Para nadie es un secreto que los accidentes viales se encuentran en países en desarrollo entre las primeras causas de muerte. En México, resulta alarmante ver el número de personas que fallecen o quedan lisiadas para siempre por un accidente automovilístico.

Dicen algunas estadísticas de principios de año que en nuestro país mueren diariamente un promedio de 32 personas por accidentes.

¿Las causas? Todos sabemos que las más importantes son producto de la imprudencia de los que manejamos, o el hecho de sentirnos los grandes pilotos, que redunda en la otra causa, amén de los que ocasionan los borrachos.

Los teléfonos celulares entran en la imprudencia, porque no entendemos cuando vamos manejando el ver la cantidad impresionante de personas que van manejando y con el móvil en la mano, contestando mensajes de sus redes sociales.

Podemos ser muy diestros al manejar, pero no poner la atención necesaria reduce nuestra capacidad de reacción, y desgraciadamente, señalábamos a las mujeres como principales infractoras del móvil, pero tristemente vemos que es ya un mal generalizado: todo mundo lo hace a toda edad y de todo género.

Otra causa importante es la borrachera: los que manejan ebrios deberían ser consignados y purgar penas muy extensas para que escarmienten realmente y aprendan a respetar la vida de los demás y la suya misma.

Existen otras causas como la distracción al mover la radio, platicar y más, pero las más importantes, sin duda alguna, son el celular y el alcohol, agregando el exceso de velocidad como causa también significativa.

En ese sentido habrá que considerar varias acciones:

Inicialmente que la autoridad de tránsito realmente trabaje para disminuir los accidentes y no salgan a la calle con una desmedida hambre por infraccionar, como lo hemos visto y padecido: su prioridad es infraccionar y no regular el tráfico u orientar.

Pocas veces vemos a un agente señalar fallas y pedir que se corrijan: se esconden y agazapados nos toman por sorpresa en bulevares, para buscar la multa por cualquier motivo… o la “mordida”, el dinero por no ser infraccionados.

Y nosotros, los ciudadanos que no somos de placa y block de infracciones, entender que es peligroso manejar con el celular en mano, que no debemos distraernos, no tomar cuando manejamos y dejar aparatos que nos interfieran en atención, a un lado, lejos del volante.

Y efectivamente, se requiere de un trabajo conjunto: autoridades competentes, ciudadanía y grupos sociales, y hacer entender a esas y esos que no pasa nada ni se acabará el mundo por no contestar un mensaje de alguna red social en forma inmediata.

No nos ocupemos de las estadísticas que realmente son alarmantes, sino del probable resultado de un accidente donde seamos participantes: cuidemos los límites de velocidad, la atención necesaria, el dejar el celular a un lado, no tomar al manejar, y por otra parte, pidamos una corporación de tránsito que realmente trabaje en pro de la ciudadanía y deje de ocuparse prioritariamente en infraccionar.

Es una responsabilidad de todos, compartida, porque cuando hay muchos accidentes la autoridad queda mal, y nosotros podemos convertirnos en víctimas, y por otra parte, si colaboramos y ayudamos a que haya orden, otra cosa sería.

Así es factible encontrar prudencia en las salidas de las escuelas, en las avenidas y bulevares, en las carreteras, y podemos hablar de una buena medida en pro de evitar accidentes automovilísticos.

Se requiere energía, fuerza en la autoridad, pero no despedida sino justa, y de la ciudadanía, responsabilidad: dejar de pensar que porque compramos un coche de contrabando y lo enlistamos con alguno de esos vivales ya sabemos manejar.

No: realmente manejar es otra cosa y tiene que ver con el bienestar de nosotros y de los demás.

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Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.