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Como vulgares “porros”

Por: Carlos Santamaría Ochoa El Día Lunes 14 de Octubre del 2019 a las 12:31

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En un mundo que ha cambiado tanto, la violencia se ha convertido en la noticia más cotidiana y común, a grado tal que nadie se espanta por ver descuartizados en la televisión, o cómo asaltan a alguna persona, o la manera en que vándalos -y vándalas- toman las calles de cualquier punto geográfico del mundo, hacen desmanes; otros, matan… y no pasa nada.

Preocupa la manera en que hemos cambiado al mundo y que no podemos o no queremos hacer algo al respecto, para cambiar la mentalidad de nuestros hijos que, ajenos a una formación pacífica, asumen conductas violentas como las que nos regalan a diario los amantes de López Obrador, conocidos despectivamente como “Chairos”, y que asumen que quien no adora a su presidente es un mal nacido, es un nefasto y otros calificativos mucho más agresivos.

Que contestan violentamente en las redes sociales, y se siguen ufanando de una victoria conseguida en elecciones pasadas, burlándose de todos los que han sido ajenos a sus postulados -si es que los conocen- y a sus caprichos, y siguen justificando la falta de programas adecuados, el inejercicio, el presupuesto que se regala a manos llenas, dejando al sector productivo descobijado, y con una cantaleta que escuchamos todos los días igual, como el caso del “elefante reumático”, tan trillado como la frase “soy honrado, muy honrado” surge todos los días y en todo momento y foro.

El fin de semana que concluyó se llevaría a cabo el cambio de dirigencia de ese grupo llamado Morena, que presume de ser un partido político, y que es el que tiene a México hundido, ahogado, sumido en una situación preocupante. Pasó lo que sucedía antes en el PRD con las tribus: violencia, porque los principales “morenos” así han vivido toda su vida: con plantones y marchas, con vandalismo y actos vandálicos que son el sello.

No entendieron que ser oposición, ser de izquierda no quiere decir ir a romper todo cuanto hay a su paso.

No se conformaron con ello.

Ahora en sus propias reuniones hicieron lo que saben y les sale muy bien, y llegaron en Guadalajara a grado tal de que hubo gente armada.

Como suelen hacerlo, justificaron a esas personas en el sentido de lavar su nombre morenista, argumentando que eran personas ajenas a su grupo y que fueron infiltrados. Seguramente en una conferencia mañanera escucharemos que fueron los neoliberales, los contrincantes, los enemigos; triste es ver que todo lo ven desde esa óptica: el mundo está contra ellos. ¡Pobres!

Podrían tener otra mentalidad que urge al país y que tenga que ver con una actitud de protesta formal, pacífica, sin agresiones ni violencia hacia los ajenos y ahora los propios.

Sinceramente, estamos cansados de prender un televisor y escuchar y ver únicamente violencia, porque también, somos víctimas de un periodismo amarillista y de mucho muy baja calidad en la televisión de moda encabezada por un grupo de personas que no tienen idea de cómo hablar, qué decir o un argumento sólido siquiera, atándonos a una serie de emisiones de bajísima calidad, sin contenido útil, sin dicción adecuada, gente inculta y mala para hablar.

Es lo que nos dan: violencia e impreparación, todos los días, y tenemos que tragarnos esas cosas porque no hay más.

Necesitamos romper los moldes de violencia: urge una sociedad tranquila, pacífica, inteligente, que no se conforme con los gobernantes malísimos con que contamos, y que exija, pero lo haga adecuadamente, sin ir a romper ventanales o saquear tiendas de conveniencia y querer hasta quemar librerías.

Queremos un México diferente, pero para eso, tenemos que trabajar, y nos da flojera hacerlo, y dejamos que unos pocos casi iletrados se hayan posesionado de un Congreso de la Unión, de un Senado y un sistema de gobierno.

Estamos en manos de ellos, pero mucho podemos hacer si queremos lograr un cambio positivo para nuestro México querido. Y aún podemos hacerlo, pero primero, debemos alejar la violencia de nuestra mente.

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com

Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.

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