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Un viaje a Venezuela con Baudelaire y la molécula de Dios

Por: Anahí Rodríguez El Día Miercoles 02 de Agosto del 2017 a las 14:34

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Decía Charles Baudelaire que hay que vivir borrachos de algo. En su poema Embriagaos: invita a evadir la realidad del tiempo. Supongo que cuando lo escribió allá por 1800 y tantos, su único martirio era el tiempo y no los tiempos.

“Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.

Pero ¿de qué? “De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos”.

Estoy segura que si mi admirado poeta estuviese vivo, no se atormentaría con el tiempo y si estaría muy preocupado por los tiempos y sin duda alguno no incitaría a la embriaguez.

Casi estoy segura que al sentir la impotencia que siente por una Venezuela a merced de la tiranía, en donde no se puede permanecer indiferente a cada muerto, a cada preso político, a la violencia y el hambre que la inestabilidad provoca y provocan los que deberían de garantizar la estabilidad.

Estoy segura que ante todo esto, tomando en cuenta que Venezuela solo es un ejemplo de la mierda de política global que existe, no recomendaría la embriaguez, sin duda pediría la drogadicción.

Porque para evadir la situación hace falta algo más potente y tan dañino que con suerte nos libre para siempre de los cerdos con poder.

Haría falta vivir  bajo el influjo de "las escamas de sapo", esas que prometen la felicidad completa, pero que te ponen en riesgo de muerte.

¿Valdría la pena probarlas?

Me lo planteo después de ver unas imágenes sobre saqueadores de tumbas en Venezuela.

El hambre los ha llevado a tales extremos; profanar tumbas para buscar entre cadáveres algo que sea de valor.

Tienen hambre, la situación empeora y pienso mientras los veo, que no tienen miedo a que el difunto venga por la noche a estírales los pies, me avergüenzo de ese humor negro que sale en los peores momentos, tal vez es una coraza para no llorar por mis hermanos venezolanos.

Dicen que las escamas de sapo son el alucinógeno más potente en la actualidad, aseguran que con dos sesiones guiadas por un chamán se te olvidan todos tus problemas; es por eso que pienso que es lo que le hace falta al mundo: vivir drogados, ya que no se puede con la realidad y éste alucinógeno puede ser la solución. Aunque también es verdad, que es una peligrosa droga que destruye al sistema nervioso y puede causar hasta la muerte, no sé si  prefiero inhalarla o verle la cara de sapo a Nicolás Maduro (por ejemplo)

Y pienso: ¿qué preferirían los venezolanos? ¿La recomendaría Charles Baudelaire?

Cuán tentadora puede ser  una droga que de tan potente le llaman también molécula de Dios.

Pudiera ser una buena salida a la realidad y ya en el viaje y tomando muy enserio el nombre de molécula de Dios, imaginar la concentración pacífica de millones de éstas moléculas, en representación de cada venezolano, una mole, un Dios que utilice el petróleo para quemar a un monstruo que del mismo se creó.

Lo anterior es un viaje en mi imaginación, sin escamas de sapo ni nada.

Solo eso nos queda, porque la droga, si no te deja loco o muerto, si te deja sin un quinto, aquí en España cuesta alrededor de 200 euros por una sesión, mismos que evitarían morir de hambre en unos meses si con ellos se compra comida, y recordemos que eso es parte del problema.

Nota: Lo ideal sería: cero drogas, cero Maduro, para así embriagarnos a placer de poesía.

Anahí Rodríguez

Escribe para diferentes medios de comunicación en Tamaulipas y en portales literarios.

Ha participado en cursos de Literatura en Nuevo Laredo y Canarias, España, donde radica actualmente.

Sus columnas tocan temas de actualidad e interés general.

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