Los Maderos de San Juan
Tremendo revuelo el que se ha organizado con las nuevas mediciones de INEGI acerca de la cantidad de pobres que existen en México. Basados en una encuesta donde el entrevistado asegura decir la verdad, INEGI y CONEVAL nos han asegurado durante años que más del 50% de la población vive en pobreza. Esto ha causado críticas, desplegados y hasta la renuncia de un funcionario, amén de miles de palabras, como estas, escritas en periódicos, revistas y portales noticiosos de internet.
Por mi trabajo, he visto a muchos beneficiarios de apoyos sociales, destinados a gente en condición de marginación y pobreza, recibirlos y algunas veces, darles mal uso. ¿Podemos considerar pobre a una persona que dada su condición de ejidatario, posee 12 hectáreas, con un valor superior a los 2 millones de pesos, un solar de más de mil metros donde tiene un par de cuartos de material, y que labora en la construcción como obrero, su esposa en una empresa de servicios como afanadora, que tienen una hija, madre soltera, quien no pasa los 21 años ya recibe su pago como tal mas el apoyo por el hijo menor de un año, y trae un teléfono celular con conexión a internet y además cuentan con televisión a color y señal satelital? Porque las hectáreas las renta en lugar de trabajarlas, recibe procampo, prodiesel (ojo, ni tractor tiene), tiene seguro popular, está inscrito en prospera y reciben la despensa oficial, dos por mes, cada dos meses. Su casa tiene luz, agua, banqueta y calle asfaltada (no todas en ese ejido están en esa condición).
Porque nos quejamos del gobierno y de su accionar, como el reciente aumento a la gasolina, pero no sabemos que mucho de ese dinero recaudado sirve para soportar los programas federales de asistencia social, y que muchos beneficiarios lucran con los mismos, mintiendo, alterando la información e inclusive cambiando su domicilio para seguir recibiendo los citados apoyos económicos. Se niegan a salir de ese “circulo de pobreza” porque cuentan con ese dinero para actividades ajenas a las programadas por la autoridad, como puede ser mejor alimentación, vestido para sus hijos, cuadernos y lápices para la escuela.
Sé que los comentarios arriba descritos causaran molestia en muchos, quizá reciba comentarios adversos y hasta insultos, pero lo mencionado, es tan solo un pequeño ejemplo. Acudo y trabajo con mucha gente, deseosos de mejorar su situación económica, familiar o nutricional, y los programas están bien pensados, pero creo que lo que surgió como una necesidad, ahora muchos los ven como una obligación. Que quede claro, NO ESTOY EN CONTRA de los apoyos sociales, sean materiales o económicos; Lo que creo, en mi opinión, es que dichos apoyos deben ir sujetos a evaluación de mejora familiar, capacidad de producción y productividad en quien los recibe. La idea fundamental de dichos apoyos debe ser darles el empujón para mejorar su entorno y de ahí en adelante, acompañarlos con supervisión, no tenerlos por el resto de sus días en situación de apoyo paternalista.
Porque a la vuelta de los años, no vaya a ser que quienes piden y piden se queden como los maderos de San Juan, que piden pan y no les dan.
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Editorialista en HOYTamaulipas
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