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El gran crimen silencioso

Por: Carlos Santamaría El Día Domingo 15 de Octubre del 2017 a las 16:23

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Uno de los mejores neurólogos del país revisó a mamá por su afección que data de más de dos décadas, y casi al término de la consulta, dijo una frase lapidaria, cuando estaba recetando los medicamentos: “¿tal medicamento:  lo va a tomar del IMSS?, porque si es del Seguro tengo que darle una dosis mayor”.

Terrible frase, considerando que desde hace más de 50 años hemos escuchado esa frase de que hay que tomar el doble de medicinas cuando son del Seguro o del ISSSTE, lo que se traduce en la poca confiabilidad de éstos para curar o controlar.

Hemos sido testigos de este proceder, comparable con un crimen de lesa humanidad, con un holocausto o más, porque resulta que nos engañan y no nos dan el medicamento requerido, porque las cajas de medicina de estas instituciones proceden de laboratorios de dudosa honorabilidad, y que tienen menos sales que las que dicen tener.

¿A qué se traduce lo anterior? Sencillo: Imagine que usted tiene dolor de cabeza muy intenso, y el doctor le dice que tome Paracetamol de 500 mg. Uno cada ocho horas; lo adquiere y se lo toma, pero no le quita el dolor, porque el que supuestamente debe tener 500 mg. Resulta que tiene 250 o 300 mg.

Una infección: si le dan antibiótico de determinada fuerza –unos 500 mg—y hace lo mismo, en lugar de quitar la infección podría propiciar que el virus a atacar resulte fortalecido causando una contra-reacción, que será contra-producente y podría inclusive causar incapacidad o muerte.

El columnista ha hecho pruebas con medicina de este tipo y la llamada “de patente”, encontrando que los controles glucémicos fueron siempre distintos, favoreciendo los de la medicina cara, la que no se da en las instituciones.

Lo más grave, desde nuestra óptica, es que dice ahí “500 mg.” Y no tiene tal cantidad de sales, por lo que, uno cree que está tomando la dosis indicada por el especialista y nada: es la mitad.

Si nos dijeran que es media dosis, tomaríamos dos y asunto arreglado, pero nos engañan, y lo grave es que engañan a millones de derechohabientes, sin embargo, están más preocupados nuestros legisladores en autorizar más presupuesto electoral y electorero que en cuidar la salud de los mexicanos.

Somos de la idea de que quienes conforman la comisión de Salud de los congresos estatales y del Congreso de la Unión deben pugnar, seriamente y en forma inmediata en la revisión del cuadro básico de medicamentos.

No es posible, por ejemplo, que haya solamente algunos tipos de insulina, y las que están resultando positivas para el tratamiento tenemos que comprarlas porque no se incluyen, y así sucede con antibióticos, antihipertensivos y de todo tipo de medicinas.

Hemos propuesto que se establezca un programa fiscal de beneficios para los laboratorios que presenten buenos precios accesibles para la población y dejen de ser los voraces monstruos insatisfechos que se quedan con todo el dinero de quien quiere curarse.

Hemos propuesto que haya verdaderos sistemas de atención y otorgamiento de prestaciones médicas en el país. Nuestra gente se muere por falta de estas medicinas, y porque nos engañan.

Habría que preocuparse por un juicio y cadena perpetua para estos asesinos que empaquetan menos de las sales que dicen que entregan, porque eso significa que los que padecemos enfermedades crónicas tenemos muchas complicaciones por la falta de medicamento, y no porque no lo tomemos, sino porque estos voraces y sinvergüenzas venden menos de lo que cobran, y porque poco a poco están matando a un número millonario de enfermos, engañando a la autoridad que no corrige este problema, a los médicos que los recetan y a los pacientes y sus familiares que sufren este problema.

Es aquí donde los diputados que están buenos para el chisme político y las afrentas debían trabajar, para desquitar su salario indigno.

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com

Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.

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