Río de Janeiro, (Notimex).- La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) alertó hoy sobre la profunda desigualdad y discriminación por raza y condición social que se vive en Brasil, al término de una misión en el gigante sudamericano.

Al término de una semana de trabajo por ocho estados de Brasil, la CIDH divulgó un informe preliminar sobre el estado de los derechos humanos en el país, que a partir de enero, cuando asuma la presidencia el ultraderechista Jair Bolsonaro, espera un giro en sus políticas sociales y económicas.

En el texto divulgado este lunes, tras una semana de trabajos por zonas indígenas, periferias urbanas y áreas pobres, la CIDH destacó que hubo avances en las últimas décadas para el fortalecimiento institucional de los derechos, pero alertó de graves déficits.

“A pesar de los avances, encontramos un país que no tuvo éxito en el abordaje de sus principales deudas históricas con la ciudadanía: el problema estructural de desigualdad y discriminaciones profundas, entre las cuales destacan la discriminación racial y social”, se lee en el texto.

La CIDH, que se reunió con decenas de entidades y grupos sociales, dijo que “identificó tristemente una reducción de la intensidad” de la “preocupación con la situación de los derechos humanos en Brasil”.

Destacó, entre otros casos, el repunte de la violencia contra campesinos sin tierra o pequeños agricultores en la región amazónica de Pará, donde unas 700 personas fueron asesinadas por la lucha por el acceso a la tierra en las últimas tres décadas, y la situación deplorable de los adictos al crack en Sao Paulo.

Asimismo, y en vísperas de la asunción de Bolsonaro, la CIDH alertó de los impactos para los programas sociales en Brasil de las políticas de ajuste fiscal, que “puede significar el fin de las políticas sociales y la reducción de las expectativas de mejores condiciones de vida de la gran mayoría de la población”.

La defensa de los derechos humanos en Brasil adquirió mayor dimensión en las últimas semanas tras la propuesta de una serie de polémicas y radicales medidas por parte de Bolsonaro y su equipo para luchar contra la criminalidad organizada en el país a partir del 1 de enero.

Defensor del porte de armas y de dar poder a policías para “eliminar” criminales armados a discreción, Bolsonaro defendió tener “mano dura” contra criminales y uno de sus ministros abogó por usar francotiradores para ejecutar a hombres armados.

Un estrecho colaborador de Bolsonaro, el presidente de su formación, el Partido Social Liberal (PSL), Gustavo Bebianno, calificó a finales de octubre a la OEA de “izquierdista” y “sin credibilidad”.