Cuando decidí explorar el mundo supuse que no iba a ser nada fácil, que cabía la mayor probabilidad de poner en riesgo hasta la vida. Una vez que tuve bien claro lo que podía pasarme, di el primer paso. De alguna forma me sentía inquieto, no quería ni deseaba para mí un encierro perpetuo, por el contrario, ansiaba saber qué significaba vivir la cruda realidad de la vida; sentí curiosidad por conocer la naturaleza humana en base a la propia experiencia.

Recuerdo que una vez leí un hermoso consejo de un escritor cuyo nombre no recuerdo de momento, dijo algo así de que no era posible escribir sobre un incendio si nunca hemos presenciado uno.

La vida puede ser como un arcoíris, donde cada uno ve y elige el color que mejor le guste, pero lo que sí es una triste realidad es que la vida, el mundo o en la tierra, existen piedras en el camino con las cuales nos vamos a tener que tropezar, de esos tropiezos tiene que salir una enseñanza.

Por eso, se dice que en la vida hay diferentes etapas, y que debemos vivir cada una de ellas de acuerdo con el tiempo y la edad.

Ahora, en la vida no podemos andar todo el tiempo con el miedo, porque el miedo mal empleado nos va a llevar a la pérdida de la vida o al deterioro de la salud. Es cierto que nadie desea ver el lado malo de la vida o de las cosas; es verdad que nadie quisiera que le sucediera nada malo. Sólo que no debemos ignorar que la naturaleza del ser humano es muy compleja.

A veces ni nosotros mismos entendemos por qué actuamos de tal o cual manera. El egoísmo en el hombre se ve muy mal; por egoísmo existen en el mundo millones de hombres en la pobreza extrema; son tantas y tantos casos en donde la participación del ser humano no ha sido lo que se podría esperar.

Si le damos vuelta a la ‘tortilla’, existen casos excepcionales de personas cuyo nivel de éxito espiritual, o de alto nivel de elevación espiritual, nos han dejado ejemplos de sencillez, de humildad, porque su participación en el mundo fue acertada al ayudar a los seres humanos a ser mejores, para que nos demos cuenta de que es necesario la cooperación mutua.

Algunos de esos nombres tal vez tú los recuerdes, como, por ejemplo, Jesucristo, Mahatma Gandhi.

Conocer la vida, no tanto por diversión, sino con propósito de aprendizaje, nos va a enriquecer nuestra visión de la vida para poder transmitir la experiencia de una forma creativa, en el mejor de los casos desde una perspectiva de la motivación.

El hecho de haberme arriesgado a conocer el mundo (el bajo mundo), de haber conocido un aspecto importante de la naturaleza humana, me ha abierto los ojos para hacer conciencia de que sólo existen dos caminos en el que podemos transitar: en el camino correcto, siendo una mejor persona y colaborar al mismo tiempo con nuestros semejantes; o decidir por el camino incorrecto, lo que implica tú mismo lo puedes saber.

¡Hasta pronto!

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.