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Jugarreta priista

Por: Juan Sánchez El Día Miercoles 26 de Julio del 2017 a las 08:22

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Justo a un mes de elegirse dirigente sustituto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Tamaulipas, aún no se advierte la ‘línea centralista’ en favor de ningún aspirante; pero antes del registro oficial habría ‘dados cargados’, por ser añeja la costumbre de negociar ésta posición entre los grupos de interés que en realidad manejan los pináculos institucionales.

Y que conste, no me refiero a cofradías políticas, sino a los hombres que en verdad toman las decisiones merced a su poderío económico.

Hasta hoy, en la arena siguen apareciendo Óscar Santiago Luebbert Gutiérrez, Luis Enrique Arreola Vidal, Juan Alonso Camarillo, Anto Tovar García, Sergio Guajardo Maldonado, Erasmo González Robledo, Manuel Muñoz Cano, Alejandro Guevara Cobos, Enrique Cárdenas del Avellano, Humberto Valdez Richaud y Serapio Cantú Barragán.

De los 11, sólo Óscar y Luis Enrique han hecho proselitismo abierto de cara a los delegados priistas; en tanto que los otros nueve recurren al apoyo estructural a través de las redes sociales y/o filtrando comentarios a los medios electrónicos de comunicación masiva por creer que, así, su posicionamiento tendería a crecer.

Sin embargo es de esperarse que en esa negociación quieran meter mano los exgobernadores Egidio Torre Cantú, Eugenio Javier Hernández Flores y hasta Manuel Cavazos Lerma, según consideran los analistas y uno que otro aventurero.

Obvio es, para seguir llevando agua a sus molinos tejiendo al menos la idea de unidad partidista, mientras los contendientes han empezado a mostrar inconformidad.

Luis Enrique, por ejemplo, rehúsa ser comparsa de Óscar o Sergio y de cualquier otro aspirante, acusando que habría ‘dados cargados’ en el proceso relevista.

Y asegura que su intención de dirigir al PRI es para rescatarlo.

“Seguimos firmes en nuestro propósito. No hemos declinado a favor de ningún otro aspirante. Ni lo vamos a hacer. No hay obstáculo que me detenga. Soy un priista con 20 años de militancia y de incuestionable reputación. No tengo ni he tenido la más mínima sospecha de corrupción”.

¿La cita lleva acaso dedicatoria?

Juan Alonso, por su parte, propone integración y trabajo a la gente que realmente tiene una militancia arraigada, para evitar que más priistas abandonen el barco al ya no estar el tricolor en el poder.

Su propuesta es impulsar la reconstrucción del partido para ganar el gobierno; pero de manera particular la Presidencial de la República y los ayuntamientos locales, aunque también estarán en juego dos escaños y nueve curules federales.

Además ofrece preparar a la militancia para cargos en el partido, en la administración pública y de elección popular; trabajar en alianza con la sociedad civil y vigilar que se cumplan los compromisos de campaña.

“Afortunadamente ya no están los priistas convenencieros –dijo--; se fueron porque ya no les conviene un partido que no los puede colocar en puestos o cargos públicos. Nos estuvieron engañando por mucho tiempo y (hasta) fueron premiados...”.

Comunión necesaria

Ante el mar de inconformidades causada por el retraso del proceso, cerca de una decena de militantes renunció al partido para incorporarse a Movimiento Regeneración Nacional (Morena) –usted bien lo sabe--, en tanto otra cantidad similar ha dado en amenazar con irse de persistir las prácticas impositivas.

Los idos poco le representan a los quedados que aún presumen ser mayoría. Pero no se trata de medir fortalezas cuantitativamente, pues en un análisis somero, los políticos de carrera (que menosprecian a quienes decidieron marcharse) cargan con gran parte de responsabilidad, ya que cuando pudieron evitar la desbandada como funcionarios partidistas, por comodidad y/o garantizar el hueso, jamás actuaron en consecuencia.

En fin, la unidad que tanto requiere PRI para acudir fuerte al proceso electoral del 2018 en teoría es sencillo lograrla, pero en la práctica hay la necesidad de emplearse a fondo e ir al rescate de los cuadros que hasta hoy se sienten marginados.

A ellos se les debe convencer mediante el diálogo permanente, abrirles espacios de activismo partidista e involucrarlos en un pacto político que debería sellar la gran familia revolucionaria, si acaso el interés común sea reconstruir al partido.

De otro modo se correría el riesgo, otra vez, de que los inconformes sean contaminados por otros militantes cuya indefinición ideológica salta a la vista, y que la oposición trate de cooptarlos con el viejo cuento de hacerlos candidatos a diputados federales o alcaldes.

Lo más sencillo sería dejarlos marcharse. Pero no es lo adecuado; y menos cuando hay quienes han dedicado años al partido y sólo piden se les tome en cuenta como activistas; reclaman atención de sus dirigentes, o buscan poder participar abiertamente en el proceso interpartidista para la selección de candidatos.

Por ahí debe empezar la tarea más importante del relevo.

Sobre todo cuando existe la necesidad de fortalecer la unidad hacia dentro (del PRI) y la competitividad electoral hacia fuera; una democracia de calidad y una política social de avanzada que reposicione al tricolor.

El buen juez…

Con el cambio de presidente podría darse fuerte sacudida al árbol tricolor si en verdad se busca hacerlo nuevamente competitivo.

Y no sólo en su estructura, sino también en los comités municipales, sectores y organismos adherentes.

De otra forma al relevo se le estaría negando el derecho a formar un equipo de trabajo sólido, donde confluyeran las distintas corrientes.

Hasta hoy, en el Comité Directivo Estatal (CDE) aún operan más los encargados del despacho que algunos titulares de las áreas (y según sé, éstos aún cobran), lo que impide que muchas decisiones no aterricen en tiempo y forma.

Por eso surge la necesidad de hacer una limpieza profunda, aunque ésta desagrade a los cabecillas en turno.

Los punteros

En la mayoría de los 43 municipios, Óscar Luebbert Gutiérrez y Luis Enrique Arreola Vidal han sellado acuerdos con los consejeros políticos estatales, merced a su oferta de involucrar a todos en un movimiento que impida imposiciones y trabaje conjuntamente para reactivar al PRI.

Por eso se les considera punteros en la carrera interpartidista, aun y cuando hayan sido arteramente golpeados en los días más recientes.

Hago esta observación porque a partir de hoy podría acrecentarse el ‘fuego amigo’ en su contra, como parte de una estrategia encaminada al posicionamiento forzado de Sergio Guajardo Maldonado, quien por cierto en la víspera renunció a la Delegación Federal de la Sedatu en medio de protestas.

Miopía gubernamental

Para el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón alias ‘El Bronco’, son los medios de comunicación masiva los que magnifican el clima de violencia que registran las carreteras estatales, pues cuando él viaja, dice, encuentra vigilancia suficiente en las rúas.

Incluso, hasta afirma que es la prensa la que promueve situaciones de riesgo.

¿Qué le parece?

La miopía de este sujeto es tan grave que amerita un examen óptico porque ya raya en la ceguera total.

¿O acaso, como el Tío Lolo, se hace…?

Ahora sí entiendo a los neoleoneses que maldicen haberlo apoyado para instalarse en el poder.

E-m@il

jusam_gg@hotmail.com

 

Juan Sánchez Mendoza

Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.

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