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Sin temor a morir en el diamante

Lolita de 53 años de edad ha sido campeona seis veces consecutivas en el deporte de la pelota blanda, no teme morir en el campo de juego, pues con dos infartos, diabetes y el corazón grande continúa en la caja de bateo
Por: Sofía Jasso/Ciudad Victoria El Día Lunes 08 de Octubre del 2018 a las 17:00

María Dolores Cabrera Castillo originaria de Llera, Tamaulipas, lleva nueve años jugando softbol, de los cuales en seis ocasiones ha levantado el trofeo como campeona en equipo, además de ser la mejor bateadora
Autor: Sebastián Rodríguez
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Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Dos infartos, diabetes y el corazón grande no son un impedimento para que la señora “Lolita” de 53 años de edad juegue softbol y lo juegue bien como primera base, sin temor a morir en el diamante, pues exclama enérgicamente, “prefiero quedar en el campo de juego, pero bien campeona”.

María Dolores Cabrera Castillo originaria de Llera, Tamaulipas, lleva nueve años jugando softbol, de los cuales en seis ocasiones ha levantado el trofeo como campeona en equipo, además de ser la mejor bateadora, “ahorita juego con Vaqueritas de Victoria, siempre me gustó el béisbol y softbol; un día decidí invitar a unas vecinas a formar un equipo, pues no había, poco a poco se hizo uno y comenzamos a jugar”.

Bajo la sombra de un árbol en medio de los campos de la Villa de Tamatán, para estar a salvo del fuerte sol que cae a mediodía de un sábado de octubre, Lolita, siempre con una sonrisa a flor de labios enmarcada por un diente dorado muy cerca de ambas comisuras, narra que su etapa como jugadora del deporte de la pelota blanda marchaba bien, pues había conseguido ser seleccionada máster a nivel estatal, sin embargo, en abril del 2016 la sorprendió un infarto.

“Pero eso no me desanimó, yo seguí jugando porque el softbol para mí es vida”; sin embargo ahí no quedaría todo, pues a pesar de no dejar su actividad en mayo del 2017 llega un nuevo infarto, del cual nuevamente se repone y a los ocho días de salir del Hospital asiste al juego por el campeonato en el que su equipo iba perdiendo, “yo pedí jugar pero el entrenador no quería, le insistí y aceptó bajo mi propio riesgo, remontamos y conseguimos ser campeonas una vez más”.

Un sinnúmero de trofeos avala el paso de Lolita como jugadora desde que el deporte de la pelota blanda la cautivó, quien desde sus inicios en Llera tras lograr formar un equipo llamado Águilas Reales y contagiar su entusiasmo hasta conseguir ocho conjuntos para realizar torneos, ha puesto en cada partido lo mejor, sin embargo, luego de un tiempo y por diferentes situaciones las escuadras se desintegraron, lo que la orilló a emigrar a Ciudad Victoria con todo y equipo e integrarse a las filas de la Liga Universitaria de softbol femenil.

“Primero se vino a jugar todo el equipo de Águilas Reales pero poco a poco también las jugadoras se desanimaron y solo quedamos cinco, por lo que nos unimos a las Vaqueritas que dirige Lorenzo Guevara”.

En temporada de juegos Lolita se traslada sábado a sábado de Llera a Ciudad Victoria, donde los aficionados al softbol buscan estar presentes en cada una de sus participaciones, pues esperan que llegue a la caja de bateo para disfrutar sus buenas jugadas.

Las prófugas del metate, fue como las llamaron en un principio las vecinas cuando las veían practicar o jugar, sin embargo poco a poco cambiaron su percepción, “nos decían que no teníamos qué hacer, pero yo les decía que antes de jugar yo cumplo como ama de casa, ahora me ven y me dicen que cómo sigo después de dos infartos y padecer diabetes, además de que me detectaron que tengo el corazón grande”.

Agrega, “el jugar me da calidad de vida, me ayuda mucho en recuperarme rápido de mis enfermedades, yo jugando no me acuerdo de nada, por eso practico dos horas diarias por la tarde”.

El segundo infarto la alejó de las posibilidades de formar parte de la selección estatal máster, sin embargo, recibió como reconocimiento la playera como una más de ellas.

Dice que la falta de apoyo al softbol hace que solo exista por el momento la categoría libre en el softbol femenil, por lo que las integrantes del equipo van desde los 15, 20, 30 “y pues yo que tengo 53 años, pero no me siento diferente a ellas, yo solo sé que quiero jugar y le hecho muchas ganas”.

Lolita asegura que el practicar este deporte le ha ayudado en la unión familiar, pues es su esposo Eladio Longoria quien más la apoya, “él es el que nos entrena todas las tardes en Llera y me acompaña a dondequiera que vaya a jugar, además toda mi familia también asiste a los partidos, es muy bonito que me apoyen, es una gran satisfacción ver a mi familia reunida echándome porras mientras estoy en el terreno de juego, y más cuando recibimos el trofeo como campeonas”.

Su esposo y su hijo más pequeño de nombre Erick acompañan a Lolita, quien porta su uniforme de pantaón blanco y playera roja, en el pecho destaca el título de Vaqueritas; mientras ella continúa narrando sus andanzas en el softbol; a su espalda comienza el bullicio de jugadoras que comienzan a calentar para un partido, y el de la gente que llega a disfrutarlo.

“Para jugar no hay edad, quien quiera hacerlo puede empezar en cualquier momento, les va a ayudar a tener mejor calidad de vida y fomentar la unión familiar, a pesar de los dos infartos yo no me voy a apachurrar, yo voy a seguir adelante hasta donde Dios diga”, concluye Lolita como llaman de cariño a esta mujer, quien se despide y se aleja para seguir dando ejemplo de valentía, coraje y amor a la vida.

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