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La reestructura que empieza mal, mal...

Por: Sandro Cappello El Día Martes 27 de Septiembre del 2016 a las 08:49

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El Partido Revolucionario Institucional (PRI) al concluir la jornada electoral del cinco de junio del presente año y obtener resultados desfavorecedores, se planteó la necesidad de realizar una reestructuración de forma y fondo, estaban conscientes que transmitían una imagen de perpetuidad de modo, aunado a la baja popularidad consecuencia de la ineficacia de sus gobiernos (tanto a nivel Federal como Estatal), para traer solución a los problemas que aquejan a los ciudadanos, especialmente la seguridad.

El diagnóstico fue certero, identificaron y seleccionaron sus principales problemas, entre ellos; su relación popular con la impunidad y la corrupción, crisis de credibilidad, carencia de democracia al interior del partido, gobiernos opacos, exclusión y lejanía de sus líderes con el pueblo, opulencia en el gasto y la prolongación interminable de sus cuadros políticos veteranos en la cúpula de poder (junto con su familiares y amigos).

Tal cambio debía de comenzar desde lo más profundo de la médula partidista, siendo así se tomó la decisión de realizar un cambio de Presidente y sustituir a uno de los cuadros más solemnes del partido, Manlio Fabio Beltrones Rivera. No fue tarea sencilla la selección, la gran mayoría de los cuadros (“los de siempre”) que ha formado e impulsado el PRI, se identifican con los vicios que precisamente querían erradicar. Asimismo el perfil no podía tener posturas radicales que pusieran en riesgo los intereses cupulares.

Ahí se cometió el primer error, consecuencia de la omisión en la creación de líderes políticos legítimos y actuando de manera impulsiva se seleccionó a un rostro ajeno a los grandes grupos de poder del PRI y con la evidente intención de emular el éxito de la imagen del joven presidente del Partido Acción Nacional (PAN) Ricardo Anaya Cortés.

De manera arbitraria y carente de un proceso democrático se presentó como único aspirante al puesto Enrique Ocho Reza, quien fungía como Director General de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Su currículo académico es incuestionable, cuenta con dos licenciaturas, maestría y doctorado, sin embargo, es relacionado directamente con el equipo del presidente nacional Enrique Peña Nieto y particularmente de Luis Videgaray Caso.

Próximo a su ungimiento surgieron algunas críticas, ciertas con respecto al conflicto de intereses al haber participado en labores electorales y otras por la considerable fortuna que ha amasado. Recientemente se cuestiona el proceso de finiquito llevado a cabo al presentar su renuncia como Director General de la CFE, distintas comunicaciones indican que el procedimiento (por los altos montos) pareciera más una liquidación unilateral por parte de la institución.

La cadena de desaciertos se desarrolló de la siguiente manera: a) Subestimar la capacidad ciudadana para asociar pronto a Enrique Ochoa Reza con un grupo de poder de EPN y por lo tanto no representar algo nuevo, b) No realizar un proceso democrático para legitimar su liderazgo, al menos simulado, c) Disminuir paulatinamente el tono de su retórica con respecto al tema de la corrupción dentro del partido, d) Realizar acciones posteriores que se podrían relacionar con prácticas una y otra vez repudiadas por la sociedad (más vale no dejar dudas), e) Emprender una campaña negativa destinada a Andrés Manuel López Obrador, cuando claramente su adversario natural debería ser el PAN (quién los ha barrido en los últimos debates) y f) Generar amplias expectativas al comenzar procesos en contra de un par de gobernantes emanados de su partido, siendo que la población espera mucho más.

Mientras permanezcan obstinados en utilizar las mismas estrategias que funcionaron en antaño, estarán condenados a experimentar mayores descensos en la popularidad del partido, empero, se encuentran en un contexto donde es posible con resiliencia, adaptarse a la nueva realidad política que se experimenta no solo en México sino en el mundo entero.

Cenizas de la revolución: Jóvenes adultos contemporáneos, que han ostentado puestos de liderazgo en el PRI, comienzan a cuestionar y motivar los procesos democráticos al interior del Partido Revolucionario Institucional, ellos sí representan la verdadera reestructura que les es tan necesaria.

Sandro Cappello

Es Director de Investigación Político Sociales en Consultores y Asociados ESTATAM, con presencia en el noreste de México. Además es docente a nivel Maestría.

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