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El caso de Chávez Jr. y Tamaulipas

Por: Jorge Alonso Infante El Día Domingo 07 de Mayo del 2017 a las 22:21

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Muchas eran las expectativas que se habían generado en torno a la pelea que se llevó a cabo el pasado sábado 6 de Mayo en Las Vegas Nevada, entre el hijo del gran peleador mexicano Julio Cesar Chávez y Saúl “el Canelo” Álvarez. Los dimes, diretes, chismes, blasfemias, etc. que tanto gustan a la raza, calentó la pelea y generó expectativas muy grandes para los amantes del boxeo y todos aquellos que se dejaron llevar por la parafernalia de dicho evento. Desgraciadamente para los miles de aficionados y gente que decidió ver el combate, este fue todo menos una pelea, solo uno de los dos boxeadores fue el que opuso resistencia y tiró golpes. El hijo de la leyenda como muchos le dicen, de plano no solo no dio un buen combate sino por la forma en que perdió, fue merecedor de innumerables recordadas de madre y demás adjetivos descalificativos.

En su caso en verdad si se pueden anteponer varios factores para tratar de explicar el por qué lució tan mal y sabiendo que cuenta con cualidades boxísticas y muchas peleas en su record, se vuelve difícil comprenderlas o darle el beneficio de la duda. La bajada de peso le afectó muchísimo, de tal forma que comentó que su cuerpo simplemente no le respondió, su falta de continuidad, disciplina y un evidente estado mental de incertidumbre, fueron factores más que evidentes para su derrota. Pero la cuestión no es poner excusas, el pidió y aceptó la pelea y de ella debe de sacar enormes aprendizajes deportivos y personales, el apellido le ha generado una pesada loza y su actitud nunca ha estado a la altura de lo necesitado para ser un gran campeón. La gente quería que el espíritu y habilidades de su padre brotaran en él y a pesar de no haber demostrado fielmente estas cualidades a lo largo de su carrera, sentían que quizá el momento de la pelea con el Canelo los haría surgir.

La gran moraleja de este episodio boxístico en la carrera del Jr. lo podemos reflejar con lo que pasa actualmente en nuestro estado. Tenemos un gran linaje, somos hijos de una tierra hermosa y esplendorosa, cualidades tenemos muchas, lo combativo y el pundonor lo llevamos en nuestra sangre; cuando se ha querido, hemos demostrado con  gran gallardía lo que somos capaces de hacer. Si nos preparamos bien, no hay nada que nos iguale pero allí está el asunto, hemos sido displicentes, la falta de disciplina se ha notado y aun cuando la valentía en discursos salé, parece que a la hora de fajarnos nos vemos desinflados ante el tremendo oponente que tenemos.  Se entrena duro pero no todos jalan parejo, nuestra fuerza radica en la mente pero muchos parecen divagar y no entender el momento. De nada servirá el decir que estamos preparados y que venceremos contundentemente, si no dejamos a un lado nuestros complejos y demonios internos, es tiempo de unificar criterios y fortalecernos todos como uno y no unos contra todos. En la vida las lecciones son fuertes y el éxito o fracaso siempre dependerá del como accionamos y del comprender que el triunfo solo llegará si todos jalamos parejo.

Reflexión

Los fracasos son parte de la vida y haríamos mejor aprender de ellos y no solo vanagloriarnos en el triunfo, o como dijo Bill Gates:

“Está bien celebrar el éxito pero es más importante poner especial atención a las lecciones que nos dan los fracasos”

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)   

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