Definitivamente, los tiempos difíciles de la humanidad, de nuestro México y Tamaulipas, no aportan nada para sentirse optimista, en estos días, que los que más quieren los que vacacionan, es olvidarse de problemas y preocupaciones, de sucedidos y la carestía crónica que se vive.

Por ello, he decidido, hacer un paréntesis a los comentarios, políticos, y de otra índole de nuestra lastimada humanidad, que es víctima, “como en tiempos del Cesar”, inmersa en la violencia.

Salvo su menor opinión, apreciable lector, hablemos de los significados optimistas al celebrar los siete días de la Semana Santa, en las cuales trae la esperanza, al morir en la cruz nuestro Mesías, que se convierte en instrumento de salvación.

Es bueno saber que Jesús instituyó para nosotros los cristianos, el pan y el vino en la última cena, (para la iglesia católica se convierte y la sangre de Cristo), para los no católicos es un mandato, basado en las palabras que remite la Biblia: “Haced esto en memoria de mí”.

Sin embargo coincidimos con “rito católico” también la cruz, el lavatorio de pies,  la corona de espinas, el látigo, los clavos, la lanza, la caña con vinagre y el vía crucis como elementos, entre otros, cuyos significados son relaborados por la tradición cristiana para convertirlos en referentes.

La cruz, en tiempos de Jesucristo, era la pena máxima y humillante, un instrumento de ejecución y muerte humillante. Por eso, la imagen del Cristo crucificado se convierte en un icono paradójico: por un lado el de la perplejidad de la violencia humana y, por otro, instrumento de salvación.

Estudiosos del paso de Jesucristo en la tierra, señalan que la aparición de la agricultura es donde surge el sacrificio es con la aparición de la agricultura donde surge el sacrificio cruento.

La observación de los ciclos agrícolas comprende que la vida como creación implica una transferencia de la misma. A través del sacrificio, se proyecta la energía y la vida de la víctima sobre la obra.

 Ahora, el sacrificio no es necesariamente sinónimo de inmolación. Etimológicamente viene de la palabra latina sacrificium, significa “acción sagrada”. El sacrificio remite a la introducción del hombre al dominio de lo sagrado y se puede definir el sacrificio como el acto que apunta al doble fin: hacer un don a Dios y santificar o purificar al hombre.

En el cristianismo, el sacrificio en tanto es el símbolo determinante, pero para las ideas  antropológicas “es el hecho, etimológicamente hablando, está vinculado íntimamente con la idea de fundación o instauración del orden cósmico”.

Todo gesto ritual es un símbolo que actúa; es, en suma, otra forma de reforzar, a través de la convicción de un Cristo vivo, una identidad a toda la comunidad creyente que garantiza la salvación eterna.

Por lo que coincido con los varones de Dios que dicen: “Dios no pide sangre, sino el corazón, y con el sacrificio de su hijo no busca venganza, a pesar de las posiciones justicialistas que consideran la muerte de Cristo como un castigo donde el “cordero de Dios” sustituye y satisface por los auténticos culpables, los hombres.

Benito García Islas

Nació en Matamoros Tamaulipas en 1938, su preparación académica universitaria, fue breve, su carrera de comunicador, lo aprendió en las redacciones de varios periódicos, ahí aprendió los diferentes géneros del periodismo.
Desde sociales, en aquellos gloriosos tiempos, de directores gruñones y enérgicos,  formaron profesionales del periodismo, con bases firmes y honesto, aún aspirante a reportero, lo enviaba a la fuente policiaca, que no era tan peleada como ahora, por los estrellitas de redacción.
Su carácter de aventurero, lo llevaron a trabajar en la redacción de El Mañana de Reynosa, en Matamoros, en la radio XEAM, en Tampico colaboró con el periódico el Mundo, ya desaparecido.
En Victoria, nuestra capital, llega en 1984, año en que se fundó el periódico La Verdad de Tamaulipas a la plantilla de sus reporteros, después de un año, ingresó al Diario, llegó al  Gráfico, al Expreso  y nuevamente regresó a la Verdad, dos veces más, ahora ocupa el puesto de jefe de corresponsales, en  el mismo periódico La Verdad de Tamaulipas.
En su prolija carrera se ha conducido con objetividad, serio y honesto en su quehacer como columnista y articulista, el respeto de la sociedad para este profesional del periodismo, se lo ha ganado a pulso, la honestidad es legado (la herencia), invaluable que deja a sus hijos y nietos y ahora una bisnieta.