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Entrada triunfal de Jesús

Por: Benito García Islas El Día Sabado 08 de Abril del 2017 a las 19:09

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Reflexión: “Y a su paso tendían sus manos por el camino. Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulo, gozándose a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas!.

Lucas 19:36-38

Con el “Domingo de Ramos”, marca el inicio de la Semana Mayor, independiente del credo católico, toda la cristiandad en el mundo, coincide en la celebración, de la Semana Santa del Verbo hecho carne en la tierra, sacrificando a su hijo por la humanidad entera.

Un Dios que nos amó tanto “Que murió en la cruz para salvarnos de nuestros pecados”, el pueblo cristiano todo, coincide con la entrada triunfal de Jesús llegando a Jerusalén en lo que conocemos como el domingo de ramos, el domingo antes de la crucifixión (Juan 12:112).

La entrada triunfal es uno de los pocos eventos propositivos en la vida de Jesús que aparece en los relatos de los cuatro evangelios (Mateo 21:1-17Marcos 11:1-11Lucas 19:29-40Juan 12:12-19). es evidente que fue un acontecimiento importante, no sólo para las personas en el tiempo de Jesús, sino para los cristianos a lo largo de la historia. Celebramos el domingo de ramos para recordar esa ocasión trascendental.

Ese día, Jesús entró en Jerusalén sentado sobre un pollino, el cual ningún hombre había montado. Los discípulos extendieron sus mantos sobre el asno para que Jesús se sentara, y las multitudes salieron a darle la bienvenida, tendiendo sus mantos delante de Él.

El propósito de Jesús al desplazarse hacia Jerusalén era hacer pública su declaración de ser su Mesías y el Rey de Israel, en cumplimiento a la profecía del Antiguo Testamento. Mateo dice que el rey que viene sobre un asno fue un cumplimiento exacto de Zacarías 9:9: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna". Jesús iba en un asno hacia su ciudad capital, como un rey victorioso y es aclamado por el pueblo como era la costumbre. Las calles de Jerusalén, la ciudad real, están abiertas a Él.

Y como un rey que sube a su palacio, no un palacio temporal sino el palacio espiritual que es el templo, porque su reino es un reino espiritual, Él recibe la alabanza y la adoración de la gente, porque sólo Él se lo merece. El colocar los mantos fue un acto de homenaje a la realeza (ver 2 Reyes 9:13). Jesús estaba declarando abiertamente a la gente que Él era su Rey y el Mesías que habían estado esperando.

Desafortunadamente, la alabanza que el pueblo derramó sobre Jesús no fue porque le reconocieron como el Salvador de su pecado. Ellos le dieron la bienvenida como el resultado de su deseo de tener un libertador mesiánico, alguien que los llevaría a una rebelión en contra de Roma.

Hubo muchos que a pesar de no creer en Cristo como el Salvador, no obstante, pensaron que quizás Jesús podría ser un gran libertador temporal para ellos. Estos son los que lo aplaudieron como rey con sus muchas hosannas, reconociéndolo como el hijo de David, que venía en el nombre del Señor. Pero cuando Jesús no cumplió sus expectativas, cuando Él se negó liderarlos en una rebelión masiva contra los ocupantes romanos, la muchedumbre rápidamente se puso en contra de Él. En solo pocos días, sus hosannas cambiarían a gritos de "¡Crucifícalo!" (Lucas 23:20-21). Quienes lo aplaudieron como héroe, pronto lo rechazarían y abandonarían.

La historia de la entrada triunfal está llena de contrastes, y esos contrastes tienen aplicaciones para los creyentes. Es la confirmación del rey que vino como un siervo humilde en un asno, no presumiendo en un corcel, no en vestiduras reales, sino con la ropa de los pobres y los humildes. Jesucristo no viene a conquistar a la fuerza como los reyes de la tierra, sino a conquistar con amor, gracia, misericordia, y su propio sacrificio en favor de su pueblo.

Su reino no es de ejércitos y de esplendor, sino de humildad y servicio. Él no conquista las naciones, sino los corazones y las mentes. Su mensaje es de paz con Dios, no de una paz temporal. Si Jesús ha hecho una entrada triunfal en nuestros corazones, Él reina ahí en paz y amor. Como sus seguidores, exhibimos las mismas cualidades y el mundo ve el verdadero rey triunfante viviendo y reinando en nosotros.

Termino con esto, la semana mayor, no es simplemente un periodo vacacional, son tiempos de reflexión, ¿Qué de nuestras vidas?, si disfrutar de los placeres mundanos que nos llevan al pecado, o bien alimentar el espíritu, con las enseñanzas que nos dejan los diferentes eventos de la Semana Santa.

Como el de comunicarte a Dios por medio de la oración, el conducirte con humildad y amar al prójimo, la crucifixión, nos habla de su poder en la resurrección.

Benito García Islas


Nació en Matamoros Tamaulipas en 1938, su preparación académica universitaria, fue breve, su carrera de comunicador, lo aprendió en las redacciones de varios periódicos, ahí aprendió los diferentes géneros del periodismo.
Desde sociales, en aquellos gloriosos tiempos, de directores gruñones y enérgicos,  formaron profesionales del periodismo, con bases firmes y honesto, aún aspirante a reportero, lo enviaba a la fuente policiaca, que no era tan peleada como ahora, por los estrellitas de redacción.
Su carácter de aventurero, lo llevaron a trabajar en la redacción de El Mañana de Reynosa, en Matamoros, en la radio XEAM, en Tampico colaboró con el periódico el Mundo, ya desaparecido.
En Victoria, nuestra capital, llega en 1984, año en que se fundó el periódico La Verdad de Tamaulipas a la plantilla de sus reporteros, después de un año, ingresó al Diario, llegó al  Gráfico, al Expreso  y nuevamente regresó a la Verdad, dos veces más, ahora ocupa el puesto de jefe de corresponsales, en  el mismo periódico La Verdad de Tamaulipas.
En su prolija carrera se ha conducido con objetividad, serio y honesto en su quehacer como columnista y articulista, el respeto de la sociedad para este profesional del periodismo, se lo ha ganado a pulso, la honestidad es legado (la herencia), invaluable que deja a sus hijos y nietos y ahora una bisnieta.

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