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Aplicar las leyes, nada más

Por: Carlos Santamaría Ochoa El Día Domingo 20 de Enero del 2019 a las 11:47

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Si tenemos tres neuronas buenas y nos dicen que hay que ir a un ducto a tomar gasolina, porque todos lo hacen, tendríamos qué pensar en la posibilidad de estar ante un hecho ilegal: todos sabemos que el combustible es un gran patrimonio de la nación, y su usufructo es una acción que corresponde a los que conforman Petróleos Mexicanos, la paraestatal que en forma oficial nos vende todo este producto y sus derivados. No nos hagamos pato, lo sabemos de sobra.

No podemos engañarnos y pensar que la Nación está distribuyendo equitativa y gratuitamente el producto para que todos tengamos qué comer, o porque son de la idea de que debemos engrosar nuestro patrimonio a base de actitudes que el gobierno debe encabezar… o solapar.

Para el que es muy apegado a la religión, sabe que no es adecuado tomar lo que es ajeno en ninguna circunstancia, y que el respeto a la vida y lo de los demás es importantísimo; toda ley consagra ese derecho y todos sabemos que al no hacerlo incurrimos en un delito que se llama robo: así de claro.

Y es muy triste ver la forma en que llegan cuadrillas de soldados a diversos puntos del país donde roban combustible y son recibidos a balazos, tablaos, con piedras y todo, y los soldados no llevan siquiera armas, porque absurdas disposiciones dicen que no deben llevar nada para defendernos ni para defender su propia integridad: los mandamos a la boca del lobo sin nada para defenderse siquiera, en una acción más que injusta, como si los solados no tuvieran familia o no sufrieran lesiones, o no los mataran, enlutando hogares también mexicanos. Molesta sobremanera ver la forma en que se ha protegido a los delincuentes: asesinos, violadores y peores tienen una lista de derechos humanos que hay que considerar, sin tomar en cuenta los terribles daños que a la sociedad hacen en cada una de sus estúpidas acciones. Eso no cuenta para la autoridad al parecer, sino el que no les den siquiera una bofetadita a estos infelices.

Ahora, los delincuentes que rompieron el ducto y provocaron la muerte de más de 70 también delincuentes piden indemnización por haber muerto sus familiares en acciones de robo a la nación y haber puesto en riesgo la integridad de cientos de personas. De plano, el mundo está de cabeza.

Aquí lo que debiera proceder es que llegue la autoridad y se lleve a todos los que incurrieron en delito, los encierren en una cárcel segura para que paguen sus delitos, y que paguen los daños que ocasionan al país, porque la reparación de un ducto de ese tipo cuesta muchos miles de pesos que alguien tendrá que sufragar, y los gastos médicos son millonarios: ahora resulta que hay que pagarles hasta el último centavo por cuestiones de humanidad…

¿Y donde está la humanidad gubernamental para los que hemos sido afectados por secuestros y levantones? ¿Cuándo tomaron en cuenta a las víctimas de los miles de muertos que ha habido en los últimos años?

Ridículo es ver que quieren indemnización estos delincuentes, escudados, como buenos cobardes, en sus hijos y sus parejas, aduciendo pobreza como el mejor pretexto para delinquir, cuando hay millones de pobres que salen a buscar el taco diario sin robar a los demás, menos a su país.

¿Qué está pasando en México que protegemos más al delincuente?

Es hora de que la justicia sea para todos y se distribuya en forma equitativa, porque habemos muchos que no delinquimos para comer, y a quien lo hace lo ayudan en todo momento. Ahora resulta que hay que pagarles medicinas, hospitalización: millones de pesos que bien pudieran utilizarse par apagar los trasplantes de riñón que nos hacen falta para que vivan muchos mexicanos, o para ejorar el cuadro básico de medicamentos.

¿Hasta cuando dejaremos de solapar delincuentes y buscar que la justicia sea justa para todos?

Para esos delincuentes: cárcel y que paguen los daños. Para México, nuestro más sentido pésame.

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com

Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.

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