Son bien curiosos algunos funcionarios y políticos: les encanta que se hable de ellos cuando las cosas salen bien, y se vanaglorian cuando la ciudadanía dice: “el gobierno de tal…” refiriéndose, obviamente, a ellos, sin embargo, cuando alguien. Critica “su” administración se ponen locos, histéricos y se enojan, culpando inclusive a la prensa de ser la causante de sus desgracias.

Acostumbrados el elogio sugerido y agradecido, son especiales en el sentido de que no quieren compartir los logros con sus equipos de trabajo. México tiene un problema serio en ese aspecto, y por consecuencia, se convierte en una arma de dos filos: cuando hablan bien, el susodicho es el mejor, pero cuando algo sale mal, es el peor de la historia.

Lo hemos vivido en nuestro municipio y estado, donde se cuelgan milagros de más o penas de menos, pero el caso es que no entendemos que una administración, cualquiera que sea su nivel, es consecuencia de un trabajo en equipo que, cuando está ausente, se convierten la peor pesadilla de quien la encabeza y sus gobernados.

Es donde sale a relucir un buen -o malo- trabajo en equipo. Recordamos aquellos gobernadores que no tenían problemas entre sus colaboradores, no al menos en la opinión pública, y manejaban un eficiente trabajo, sin car en el servilismo que inunda al país y que pareciera que lleva a que todo mundo tenga hasta que respirar únicamente por orden del que manda.

De esta forma, se escucha diariamente que los secretarios trabajan porque recibieron la orden precisa del jefe -presidente, gobernador o alcalde- sin que la vida les de oportunidad dd demostrar por qué son ellos los elegidos para manejar cualquier área.

El columnista no ve, por ejemplo, que el presidente Peña Nieto esté revisando las cifras de vacunados en el presente trimestre, o que revise uno a uno los reportes de inscripciones y desarrollo de clases en el país: para eso están los secretarios de salud y educación, por citar algunos ejemplos.

Y es como el deporte: cada uno tiene un rol, y el ejercicio adecuado de todos en su papel permite que haya logros importantes.

No creamos que un campanazo otorga el triunfo a un grupo o administración: es producto de un trabajo de cada uno de los integrantes.

Imaginemos que alguien diga que Cristiano Ronaldo logró los campeonatos del Real Madrid: sin la actuación de Keylor Navas o Sergio Ramos no hubiera logrado el triunfo, porque cada uno tiene su papel protagónico, y cada quien en su sitio hace lo que le corresponde para alcanzar las metas.

El columnista nunca ha visto a gobernador alguno pavimentar una calle: para eso están los trabajadores de bacheo, y los de alumbrado, y los del campo y así, en cada una de las actividades productivas.

Un buen gobernante tiene buenos colaboradores, y éstos tienen buenos trabajadores que sacan el trabajo adelante para bien de sus representados y de ellos mismos: así se hace un buen gobierno, que responde a las necesidades de sus gobernados. Sencillo, como es.

Es por ello que el trabajo en equipo resulta fundamental para poder entender que la sociedad en que vivimos no es un ente aislado sino un conjunto de todos nosotros y que todos tenemos un papel, un derecho y una obligación.

El problema de basura se resuelve cuando todos participamos, igual que el de bacheo o alumbrado, de parques o salud, de educación o fomento comercial e industrial.

Nadie somos absolutos: no existe ese ser poderoso, perfecto y absoluto: los mandatarios son humanos, tanto como todos nosotros. No nos engañemos, no son super personas, son seres con una oportunidad de servir y algunos lo saben hacer muy bien… otros… nos quedan a deber y mucho.

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Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.