.

Bien, es todo por hoy, hasta mañana.

Marco Antonio Torres de León

Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en CUTM, laboró en diarios como El Sol de San Luis. Inició en el diario La Opinión de Matamoros como reportero de deportes. Posteriormente trabajó como reportero de información general en Expreso de Mante en 1999, en Noticias del Sur (hoy Cinco Noticias, El Signo de Mante, El Matutino)