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Señalética deficiente

Por: Carlos Santamaría Ochoa El Día Lunes 15 de Julio del 2019 a las 11:29

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Entre los aspectos que deben mejorarse en las grandes y pequeñas ciudades, es la forma en que la autoridad nos pueda apoyar para trasladarnos adecuadamente y respetar los bandos de policía y buen gobierno -si es que aún existen- para poder considerar una convivencia tranquila y acorde a las necesidades de todos.

Y hace poco tiempo se puso de moda el término “señalética”, que no es más que tener señales adecuadas para cada necesidad, que nos permitan darnos cuenta de estas situaciones únicas para poder respetar, observar o considerar lo que se nos dice.

Hay un código de señalética en el mundo que nos habla de señales de un mismo color y con dimensiones y figuras estándar, es decir, iguales en cualquier parte.

En ese sentido, recordamos cuando la fuente del paseo Méndez fue instalada, alguna autoridad tuvo la ocurrencia de instalar un tope a la altura de la calle Democracia sin decir nada previo, sin señalarlo y más: las groserías y más no fueron pocas para la autoridad, una autoridad que no tuvo empacho en avisar: “habrá necesidad de detenerse ahí” o algo por el estilo, considerando que antes quien rodeaba el mismo tenía preferencia vial.

Los brincos en el automóvil fueron muchos y las suspensiones afectadas más.

Hoy se repite la historia, porque nuestras autoridades desde hace varios trienios no se han dado a la tarea de sustituir las señales dañadas en rumbos determinados, lo que ha ocasionado que por consiguiente no se observe la ley adecuadamente, ya que no hay nada que indique tal o cual situación.

No son capaces de instalar in disco con la palabra “ALTO” en una esquina, o un límite de velocidad: ya no digamos otros temas que debieran estar bien representados en las señales de la ciudad, y que para ello hay un departamento a quien se le paga muy bien para que esté al corriente. Nada funciona así.

Tenemos topes por doquier, instalados a capricho de una o dos personas y de acuerdo con las necesidades de sus amigos, que son simplemente una mancha de asfalto corriente sin tono ni nada, y que provoca muchos daños a los vehículos, tema que no interesa a una autoridad que ha sido rebasada por la ciudadanía, y cuyos objetivos son muy ajenos a servir con eficiencia y honestidad.

Urge que alguien en la autoridad municipal pusiera orden en este rubro descuidado totalmente. Antes existía alguien encargado de lo que llaman “ingeniería de tránsito”, sin embargo, con la mecánica actual, no hay quien tenga siquiera conocimiento de cuántos focos y de qué watts se requieren para un semáforo. Así de ineficientes.

La ciudad, como todo, tiene necesidades y es necesario acordar con quien maneja las directrices y el dinero lo que se debe gastar, en donde y cuando, para que funcione adecuadamente. No somos un pueblo o rancho que no tiene ni calles, aunque por el estado en que se encuentran pareciera, ni tampoco donde haya dos o tres vehículos: tenemos miles que necesitan ordenarse, y esa es la función de la autoridad.

Presumiblemente, hay un Cabildo que tiene funciones diversas, y ahí hay un síndico y un regidor que debieran atender estos temas, pero están tan ocupados en la grilla y en la sucesión que se les olvida lo que deben hacer, ya que solamente se acuerdan de sus cargos cuando el presidente les ordena votar tal o cual tema. Difícil, triste, pero cierto: cual marionetas de titiritero grotesco.

Como que es tiempo de asumir su función, y en el caso de las señales de tránsito que debe haber, podría la gente hacer una tarea sincera y profesional, a forma de que nos pudiéramos sentir orgullosos de la autoridad que tenemos.

Como que es tiempo de reconocer que hay necesidades ciudadanas y no todo en la vida es baile de zumba: hay que actuar con responsabilidad, con honorabilidad y eficiencia y una honestidad probada, lo que todos pedimos a gritos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com

 

Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.

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