Toronto, (Notimex).- La alta cifra de sobredosis y muertes por el uso de opioides ha obligado a las autoridades de Toronto a anticipar unos meses la apertura parcial de tres sitios de inyección supervisada para adictos.

Eileen de Villa, médica de la ciudad de Toronto, indicó que se abrirán en pocos días “sitios provisionales de inyección supervisada” en tres lugares permanentes aprobados por el ministerio de Salud de Canadá, hasta que se completen las renovaciones en curso en los establecimientos previstos para este efecto.

La Agencia de Salud Pública de Toronto albergará uno de los sitios provisionales. Los otros dos estarán situados en centros de salud comunitaria que no son administrados por la ciudad, destacó Radio Canadá Internacional (RCI).

El concejal municipal Joe Cressy indicó que se trabaja para que una parte de uno de los sitios, instalado en un edificio que pertenece a la ciudad, se pueda abrir al público antes de la fecha prevista el próximo otoño.

Los esfuerzos fueron anunciados después que miembros del personal que trabaja para reducir el impacto del consumo de drogas en la salud, abrieron un sitio de inyección supervisada sin autorización en un parque del centro de Toronto, afirmando que su fin consistió en salvar vidas mientras la ciudad termina la construcción de sus tres sitios permanentes.

A principios del mes de agosto, las autoridades municipales anunciaron que adelantarían la apertura de los tres sitios previstos además de ampliar la distribución de Naloxona, el antídoto para las sobredosis de opioides, a los trabajadores de la salud pública, a los organismos comunitarios y a los equipos de emergencia.

Las autoridades también pidieron al servicio de policía de la ciudad de Toronto que considere la posibilidad de entregar dosis a algunos agentes.

Según el Instituto Canadiense de Información sobre la Salud, ICIS, Canadá presenta uno de los índices de consumo de opioides por habitantes más elevados del mundo.

Este tipo de centros proporcionan a los adictos jeringas limpias, supervisión médica y un entorno donde no serán arrestados. No reciben ayuda para superar su problema a menos que la pidan, pero el programa reduce de forma drástica las posibilidades de una sobredosis mortal o de contagio de enfermedades como la hepatitis o el sida.

En la década de 1990 la práctica de compartir agujas entre los adictos ocasionó "la epidemia más explosiva de VIH jamás observada fuera del África Subsahariana" en una ciudad canadiense, destacó la británica BBC.

Esta crisis de drogas condujo a la apertura, en 2003, del primer sitio de inyección supervisada de toda América del Norte, llamado Insite.