México,(Notimex). - "Es viernes y el cuerpo lo sabe" una de las frases típicas de los habitantes de la Ciudad de México para recibir al último día de la semana laboral y dar la bienvenida a los días de descanso.

Sin embargo, esta frase parece haber quedado para otra ocasión, pues los capitalinos saben que no es tiempo fiesta, es momento de redoblar esfuerzos.

"Yo pienso que por respeto, no es momento para agarrar la fiesta" relató José Luis Solis, encargado de un local dedicado a la venta de cervezas artesanales en Álvaro Obregón, en la colonia, Roma Norte.

De acuerdo con José Luis a la hora de la comida (14:00 horas) en viernes el lugar suele albergar de 10 a 15 personas, lo cual no ha ocurrido en este 22 de septiembre.

"Ayer tuvimos gente, pero 60 por ciento eran turistas, canadienses, de Estados Unidos, muy pocos del interior de la república", indicó José

"La gente de la Ciudad de México no está animosa para agarrar la farra, es comprensible hay que ayudar", sostuvo.

"Pepe" como lo conocen sus compañeros de trabajo destacó que para esta tarde no esperan una gran afluencia de clientes, pues mucha gente se encontrará ayudando, al tiempo que ellos permiten el uso de baños para damnificados y brigadistas.

José destacó que Álvaro Obregón de Insurgentes a Cuauhtémoc es un corredor lleno de luz, el cual a las 17:00 horas comienza a tener vida, misma que se termina cerca de las 2:00 horas.

"La economía se tiene que reactivar, no sabemos cuándo, pero no importa primero es ayudar lo demás sale sobrando", dijo, mientras Álvaro Obregón se llenaba de estudiantes cargados de víveres para los damnificados.

Hoy José y Diana su compañera de trabajo esperan cerrar temprano a las 23:00 horas, pues no es un viernes cualquiera es un viernes de luto, en el que lo más importante es ayudar.

Tras un recorrido con sobre Álvaro Obregón en dirección Insurgentes a Cuauhtémoc, los edificios no presentan daños visibles, ni se encuentran rodeados de la cinta amarilla preventiva por un posible colapso de edificios

No obstante, la atmósfera es de incertidumbre por los estragos del sismo al otro lado de Insurgentes que hoy comparten más que el nombre de Álvaro Obregón.

Durante la caminata los locales lucen casi vacíos, con una o dos personas comiendo en solitario, mientras las motos y carros van y vienen cargadas de esperanza en cada paquete de víveres.