El volcán de Colima y el Popocatépetl, los más monitoreados de México
Colima, México. -En México los volcanes más monitoreados son los de Colima y el Popocatépetl, por la cantidad de población que tienen a su alrededor, seguidos por el Pico de Orizaba; se busca llevar a cabo esta tarea en el mayor número posible para lo cual se realiza un esfuerzo permanente, explicó Sergio Rodríguez Elizarrarás, jefe del Departamento de Dinámica Terrestre Superficial del Instituto de Geología (IGl) de la UNAM.
Al participar en la charla virtual “Principales Riesgos Volcánicos y algunos ejemplos en México y en el mundo”, organizada por esa entidad universitaria, el experto dijo: las erupciones volcánicas han ocurrido desde que la Tierra se formó, hace cuatro mil 600 millones de años. En la actualidad se estima que existen más de 500 volcanes activos en el mundo, de los cuales 60 hacen erupción cada año.
Al explicar los conceptos que combinados establecen el riesgo de desastre, el científico definió al peligro como la probabilidad de ocurrencia de un evento potencialmente desastroso durante cierto periodo en un sitio determinado. En tanto, la vulnerabilidad es la susceptibilidad de un elemento de ser afectado, en este caso la población, la infraestructura o la actividad económica.
En nuestro país, la costa del Pacífico se encuentra bajo un régimen de subducción donde las placas tectónicas de Cocos y de Rivera se mueven por debajo de la Norteamericana, dando como resultado la formación de la faja volcánica transmexicana, donde está repartida la mayoría de los volcanes activos de México.
Los peligros volcánicos, continuó, se producen por flujos de lava, cenizas y las llamadas corrientes piroclásticas. Los primeros representan el menor riesgo, porque su emisión es a baja velocidad, generalmente van encausados por ríos y valles, de los cuales es difícil que salgan, así se observó en el caso de la erupción del Paricutín. Asimismo, forman cavernas que pueden llegar a ser inestables, luego de su solidificación.
Además, los bloques y bombas, de tamaño mayor a 64 milímetros -los cuales pueden medir hasta uno o dos metros-, son expulsados en trayectorias como si fueran lanzados por un cañón.
Asimismo, los lahares son mezclas de partículas volcánicas de tamaños diversos que, al mezclarse con agua, fluyen a velocidades que varían de 20 a 60 kilómetros por hora. Se originan en las partes altas de los volcanes y se concentran en las barrancas profundas; al llegar a los valles, se extienden. Estos eventos también son dañinos y pueden ser catastróficos.
Rodríguez Elizarrarás aseveró que para la vigilancia de los colosos se utilizan diferentes técnicas: una de ellas es la actividad sísmica o temblores volcánicos que se presentan años, meses, días u horas antes del evento eruptivo.
Es posible predecir las erupciones volcánicas siempre y cuando exista un sistema de monitoreo adecuado que permita conocer los cambios en su interior, entre ellos la actividad sísmica y la deformación del terreno, refirió
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