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Por: Rosa Elena González El Día Lunes 22 de Mayo del 2017 a las 22:49

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Esto ya lo hemos dicho pero es bueno recordar siempre que la mayor riqueza de un ser humano son las personas que le estiman, quieren, y aman a pesar de sus defectos.

Se es grande por la grandeza de quienes se rodea, sin duda alguna el mayor tesoro de una persona es la gente que está cerca en los momentos de felicidad, éxitos, tristezas y fracasos, quienes te hacen la vida más llevadera.

Una verdadera amistad no tiene precio, aunque es un producto de primera necesidad ésta no se adquiere en ningún supermercado o en la tiendita de la esquina, menos en lujosos almacenes.

Es el gran árbol que se siembra en la vida para que germine esplendoroso, se cuida para que nada le dañe, se riega para que crezca fuerte y soporte vendavales, que su sombra cobije, proteja de cualquier desavenencia.

El árbol de la amistad es en el que florecen los más bellos sentimientos, con frutos dulces en toda temporada, siempre está verde, lleno de vida, su belleza se ve desde cualquier lugar, no hay huracán de conveniencias que le derribe ni  nube de maldad que pueda ocultar su grandeza.

Durante la vida, en cada etapa, cada paso van naciendo nuevos tallos del gran árbol de la verdadera amistad, unos crecen paralelos con su propio follaje, siempre están cerca.

En el gran árbol de la amistad se debe darle valor a todo, desde el tronco que parece no crece ni florece pero es quien da soporte, mantiene de pie, da vida, está ahí en las buenas y las malas.

Siempre, las circunstancias, los tiempos y espacios van llevando por diferentes senderos y lo importante es en cada uno de ellos, cerca o lejos, hacer sinergia para crecer juntos, fortalecer los lazos de amistad y hacer nuestro paso por este mundo afable.

Cada amistad tiene un lugar especial, a cada persona se le quiere y sitúa en su justa dimensión, porque la verdad es que no todos los que te profesan amor hoy, lo recordaran mañana y estarán contigo hasta el fin de tus días.

Los lazos de amistad deben blindarse con otras virtudes, como el amor y la lealtad, pero esas tampoco crecen en macetas, a pesar de ser una joya de gran valía no se adquiere en ninguna joyería, es algo que se cultiva y con el paso de los años se fortalece y está más allá de cualquier interés cuando no es de bisutería.

No hay tesoro o fortuna suficiente para cubrir la dicha y felicidad de una verdadera amistad, tampoco requiere de un tiempo, espacio o condición social para nacer, se da de manera natural pero en ocasiones el ser humano es injusto y confuso, las cosas buenas que caminan a su lado no le valora y correa buscando lo que tiene al alcance de la mano y pierde energía y se confunde en la inmensidad de un mundo de laberintos, que engañan, dañan, lastiman.

Un verdadero amigo siempre está ahí, discreto, callado y solo se hace visible a la hora que se necesita sin condicionar nada, los buenos amigos tienen la sabiduría para elegir y conservar una amistad que no estriban en conveniencias.

Todos tenemos la suficiente fuerza para alcanzar lo que nos propongamos, se tiene que luchar por los objetivos sin abandonar ideales y menos a los amigos en momentos difíciles o decisivos.

Cuando se encuentra un buen amigo no se pierde en caminos oscuros y sin retorno, siempre será mejor conservar el espíritu tranquilo, el alma limpia y la grandeza que dan las amistades antes de anteponerles el dinero, el poder, o la conveniencia, aquí no vale el quien eres, cuanto tienes.

Las amistades sinceras son las que se apoyan, se escuchan, comprenden, disfrutan los triunfos y sufren los fracasos, las que siempre están puestas a tenderte una mano y ayudarte a buscar una luz aun en camino más obscuro.

Nunca se deben hacer oídos sordos, siempre será bueno agradecer a todos aquellos que de una manera u otra han formado parte de nuestras vidas, a quienes han contribuido al crecimiento y ayudado a superar adversidades, a los que te dan amor y te hacen tener fe y esperanza.

Hoy quiero agradecer,  como dijera MESCEDES SOSA en su poesía, “Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo la dicha del quebranto, los materiales que forman mi canto y el canto de ustedes que es mi canto, y el canto de todos que es mi propio canto”.

Permítame estimada, estimado lector este espacio para agradecer las muestras de afecto de grandes personas para esta servidora con motivo de un año más de existencia.

A DIOS agradezco los grandes regalos, la vida, el amor de mi familia que es el aliento de mi existencia para seguir en esta travesía, la amistad de personas maravillosas que ha puesto en mi camino, el encontrarme en diferentes vías extraordinarios seres humanos que de una manera u otra me motivan y hacen feliz mi paso por este mundo.

Agradezco infinitamente las muestras de cariño y afecto con motivo de un año más de existencia. Valoro la confianza, cariño, solidaridad, compañerismo de grandes personas que me han prestado sus alas para volar, de los que han sido mi soporte para seguir de pie, de quienes me regalan minutos de su valioso tiempo para leer estas líneas, GRACIAS por estar siempre.

Rosa Elena González

Es Licenciada en Relaciones Públicas. Ha colaborado con editoriales en El Mercurio.
Actualmente su columna Vida Diaria se publica en el Portal HOYTamaulipas y los periódicos La Verdad de Tamaulipas, Expreso, La Extra, La Voz de Tula, El Tiempo de Mante y Astronoticias, El Bravo de Matamoros y Canal 10

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