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La fiesta que se burla del hambre

Por: Anahí Rodríguez El Día Viernes 01 de Septiembre del 2017 a las 11:57

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160 000 kilos de tomate se desperdiciaron este año en la tomatina; la fiesta popular en Buñol, España.

Es como reírse del hambre ¿no?

Aunque sea una de las fiestas de mayor atracción turística a nivel mundial, no deja de ser a la vez, una de las mayores estupideces a nivel global.

Y es que me pongo roja como un tomate de coraje, de saber que hay una fiesta a la que cualquier rico extranjero le engrosa las estadísticas cuando viaja desde su país hasta España, sólo para divertirse en un pueblo en donde se revientan toneladas de tomates maduros por diversión.

Estos son los que hacen las estadísticas y convierten a la fiesta del tomate en un atractivo de nivel mundial, los ricos, que no solamente no pasan hambre, también se pueden dar el lujo de viajar de un país a otro.

Y como toda historia absurda, está también tiene su debate.

Los organizadores alegan que esta divertida tradición, aparte de dejarles infinitos beneficios económicos, es también cada vez más grande su proyección en el extranjero. Por otro lado dicen que sólo gastan 30 000 eurillos en tomate, que no es nada a comparación con los beneficios económicos, esto sin tomar en cuenta los gastos públicos que hacen con la organización y el despliegue de seguridad, que bastante grande tuvo que ser este año por la amenaza terrorista .

Sin tomar en cuenta el desmadre, los robos, las agresiones sexuales, que parece ser son muy comunes en una fiesta a la que asisten miles y miles de personas. 

La primera vez que supe de la tomatina, era yo una niña y vi las noticias por televisión, me pareció impresionante, más no sé decir si la impresión fue buena o mala, no lo recuerdo.

La segunda vez que la vi, fue en mi adolescencia, también por televisión, y mi impresión al ver a toda esa gente cubierta de color rojo, amontonados, moviéndose como poseídos, me sugirió una imagen infernal, algo así como adoradores de Satán. 

Sé que exagero en mi impresión, pero por aquellos años fue lo que me pareció.

Hoy después de unos cuantos ayeres y muy cerca geográficamente, me sigue pareciendo cosa del demonio que se desperdicie tanta comida, no me parece ético que habiendo tanta hambre en el mundo, con esta absurda tradición se rían de las ganas de comer.

Y no pienso en África, ni en la India al pensar en tanta y tanta gente con necesidad de alimento. Aquí mismo en España, cada vez hay más personas sin empleo, que a pesar de cualquier paga por desempleo, pasan penurias económicas. Es común ver gente hurgando en los contenedores de basura o pidiendo limosna en las esquinas, es común y triste, porque en contraste con estás imágenes está la tomatina; defendida por los ricos y abucheada por el sentido común. 

Se dice que esta tradición se originó en los años cuarenta, en Buñol, cuando en una pelea entre vecinos volaban las verduras, y así continuó cada año hasta que se convirtió en tradición y después en una de las fiestas con mayor atracción, en un país en donde también abundan los pobres y las ganas de comer.

Es triste, absurda y no se sostiene como tradición; para mí, es la forma más cruel de reírse del hambre y de la pobreza.

Anahí Rodríguez

Escribe para diferentes medios de comunicación en Tamaulipas y en portales literarios.

Ha participado en cursos de Literatura en Nuevo Laredo y Canarias, España, donde radica actualmente.

Sus columnas tocan temas de actualidad e interés general.

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