Ayer y con motivo de que las redes sociales se han visto abarrotadas de cadenas de oración, para pedir por los damnificados por el terremoto en México o por los huracanes habidos y por haber, me acordé de un contacto que vive en España, y que una vez me dijo las siguientes palabras:

“Creer en Dios es sólo para los ignorantes y los fanáticos ¿De qué sirven las cadenas de oración si no matan virus? Me rio de toda esa gente que se reúnen en cadena para orar por el hermano perdido de un desconocido, o porque se cure de cáncer un niñito que vive al otro lado del mundo”

Tomando como base, claro está, a mis contactos de Facebook, mexicanos. (Digo mexicanos, porque son 99 % de mis contactos)

Antes de contestarle, pensé que, cómo es posible que en un país en donde impera el catolicismo, y se muestran al mundo de una forma teatral, casi ridícula, y lo digo por la fanfarria de cada Semana Santa, en donde salen a las calles en procesiones para llorar por el que murió, por los pecados de los que no creían en él, ataviados estrictamente para la ocasión, elegantes. ¿Cómo es posible que de diez personas que conozco, ocho se declaren “ateos”?, y lo escribo entre comillas porque pienso que para ser ateo se requiere de un amplio conocimiento y facilidad para el debate en tema de religión. Y creo que pocas personas cuentan con eso.

Pues volviendo al tema, y sin entrar en misticismos, le intenté explicar, que México es un país en donde se vive muy diferente a España, es un país terriblemente lacerado por la violencia y la inseguridad, en donde se vive con miedo, en donde la crisis económica obliga a trabajar a niños y ancianos al mismo ritmo que cualquier persona, porque si no trabajas, sencillamente, no comes. Allí no existen las ayudas mensuales por desempleo, ni las pensiones por cualquier dificultad. Vivir para la mayor parte, se podría decir, que es por la gracia de Dios, y sin embargo, la vida se vive y se agradece.

Cuando se conoce tan de cerca un secuestro, un asesinato que queda impune, cuando se vive el dolor ajeno, es imposible no orar cuando te invitan a hacer una cadena de oración por el hermano perdido de un desconocido, porque sabes que ese mismo desaparecido puede llevar tus ojos, o el rostro de tu hermano, porque sabes que vives en un país en donde nadie queda exento del peligro.

Ante tanta impunidad, se necesita creer, urge creer.

Seguramente si en México se viviera en las mismas condiciones en las que se vive en España, también los creyentes se proclamarían sólo en Semana Santa, con sus trajes caros y sus mantillas finas a la cabeza.

Por eso no es raro que un país se una en oración para pedir clemencia por los dañados por el terremoto u por el huracán.

¿Que si sirve de algo la oración? Pues yo digo que sí, rezar es todo, menos una pérdida de tiempo, pedir, decir: “ruega por nosotros” o los mantras, tienen el mismo efecto que cualquier ritual que se haga con fe, y eso hace la diferencia, la fe.

¿Que usted no cree en lo que no ve?

Pues cada quien.

Yo Creo en Dios en acto de fe, no necesito verlo para creer, me gusta creer, me reconforta hacerlo, me mantiene con la ilusión de ser una mejor persona para merecer ese paraíso prometido, pero sobre todo, confío en su protección. A pesar de la ciencia, de los no creyentes que afirman que la oración rompe con los principios de la física, porque la oración no puede matar un virus, ni curar a una persona enferma, porque dicen ellos (y tal vez con razón), que de curar con la oración, es algo que no se puede demostrar. 

Que no se ayuda con la oración, es cómodo pensarlo cuando no necesitas nada. Me alegra.

Pero no critiques, no te burles de nadie, porque si Dios no ayuda, tú tampoco.

Anahí Rodríguez

Escribe para diferentes medios de comunicación en Tamaulipas y en portales literarios.

Ha participado en cursos de Literatura en Nuevo Laredo y Canarias, España, donde radica actualmente.

Sus columnas tocan temas de actualidad e interés general.