Monterrey, NL., (Agencia Informativa de México).- La Ciudad de Monterrey conocida también como “La Sultana del Norte”, “la Ciudad de las Montañas” o “La Capital Industrial de México”, celebra hoy su 424 aniversario de fundación y 156 años de que se convirtió temporalmente como la capital de México, por decreto de Don Benito Juárez.

Su historia se inicia en la época prehispánica, según lo revelan los archivos del ayuntamiento local, pues señalan los cronistas que la ciudad estaba habitada por un grupo de etnias que al llegar los españoles les nombraron “Rayados”, “Borrados” o “Pintados”, porque solían decorar su cuerpo con pinturas de colores, honrando a sus Dioses o a diversos animales. 

Era un grupo indígena seminómada y hay evidencia de que radicó en lo que ahora es la zona metropolitana, quienes se dedicaban a la caza y pesca y las condiciones del clima era lo que los obligaba a emigrar. 

Los fundadores de esta ciudad nunca hicieron una descripción de estos grupos, no hay evidencia de los mismos y poco se sabe incluso de su lengua, aunque presuntamente hablaban en Coahuilteco. 

Relata la historia, que esta ciudad fue fundada tres veces y la primera ocurrió en 1577 por parte del sacerdote portugués Alberto del Canto, en cuya época se establecieron dos asentamientos que no progresaron. 

Luego en 1582, Don Luis Carvajal y de la Cueva fue el primer colonizador de esta ciudad con el asentamiento denominado San Luis Rey de Francia. 

Años más tarde, en 1596, se concretó la fundación definitiva por parte de Don Diego de Montemayor, y nombró a esta comunidad como Ciudad Metropolitana de Nuestra señora de Monterrey.

Ello lo hizo en honor al Virrey de la Nueva España, también conocido como Conde de Monterrey Galicia, Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo. 

Monterrey es de las pocas ciudades que tiene un escudo de armas otorgado por la Realeza Española, aunque todavía se desconoce quién lo diseñó. 

Entre las primeras labores de los 34 pobladores regios destacaron el cultivo de la tierra, la cría de ganado y la minería, los cuales se destinaban al consumo interno. 

Desde 1684 el comercio permaneció estancado por casi dos siglos, y luego se repoblaron las villas de la región, se implementaron aduanas y se impulsó la actividad económica para contrarrestar el contrabando. 

Ya para el año 1824, Monterrey se establece como capital del Estado, y en septiembre de 1846 los norteamericanos invadieron la ciudad, tomaron el puente de la Purísima y se registraron combates en el Cerro del Obispado. 

Resaltan las crónicas que Monterrey fungió como capital del país en 1864 por decreto de Don Benito Juárez, quién se refugió en esta ciudad, pues era perseguido por las tropas de Maximilano I y por el ejército de Francia. 

Durante el año 1867 comienzan a surgir las primeras fábricas de cerveza, hielo y cerillos, aparte de las que ya había de jabón, azúcar, molinos de trigo y talleres textiles, y con ello el desarrollo empresarial de los regiomontanos. 

Fue bajo la presidencia de Don Porfirio Díaz cuando se logran los primeros consorcios industriales como los Altos Hornos, así como las fábricas cementeras, de vidrio y cervecería. 

Hoy algunas de estas empresas están convertidas en gigantes corporaciones multinacionales, con operaciones en Asia, Europa, África, Estados Unidos, así como Centro y Sudamérica. 

Estas mismas compañías jugaron un papel importante para el surgimiento de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el Tecnológico de Monterrey, junto con otras instituciones con prestigio internacional.

La Sultana del Norte es tierra de un clima sumamente extremoso y por tanto variable, ya que en un mismo día llueve, cae hielo y sale el sol.

El termómetro es tan intransigente que en plena época invernal la temperatura alcanza a rebasar los 30 grados, mientras que en el verano se llegan a registrar las inundaciones en ocasiones catastróficas. 

En un mismo año, la locura del mercurio puede tener un registro de 45 grados en pleno verano y meses después sufrir un drástico desplome por allá de los 8 grados centígrados bajo cero, en el invierno.

La comida regiomontana se encuentra influenciada por alimentos prehispánicos, españolas y judíos y entre ellos destacan el cabrito al pastor, un manjar con amplio reconocimiento a nivel nacional. 

Igualmente la carne asada es un platillo tradicional en esta capital y  el corte más socorrido es la arrachera, según cuentan los tablajeros.