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Transmigrantes y caravanas nuevo fenómeno

Por: Jorge A. Lera Mejía El Día Domingo 11 de Noviembre del 2018 a las 22:08

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Esta semana, terminé de afinar mi nuevo libro en publicación con la editorial norteamericana Palibrio Editores.

El título de este libro, que tendrá un estilo de crónicas e historias de vidas, será: ÉXODO DE TRANSMIGRANTES CENTROAMERICANOS Y TRÁFICO DE PERSONAS: RELATOS DE UNA CRUDA REALIDAD "Casos de familias enteras a través de México y Tamaulipas".

Estará compuesto de una recopilación de una serie de mis propias publicaciones periódicas en los medios de prensa que me hacen favor de reproducir.

Las notas editoriales datan del período 2017 a noviembre de este año, además de incluir las entrevistas en medios orales y escritos.

A continuación, me permito citar aquí parte del prólogo de este libro, que estará disponible a fines de este año como un E-Book en venta en redes sociales y Amazon:

[...] PRÓLOGO: El fenómeno de la migración mundial en tiempos recientes, ha tenido un giro de 360 grados, volviéndose un tema sumamente espinoso, incluso haciendo retroceder voluntades anteriormente favorables, para aceptar que la población del sur tienda a emigrar y ser aceptados en el norte, tanto en el continente americano, como en los continentes europeo y asiático.

Hoy día, estos movimientos humanos migratorios son reconocidos como “migraciones forzadas”, debido a que no se están presentando en forma natural e individual, sino que ahora se registran huidas masivas de un país a otro – principalmente de sur a norte -, y son acompañadas por familias enteras, incluso por niños solos, mujeres embarazadas y mascotas. En algunos casos, con riesgos de enfermedades contagiosas, que ponen en riesgo la salud del propio migrante y la salud pública de los países de destino. 

En los últimos tres años, se observan con preocupación oleadas de migrantes expulsados de sus países en plena crisis económica, por falta de empleos; por encontrarse en guerras internas; al sufrir violencia e inseguridad causada por el crimen organizado; por sequías, hambrunas o fenómenos climáticos – terremotos, ciclones, etc. -, todo ello, causando verdaderas fugas masivas de grupos humanos vulnerables, vía caravanas masivas de migrantes, frágiles lanchas o balsas por el mar Mediterráneo, vía cajas de camiones - tráiler -, o en la parte superior de trenes de carga (“La Bestia” de México). 

La mayor parte de estos medios de transporte, con altos riesgos de morir ahogados, asfixiados, hacinados o deshidratados. Estos grupos migratorios, incluso son manipulados y administrados por integrantes del crimen organizado, operando una nueva forma de “tráfico y trata de personas”, vulnerando la vida misma y los derechos humanos de los migrantes. 

Este éxodo migrante de centroamericanos, se suma a la propia emigración de mexicanos del sureste del país, así como de Michoacán, Guanajuato y Zacatecas, entre otros.

No obstante las opiniones optimistas de organismos, como el Banco Mundial, que siguen impulsando la opción de emigrar para la búsqueda de un buen futuro y de mejores oportunidades de vida, señalando que este fenómeno es favorable tanto para los países de origen como de destino. Esto se corrobora en el comentario expresado en junio 2018 por el Banco Mundial:

“… La migración mundial ha sacado a millones de personas de la pobreza y fomentado el crecimiento económico, según concluye un nuevo informe del Banco Mundial. Sin embargo, si los países de destino no implementan políticas que aborden las fuerzas del mercado laboral y gestionan las tensiones económicas a corto plazo, corren el riesgo de salir perdiendo en la competición mundial por el talento y de dejar grandes vacíos en su mercado de trabajo…” (Banco Mundial, 2018).

Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, la migración indocumentada se ha identificado como una amenaza potencial para los Estados Unidos de América (EUA), ante la posibilidad de que grupos terroristas busquen internarse sin ser detectados, aprovechando los medios y las rutas por los cuales cientos de miles de migrantes indocumentados se internan anualmente de manera no autorizada en ese país. Ante todo, resulta necesario cuestionarse si tanto en EUA como en 
México, la idea de que la migración constituye una amenaza a la seguridad nacional puede representar un caso de xenofobia enmascarada. 

Es decir, las aristas en los vínculos entre migración y seguridad nacional pueden fomentar la exacerbación de posiciones discriminatorias, racistas o xenófobas, aquí y allá. 

No está clara cuál debe de ser la postura de México como país, ante la crisis migratoria de los hermanos de Centroamérica y de nuestros propios paisanos mexicanos emigrantes. Como seres humanos, sin duda es ayudarles, ser solidarios. Respetar sus Derechos Humanos. Nadie hace nada para merecer haber nacido en una familia que no vive las atrocidades que enfrentan quienes deciden emigrar de Centroamérica. Si no hemos ni siquiera considerado esa opción, como una alternativa viable. 

Si tenemos oportunidades de trabajo de desarrollo en nuestras ciudades y si nuestra integridad física está, en buena medida, garantizada; tenemos una razón para estar agradecidos, viendo a lo que se enfrentan muchos otros. 

Sin embargo, la postura de la autoridad es más difícil. El gobierno mexicano tiene que navegar con la presión de cuidarle la espalda a Estados Unidos, respaldando la política migratoria de este país por nuestra dependencia económica; pero también la de respetar los derechos humanos de los migrantes, de darles un trato digno y, también la de darles la oportunidad de aspirar a una mejor vida. 

En este sentido, la deportación de los indocumentados de Centroamérica, no es la mejor opción. Ese discurso siempre se estrella con nuestras propias quejas, hacia el trato que las autoridades migratorias de EUA dan a nuestros propios migrantes cuando son atrapados y deportados. Seguido se escuchan lamentos sobre el maltrato y el tipo de xenofobia del que son tratados los mexicanos ilegales en EUA.

¿Cómo debemos ser con el caso de los migrantes del sur de México? Un programa social regional, entre nuestro gobierno y los gobiernos de Centroamérica, puede hacer el trato migratorio más humano. Que quienes sean detenidos en México puedan acceder automáticamente a algún tipo de protección y vigilancia del gobierno de Honduras, por ejemplo. 

El futuro está en tener mayor empatía y abrazar una política migratoria un poco más abierta. Se presenta una nueva hipótesis central, ante la barrera o muro infranqueable que la administración 
de Donald Trump declara al sellar la frontera sur con México, es ¿Se sustituirá el viejo “sueño americano” por un “nuevo sueño mexicano”?

Jorge Alfredo Lera Mejía

Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT).

Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas.

Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.

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